| 10 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La radio lleva años sangrando oyentes

Las cifras, como el algodón, no engañan. Con cada oleada del EGM se examinan sus datos con precisión quirúrgica para poder encumbrar ganadores y recalcar perdedores.

| Milagros Martín-Lunas Medios

 

 

Hubo un tiempo en el que detestaba las mañanas del EGM. Eran solo tres jornadas del año, pero qué tres mañanas. Me despertaba con la certeza de que ese día tocaba escribir sintiendo el aliento de los jefes en el cogote. Me veía presionada, con la misión de trazar un artículo, por supuesto sin firma, analizando los resultados de la ola de turno, nunca mejor dicho. Toda una pesadilla para alguien que sufre discalculia, para alguien incapaz de leer números, tablas, incluso, representaciones gráficas. Solo quien lo sufre sabrá el enorme esfuerzo que supone. Lo cierto es que al final le coges el tranquillo. Aprendes a leer entre los resultados lo que quiere transmitir la empresa, lo importante es destacar el dato que conviene y utilizar el lenguaje con perspicacia. 

Con cada oleada del Estudio General de Medios (EGM) los profesionales nos volvemos locos, examinamos las cifras con precisión quirúrgica para poder titular algo que nos interesa. Con cada EGM llega un tsunami de ganadores y perdedores, un vendaval de titulares cogidos con pinzas fruto de interpretaciones superficiales que, sospecho, sólo nos interesan a nosotros. El EGM a los oyentes, a los lectores fieles, francamente, les importa un bledo.

El EGM no es más que un valioso autobombo empresarial

Recordemos que el EGM es un estudio que analiza el comportamiento de la población respecto a los distintos medios. Divide la investigación anual en tres entregas que comprenden un universo formado por individuos mayores de 14 años. La muestra de la encuesta se ajusta a criterios sociodemográficos y está formada por unos 48.000 individuos. El resultado de estos datos es fundamental para los anunciantes, con ellos pueden evaluar la audiencia cualitativa de determinadas cadenas o de programas concretos. El EGM no es más que un valioso autobombo empresarial, de ahí la importancia de encontrar el dato adecuado.

Las cifras de la última ola del EGM

Ayer, 9 de diciembre, fue la última mañana del EGM del año. Como siempre, nos despertamos con titulares contundentes. La SER, con 4.067.000 oyentes, es la cadena líder. Un dato tan innegable como que su matinal Hoy por hoy es el programa más escuchado en las ondas de este país. Leemos que Carlos Herrera y su matinal de la COPE roza su máximo histórico y que Onda Cero es la única cadena de ámbito nacional que aumenta el número de oyentes. En definitiva, como siempre, todos ganan.

Para construir titulares jugamos con el finísimo asunto del lenguaje, sobre todo cuando se trata del podio, el escalón más deseado. Lo cierto es que las cifras, como el algodón, no engañan. Todos los titulares son verdad y todos los titulares esconden entre sus líneas algo doloroso. Ganarán unos, perderán otros, pero echando la vista atrás la única verdad es que la radio lleva años sangrando oyentes.

 

Si tiramos de hemeroteca, en 2005 en el primer EGM sin Iñaki Gabilondo, la SER anunciaba a bombo y platillo que su audiencia rozaba los cinco millones de seguidores (4.996.000). "Suma más oyentes diarios que las otras tres cadenas de radio privadas juntas: COPE, Onda Cero y Punto Radio", destacaban en sus publicidades. Entre aquellas voces ya se ocultaba su incipiente enfermedad. Los del podio, tras la marcha de Gabilondo, se habían dejado 84.000 oyentes en el camino. Dieciséis años después son más de 900.000.

Poco a poco el lenguaje triunfalista de antaño de la empresa líder ha ido mutado hacia la resistencia. Hoy se habla de "mantener de nuevo el liderazgo", "nada de doblar a su inmediato seguidor".

Volviendo la vista atrás, queda patente que la Cadena SER es la empresa líder irrefutable de las ondas, pero va de bajada cuando otras van de subida, a pesar de que el cómputo total de empresas radiofónicas pierda oyentes. Qué importante resulta analizar los datos con cierta perspectiva para dibujar un boceto real.

Poco le falta a Carlos Herrera para adelantar por la derecha a Àngels Barceló

Ya lo digo siempre, la vida es una noria. De la misma manera que Gabilondo dio el sorpasso a Luis de Olmo en 1995, poco le falta a Carlos Herrera para adelantar por la derecha a Àngels Barceló. Concretamente 180.000 oyentes. El programa que conduce la periodista catalana cae sustancialmente y se conforma con 2.819.000 oyentes (-192.000), mientras que el matinal de Herrera firma un estupendo fin de temporada con 2.639.000 seguidores (+6.000).

Otro matinal que sube es Más de uno, de Onda Cero. El espacio presentado por Carlos Alsina se instala en los 1.351.000 oyentes (+ 440.000). Por el farolillo rojo pulula Las mañanas de RNE que sigue siendo el menos escuchado, esta vez cae hasta los 832.000 fieles (-8.000).

En lugar de aferrarnos al cortoplacismo en cada EGM, deberíamos asumir que, como todos los medios tradicionales, la radio está en crisis. Desde 2012, las ondas han experimentado una notable tendencia decreciente. Ese año la penetración radiofónica en los ciudadanos alcanzó su máximo nivel con un 61,9%. Año tras año ese tanto por ciento ha ido menguando hasta llegar a 2020, año que se cerró con un 56% de penetración. Veremos cómo termina este curso.

Lamentablemente cada vez encendemos menos la radio, como cada vez encendemos menos la tele. Quienes lo hacen son, en su mayoría, mujeres de 45 a 64 años. En 2003 se alcanzó el mayor consumo medio de radio en España (117,7 minutos), tras una montaña rusa repleta de subidas y bajadas, desde 2012 la media de minutos radiofónicos se ha desplomado sin piedad hasta llegar a los 93,6 de 2020.

No es la primera vez que la radio vive una crisis. Cuando nació la televisión hubo quien auguró su cierre. La radio no solo no murió, sino que disfrutó de una nueva Edad de Oro. Compañera de soledades, amiga forzosa del silencio, estoy convencida de que lo volverá a hacer. Siempre y cuando aprenda de los errores de otros medios y no se descapitalice. Siempre y cuando sus gestores no emperren en recortar gastos despidiendo con un excel en la mano, tratando al capital intangible como un simple número. Larga vida a la radio.