Bar Aitana en Alcolecha: Notable en marisco y pescados

Ya tiene su singularidad ir a comer pescado y marisco en la provincia de Alicante, frescos por supuesto, pero no a lo largo de su extensísima costa tuiristera, sino elevándonos a unos 1000 m sobre el nivel del mar, donde se enclava Alcolecha (Alcoleja) prácticamente en las inmediaciones de la sierra de Aitana.

Nos convocó al colega Blas de Peñas y a un servidor, ese buen empresario remetido hoy en laico anacoreta (“dichoso aquel que vive retirado en el campo”) como es mi amigo Alfonso Brotons. De no conocer su buen paladar hubiese declinado la invitación porque colegirán conmigo que semejantes alturas donde se encuentra tan serrano pueblo parece poco menos que imposible topar con un bar-restaurante que tanto en calidad como en cantidad pueda ofertar los mejores productos de las lonjas de Villajoyosa, Dénia e incluso Santa Pola.

No empezamos bien con una gamba hervida de indeterminado tiempo y procedencia; pero las quisquillas cocidas al punto de levedad, y las cigalas en sal estuvieron antológicas. Talmente, pero aquí con el añadido de cocina en delicada tempura con aceite de oliva: los “garibaldinos”, que son colas de gambita roja pequeña a las que la cocinera Mónica Soler, cabeza madre de la familia y los fogones, sabe tratar con delicadeza nipona.

Vinieron después unas chirlas (no confundir con las tellinas) en correcta salsa de vino y cebolla; y unos champiñones guisanderos bien escogidos de tamaño, para retomar posteriormente a los fritos con alpargatas de berenjena, chipirones en su auténtica textura (ni blandujos, ni correosos), sepionets en su tinta y sepia también en rebozo de fritura, todo ello con pan de hogaza, ajo y aceite.

Originales albóndigas de boquerón, siempre más sustanciosas y sutiles que las de bacalao, aunque aquí ligeramente pasadas en su resolución final.

La tostada con atún, sobresaliente como mínimo, tanto por su confección como por la calidad y frescura del túnido en sencilla gracia de la marmitona para combinar ambas texturas.

Aunque este año la cosecha ha sido adversa, nos trajeron cerezas de la montaña, que aún de menor tamaño las prefiero a las, pongamos por caso, del Jerte, están nuestras por su excelsa frutalidad y dulzura. Y a las guindas le siguieron tres tipos de tarta comprobadamente caseras, si bien, de tener que inclinarme por alguna lo haría por la de chocolate más puro, que podemos suavizar con nata montada, aunque para los golosos de la dulcería semejante mix sea un pecado venial.

Maridamos toda la comida con un blanco Rioja pasable, pero no excelente, y es que la carta de vinos del Aitana no está a la altura de sus viandas. Eso sí, degustamos excelente café y licorería en amena conversación taurófila mientras afuera caía la de Noé. Por cierto, y si salen de Alicante recomiendo lo hagan por la carretera que va a Jijona, debe haber como unas 1000 curvas menos comparándola con otras alternativas, eso sí transitarán por un paisaje cautivador que desmiente la calificación de Alicante como provincia “semidesértica”. Alcolecha (177 habitantes) y su entorno resultan de obligada visita para amantes de la naturaleza y del paisaje rural.

Resumiendo, la relación calidad precio en el bar-restaurante Aitana de las mejores que conozco. La decoración, como la de cualquier otro cantina o casino en levantino pueblo minifundista y escaso de gentes, anclada en su fundación y algo rústica. El servicio, diligente y práctico, tampoco se le puede pedir más en pagos tan perdidos. Toda una experiencia memorable.

Bar-Restaurante Aitana

C: Avenida del País Valencià, 12.03814 Alcoleja, Alicante

Teléf.: 966509121

Precio medio 40 a 60 €

Abre viernes comidas y cenas, domingo solo mediodía