| 10 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Irene Montero, esta semana en el Congreso
Irene Montero, esta semana en el Congreso

Habéis politizado el feminismo por un puñado de votos

El verdadero feminismo no tiene color (bueno sí el morado que surge de mezclar el rosa y azul de los estereotipos), jamás es radical, como tampoco es feminazi.

| Milagros Martín-Lunas Opinión

 

 

Me pregunto en qué momento las mujeres perdimos el Oremus, en qué momento desperdiciamos la oportunidad que nos brindaron tantas mujeres anónimas, las mismas que con su lucha nos trajeron hasta aquí, en qué momento descuidamos el control para iniciar una cruenta batalla en nombre del feminismo. Mujeres contra mujeres. Me resulta tan cruel y doloroso como una Guerra Civil que no deja de ser una batalla de hermanos contra hermanos.

El 8 de Marzo, el Día de la Mujer, debería ser sagrado. No hacemos más que tirar piedras contra nuestro tejado dejando que todo se politice y abriendo la puerta a todas aquellas que quieren rentabilizar y apropiarse el concepto de feminismo.

Unas, alimentando ideas intolerantes como feminazis o feminismo extremo; y otras, depreciando a sus mayores, expulsando a las camaradas que fundaron el Partido Feminista en una época en la que hablar de feminismo era lo más parecido a mentar al diablo. Habéis puesto el feminismo de moda porque os habéis percatado que es un nicho de recolección de votos. Me resulta intolerable.

Me repugna este gallinero de reproches de ida y vuelta en el que habéis convertido los pasillos del Congreso que, por si se os ha olvidado, es el rincón que representa a todo el pueblo español. “Sola y borracha quiero llegar a casa”. “Soy una feminista amazónica que dejaría dormir en el sofá si mi macho alfa saliera a defenderme. ¡Qué humillación!”.

La batalla feminista es más transcendental, va más allá y os estáis quedando en la superficie. Todo por un puñado de votos. Que sí, que no hay día que no haya pasado miedo al volver a casa sola, que es una verdad como un templo. Hoy, con el medio siglo encima, todavía me aterroriza entrar al garaje de mi casa sola.

Puede que un eslogan como este resulte inapropiado para un Ministerio, pero no dejar de ser una verdad aplastante. En la peor situación quiero llegar viva a casa. Y a ti Cayetana, eso de enviar a tu macho alfa al sofá igual destila cierto machismo. Si no quieres dormir con él, vete tú. El lecho no es propiedad femenina. Mucho landismo veo yo en ese tipo de acciones.

 

Señoras diputadas de todos los colores, para que ustedes puedan lanzarse dardos envenenados unas a otras, hace no mucho tiempo hubo otras tantas que pelearon por derechos que hoy nos parecen absolutamente naturales.

Para empezar les recomendaría que todas las noches, antes de dormir, repasaran algunos de los párrafos de ‘Lieders’, el poema transgresor e insólito que Rosalía de Castro escribió en 1858, con tan solo 20 años. “El patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud”. ¿Rosalía? Si, no la del tráh tráh, la de los billetes de 500 pesetas, esa.

 

 

Después, habría que recordar que no han pasado ni 100 años desde que podemos votar en este país. Eso se lo debemos a otra grande, a Clara Campoamor, que en su batalla por el voto se enfrentó incluso a mujeres que no estaban de acuerdo con el sufragio universal. Los progresos que las mujeres hemos experimentado en la sociedad se los adeudamos a mujeres que batallaron de verdad en momentos muy duros.

Repito, le debemos mucho a miles de mujeres anónimas que se enfrentaron a las injusticias de una sociedad donde las ellas pasaban de la mano de su padre para ser propiedad de su marido.

En 1975, mi padre firmó el contrato de trabajo de mi madre, porque le correspondía a él dar permiso de trabajo a su mujer. Para colmo, él tenia la potestad de manejar sus cuentas del banco como si fueran propias hasta que Belén Landaburu, procuradora en Cortes, consiguió establecer que las cuentas bancarias fueran unipersonales. Eso, que negro sobre blanco parece una boutade, era una realidad hace, como aquel que dice, un ratito.

La herencia

La herencia franquista, absolutamente restrictiva con los derechos de las mujeres, es una lacra difícil de superar. Lo aceptemos o no, todavía se mantienen las brechas, la violencia de género y la cultura machista. A nivel educativo, las mujeres ya hemos superado a los hombres en muchos ámbitos, pero esto no se traduce en trabajo y menos en cargos profesionales.

Por favor, no perdamos la esencia. El feminismo no es un antónimo de machismo. El feminismo no está en contra de los hombres, no pretende tampoco someterlos. Ni los odia, ni los aborrece. El feminismo sólo busca la igualdad social y profesional entre hombres y mujeres.

El verdadero feminismo no tiene color (bueno sí el morado que surge de mezclar el rosa y azul de los estereotipos), jamás es radical, como tampoco es feminazi. Hemos avanzando, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Trabajemos en ello, porque el futuro será feminista o no será.