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El Precio Justo regresa hiperactivo

Carlos Sobera necesita macerar el programa que ahora se emite en Telecinco, dejarse de imitaciones y hacerlo suyo. No resulta empresa fácil presentar con el allure de Joaquín Prat.

| Milagros Martín-Lunas Medios

 

 

Las comparaciones son odiosas, pero resultan inevitables. Sobre todo, cuando se trata de recuperar El precio justo, el programa que inmortalizó Joaquín Prat y que va camino de ser el formato compartido por todas las cadenas. Telecinco estrenó este lunes el concurso creado en 1956 en Estados Unidos, que ha sido adaptado en 42 territorios a lo largo de sus 65 años de historia. Un formato que en España estrenó TVE, donde vivió varias etapas de la mano de Joaquín Prat, el maestro que inmortalizó aquello de "A jugaaaaar"; más tarde saltó a Antena 3 con Juan y Medio, e incluso cruzó a 7 TV, etapa en la que estuvo capitaneado por Agustín Bravo, el mismo que el jueves se estrena en Supervivientes.

El precio justo de antaño tuvo una audiencia media de más de 17 millones de espectadores. El de anoche tampoco se puede quejar puesto que alcanzó un 17% de cuota de pantalla, lo que significa que sentó ante el televisor a 2.142.000 espectadores. Televisión o ante la pantalla que sea. Estas cifras no son comparables puesto que aquella televisión de los 80 vivía en soledad, hasta que en 1990 irrumpieron las cadenas privadas y las grandes audiencias se fueron al traste.

Arranca El precio justo apresurado. Luis Larrodera desde una especia de cabina de disc jockey de regusto ochentero da la entrada a Carlos Sobera. Pero todo va demasiado rápido, los nervios pululan por el plató y traspasan la pantalla. Me enerva el arranque del concurso. Demasiados gritos, demasiados aplausos, demasiado desorden, demasiado todo. Carlos Sobera, el cupido de Cuatro, no es capaz de templar ni al público ni a los concursantes. El de Baracaldo se ha dejado el sosiego en el restaurante del amor y la intriga necesaria para un concurso en ¿Quién quiere ser millonario? Entiendo que necesita macerar el programa, hacerlo suyo. No resulta empresa fácil presentar con el allure de aquel que inmortalizó el concurso.

Echo de menos al maestro de maestros, al nombre más grande que se pueda pronunciar al hablar de la historia de la televisión. Echo de menos a Joaquín Prat, su presencia, su prestancia. ¿Será cosa de la nostalgia? No lo sé. Estoy convencida de que Sobera terminará haciéndose con el tema, pero necesita calma.

 

De lo que ya no estoy tan segura es de que Luis Larrodera nos haga olvidar la voz engolada de Primitivo Rojas, su pericia a la hora de describir las apuestas, los premios y, cómo no, el escaparate final. Escucho a Larrodera y tengo la sensación de que va revolucionado, como si alguien se hubiera confundido y el vinilo fuera a 45 revoluciones por minuto en lugar de a 33. Larrodera es la voz Primitivo distorsionada por el paso del tiempo.

El Precio Justo necesita contención y mesura. Entre el público, el locutor y, sobre todo, el presentador

Tampoco tengo claro que sea un producto para el prime time, puede que sea la hiperactividad que rezuma el primer programa. Ahora bien, ¿una tira diaria y frente a Pasapalabra? (como se rumorea). El Precio Justo necesita contención y mesura. Entre el público, el locutor y, sobre todo, el presentador. No quiero ver a un imitador, quiero ver a un creador.

Nos venden que el concurso que estrenó TVE un 29 de febrero de 1988 regresa renovado, que conservará su esencia pero que se olvida de sus anacronismos, es decir que además de azafatas encargadas de mostrar los regalos habrá un azafato. La cuota necesaria para que no se la líen, para que no les acusen de cosificar a la mujer. Les recuerdo que esto no es una novedad que, en la última etapa de TVE, entre 1999 y 2001, el concurso ya contó con un chico en el equipo.

A lo largo de su historia, El Precio Justo se ha convertido en el trampolín de muchos rostros de la televisión. Sobre todo, entre las azafatas, por sus paredes desfilaron en sus inicios nombres como Beatriz RicoYvonne ReyesVerónica Mengog, Arancha del Sol, Paloma Marín, Pilar Rubio, incluso una jovencísima Mónica Hoyos, fue en ese plató en el que conoció a Carlos Lozano, el padre de su hija.

En El Precio Justo de los años 20 brilla la hijastra del presentador, Arianna Aragón, nieta de Fofó a la que se le vislumbra una infancia entre bambalinas, focos y platós. Le acompaña Paula Gómez y Aitor Ferrón. Un trío que en esta ocasión no está mudo. Recuerden que antaño las azafatas lucían palmito mostrando los premios que iba describiendo la voz en off de Primitivo (al que jamás le vimos el rostro). Arianna, Paula y Aitor hablan, incluso se permiten el lujo de tomarle el pelo al presentador. Impagable en zasca de la fofita a su padrastro. "Me pongo los auriculares para no escucharte cantar a ti", le decía mientras mostraba uno de los premios.

La de anoche fue una velada de estrenos. Mientras Telecinco apostaba por un concurso, La Uno estrenaba The Dancer, un talent show heredero en cierto modo de La voz, pero en versión baile. La nueva apuesta de la pública alcanzó resultados por encima de la cadena, un 10,4% de share. Nada complicado dadas las circunstancias. Lo cierto es que RTVE hace aguas desde hace tiempo, no remonta del agujero, el público un día le dio la espalda y no parece que tenga ganas de regresar. Queda claro lo fácil que es perder audiencia y lo complicado que resulta volver a seducirla. Pero ésta, querido lector, es otra historia.