| 14 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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22ª San Isidro: Las Ramblas sin gasolina y el viento deslucieron el festejo

El mal juego de los toros de Las Ramblas a los que le faltaron la gasolina de la casta y la presencia del viento, deslucieron un festejo que tuvo en el segundo de la tarde un toro de oreja.

| Miguel Angel Moncholi Ocio

Corrían los años noventa. El hasta hace poco Presidente del Senado Pío García Escudero, -a quien los ingratos taurinos le van a echar mucho de menos-, ocupaba el puesto de Vicepresidente Ejecutivo del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Es decir, que ejercía la gestión desde la Administración de la Plaza de Las Ventas.

Aficionado y buen muletero, sobre todo con la izquierda, -y no es una alegoría-, estaba preocupado por el molesto viento que azota frecuentemente las Las Ventas. La vía de circulación que discurre sobre el arroyo Abroñigal, más conocida como M-30, es un canal de aire que al llegar a la plaza de toros encuentra en sus tendidos el cauce del “aire”, el viento, lo que genera algo parecido a un remolino.

Abrir las puertas de los tendidos de Las Ventas genera corrientes que dificultan el toreo

Dispuesto a tomar medidas que paliaran el “efecto viento” que tanto molesta el toreo, pidió al Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA) que realizara una investigación desde la que poder tomar medidas al respecto. Algunas de las conclusiones eran contundentes, y entre ellas, que el viento que entra por las puertas abiertas de los tendidos altos y bajos generaban corrientes de aire.

Fue el mismo Pío García Escudero quien realizó estudios para cubrir Las Ventas. Su declaración de monumento histórico, la inconsistencia de los muros para poder aguantar la “tirantez” de la cubierta, -que exigiría unos contrafuertes que tuvieran su anclaje más allá de la M-30-, y la dificultad de hacer las obras en un tiempo récord que no afectara la celebración de las sucesivas ferias de San Isidro necesarias para hacer la obra, echaron para atrás el proyecto.

 

El mal juego de los toros de Las Ramblas rompieron la buena racha de este San Isidro

 

El viento no fue lo único que impidió mantener la buena racha de la isidrada

Viene todo esto a la actualidad, porque el viento molestó mucho en la 22ª de San Isidro. Pero, no fue lo único. Los toros de Las Ramblas, por su descastado juego, fueron el auténtico motivo del descalabro sufrido en lo ganadero. Solo un toro, el segundo, se salvó de la quema y del fracaso.

Un toro que tocó en suerte a Juan del Álamo, al que le faltó el tacto necesario para sacar partido de su nobleza, repetición y recorrido. El salmantino se mostró variado (faroles, molinetes, martinetes, amén de los consabidos derechazos y naturales) y también ligero, lo que deslucía su faena en aras a conseguir el trofeo que llevaba Sillero, de Las Ramblas, en peso, y el único encastado y con gasolina suficiente como para transmitir la emoción necesaria en estos casos.

Morenito de Aranda sin toros con los que poder lucir

Su segundo toro, el quinto, fue bronco, reservón y con peligro, si bien cambió a mejor al templarse con el transcurso de la faena. Por su voluntad recibió una ovación. Opciones que no tuvo Morenito de Aranda que se llevó un manejable, pero justo de fuerzas y casta, que hizo primero. Y un complicado, reservón y con peligro cuarto, de imposible faena si a todo ello le añadimos la presencia del viento.

A Tomás Campos, no le fue mejor. El extremeño afincado en Arnedo se libró de una voltereta de hule en el tercero con el que concluyó una faena de arrimón desafiando las aviesas intenciones del astifino toro de Las Ramblas que, como sus hermanos, lucía de espabiladeras para quitarle el hipo a cualquiera.

Con la cara suelta, como esos perros que adornan la trasera de los coches, el sexto protestaba, cabeceaba, se defendía con embestidas broncas, lo que impidió que Campos pudiera hacer algo más lucido en una tarde en la que el viento, no fue el único inconveniente, sino la falta de casta, de gasolina de la que los ganaderos entienden. No así de manejo, que, según me dicen, es una de las claves de su cada vez más deteriorado resultado ganadero.

 

22ª de San Isidro. Toros de Las Ramblas, descastados y con peligro, salvo el segundo, de oreja. Morenito de Aranda: Silencio y Silencio. Juan del Álamo: Ovación con Saludos y Ovación. Tomás Campos: Silencio y Silencio

 

Lo mejor:

La duración del festejo que, con sus 130 minutos fue la tarde de menos duración. Las corridas no deberían pasar de los 120 minutos.

Lo peor:

El mal juego de los toros de Las Ramblas, cuya presentación no debe solo medirse por las astifinas astas que lucían, sino también por el exceso de kilos, como en el caso del primero y el sexto.

 

Cartel de la 23ª de San Isidro: