| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La serie "Verano azul"
La serie "Verano azul"

Verano azul, aquella extraña familia cumple 40 años

Cada reposición la serie de Antonio Mercero llega envuelta en una polémica. Gloria Marcos, ex coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià, la ha acusado de "cutre y franquista".

| Milagros Martín-Lunas Medios

 

 

No es la primera vez que ocurre. Últimamente, cada vez que RTVE decide reponer Verano azul la red del trino se divide entre nostálgicos e indignados, estos últimos, folloneros como los que más, acusan a la serie de miles de chuminadas sacadas de contexto y analizadas con sus ojos de supuestos progres del siglo XXI. Ofendidos por la caspa que rezuma la serie, acusan a los responsables de la corporación publica de franquistas, arcaicos o antediluvianos.

Lo cierto es que la serie de Antonio Mercero está más que amortizada. Acaba de cumplir 40 años. Si no me fallan los datos lleva 14 pases en la televisión pública desde su estreno en octubre de 1981 y uno más en 13 TV. La corporación podría tirar de imaginación y presentar una programación de calidad, más acorde con una cadena pública. RTVE vive inmersa en un agujero negro de creatividad al que la audiencia le ha dado la espalda. Lo cierto es que este asunto pertenece a otra columna.

Nos guste o no, Verano azul es una de las series míticas de la televisión española, la serie que cada domingo, desde el 11 de octubre de 1981 hasta el 14 de febrero de 1982, sentó frente al televisor a todo un país. La serie que alcanzó audiencias de infarto, aunque todavía no existían sistemas de medición. Corrían otros tiempos. Es verdad. En este país disfrutábamos de un canal y medio, a caballo entre el color y el blanco y negro. Según cifras aportadas por TVE, en 1995 el 91,3% de los españoles había visto al menos un capítulo, convertidos en un 78% en 2011. Cuando se emitió en la década de los años 90 alcanzó un 30% de cuota de pantalla.

La serie

Los modernos, los progres del trino, sostienen que es una serie ñoña, lenta, políticamente incorrecta, machista, que rezuma moralina desde todas sus secuencias. ¡Vamos, que el bofetón que le atizó Glenn Ford a Rita Hayworth en Gilda no nos resulta inconcebible en el siglo XXI! Señores y señoras del trino, dejen de erigirse como todólogos y aprendan a mirar, a leer y a disfrutar de los clásicos, de todos los clásicos, sin prejuicios.

Yo, que venía de disfrutar un veroño cántabro, de unos días de desconexión, he flipado cuando hurgando en los medios me he topado con la movida alimentada por Gloria Marcos. La política parece que desde su cuenta de Twitter arremetió contra TVE por la reposición de la serie al tiempo que se lamentaba de la desaparición de Las cosas claras, el programa presentado por Jesús Cintora.

"TVE repone Verano azul, a la vez que quita Las cosas claras y despide a Jesús Cintora. La televisión pública recupera la cutrez y la caspa del franquismo. Vaya con el gobierno de izquierdas", escribió el pasado martes, 3 de agosto, la ex coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià. Y se quedó tan ancha.

No se puede ser hacer más demagogia en 280 caracteres. Para empezar, a esta señora parece que se le ha olvidado que Franco murió en 1975; para terminar, no olvidemos que el programa de Cintora nació con intención de revitalizar la mermada audiencia del mediodía de La 1, pero rodeado de una tremenda polémica. La semana de su estreno, el comité intercentros de RTVE denunció que Las cosas claras vulneraba las leyes de la Corporación. El artículo 7.5. de la Ley de Radio y Televisión de Titularidad Estatal establece que "la Corporación RTVE no podrá ceder a terceros la producción y edición de los programas informativos". Pues nada, que la rabia de la pérdida de la colaboración la llevó a mezclar churras con merinas en el ágora pública cibernética y se lio parda. La ex tertuliana de Cintora siguió echando gasolina a sus trinos, pero no merece la pena dar pábulo a este tipo de comentarios.

La serie

Indudablemente, la reposición de Verano azul huele a naftalina. Dicho esto, para entender lo que supuso su estreno deberíamos mirarla con otros ojos, deberíamos recordar las lecciones que aprendimos de aquella extraña familia. Aunque parezca mentira, la serie filtraba cierto regusto progre que invitaba a la rebeldía. ¿Recuerdan la manifestación en la cubierta de La Dorada? "Del barco de Chanquete… no nos moverán". Seguro que lo han leído cantando.

Por primera se hablaba abiertamente de divorcio, de la maternidad en solitario, de la especulación, del caciquismo, de la muerte, incluso del medio ambiente. Un tema que hoy está de rabiosa actualidad gracias a la publicación del sexto Informe de Evaluación sobre cambio climático donde los expertos del IPCC responsabilizan a la humanidad del aumento de fenómenos extremos y avisan de que ya se han causado cambios que serán "irreversibles" durante "siglos o milenios". En el segundo capítulo, la pandilla creó una patrulla de limpieza, que bajo el lema 'Operación planeta limpio', dio ejemplo de civismo y concienció a la gente de la importancia de mantener limpia la playa. Corría 1981; hoy en 2021 el planeta vive inmerso en un código rojo.

Me da la sensación de que todos esos que braman por las redes repudiando la serie se avergüenzan de los que fueron, de lo que fuimos. Verano azul no deja de ser una radiografía de la sociedad española de la época. Los padres, con sus cuitas playeras, surgían como una caricatura de aquello que dejábamos atrás, una sociedad cuyos valores, cultivados durante 40 años de dictadura, andaban ya heridos de muerte.

Antonio Mercero convirtió a esa pandilla de adolescentes en el futuro, en el contrapunto de aquel pasado gris. Convirtió en padres putativos a Chanquete y a Julia, los dos únicos adultos que se distinguían del resto y a los que transformó en adalides de la modernidad.

A cada adolescente le regaló un estereotipo. Pancho, el idealista; Javi, el líder guaperas. Ambos bebían los vientos por Bea, la popular de la pandilla. Quique, como alter ego de los líderes, era el equilibrado, el pragmático. Desi, la rebelde. Mis favoritos, sin duda alguna, esa pareja hilarante formada por Tito y Piraña.

A pesar de la nostalgia, me queda una duda: ¿Tiene sentido tanta revisión de Verano azul? Con la mano en el corazón, el exceso se me indigesta.