| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La curva que demuestra que Sánchez animó a salir y se fue de vacaciones con los contagios ya desatados
La curva que demuestra que Sánchez animó a salir y se fue de vacaciones con los contagios ya desatados
Exclusiva

Sánchez se fue de vacaciones con los contagios multiplicándose ya por diez

El presidente del Gobierno animó a la gente a salir cuando ya era consciente de la magnitud del rebrote, presentado ahora como una sorpresa inesperada de agosto.

| Javier Rodríguez España

El 4 de julio, en la campaña de las Elecciones en Galicia, Pedro Sánchez se vino muy arriba. SI en mayo y junio ya había mostrado su entusiasmo, anunciando que se había ganado la "batalla" al virus, aquel día en La Coruña fue más lejos que nunca: animó a la ciudadanía a vivir con alegría, restó importancia a los rebrotes, presumió de "tener controlada la pandemia" e instó a "no dejarse atenazar por el miedo".

Su tono de entusiasmo, de "moral de victoria" como repitió en incontables ocasiones, se prolongó todo el mes de julio hasta coronarse con dos imágenes de autohomenaje imborrables: regresó de Europa entre aplausos en Moncloa y vítores después en el Congreso, vanagloriándose de que, además de vencer al virus, había enmendado la crisis económica al lograr 140.000 millones de la UE. Y después de fue de vacaciones, primero a Lanzarote y luego a Doñana, por más tiempo incluso que el verano anterior, sin Covid.

 

Hoy, con el mayor número de contagios de toda Europa, aquellas palabras suenan siniestras, frívolas o, cuando menos, equivocadas. O algo peor: premeditadamente falsas, a tenor de los datos recabados por ESdiario que desmienten, por completo, que el rebrote de agosto haya sido una sorpresa.

 

 

La curva de contagios demuestra que Sanidad ya conocía un repunte abrumador mientras Sánchez animaba a salir a la calle y se iba él mismo de prolongadas vacaciones

 

Ese mismo días se había registrado ya el doble de contagios que apenas dos semanas antes, y la curva comenzó a subir de manera incesante y anormal mientras el Gobierno sacaba pecho y preparaba su largo periodo vacacional, con una estampida de ministros que parecía reflejar, como pocas cosas, el final del martirio de la epidemia.

En realidad, cuando Sánchez despidió julio entre aplausos y cogió el Falcon para irse al palacio regalado por Hussein de Jordania a Juan Carlos I, la transmisión ya estaba disparada y el Ministerio de Sanidad lo sabía: tenía todos los datos, y eran ya demoledores.

En concreto, los casos computados a 5 de agosto, cuando el presidente se marchó sin ningún problema a las Canarias, eran de 4.000 contagios diarios. Diez veces más que cuando compareció en La Coruña animando a todo el mundo a darse una alegría. Y no fue un dato excepcional.

 

 

La tasa de contagios que cada infectado podía provocar también estaba disparada a niveles de marzo mientras Sánchez organizaba sesiones de aplausos en Moncloa y el Congreso

 

Mientras se aplaudía e incluso Fernando Simón se marchaba a Portugal a hacer surf, la curva pandémica ya estaba desatada, con un crecimiento diario de casos detectados totalmente disparado: para hacerse una idea, basta con decir que el día en que Sánchez se ausentó de La Moncloa rumbo a la playa, los contagiados fueron casi idénticos a los del 31 de marzo, en pleno pico de la primera ola.

Aún hay más para evidenciar hasta qué punto el brote nunca pasó, en realidad, o el rebrote, si prefiere llamárselo así, nunca fue una sorpresa: el número reproductivo básico, que en resumen es la cifra que nos dice a cuántas personas puede contagiar un infectado, estuvo ya en julio a niveles de los peores días de marzo.

 

Por ejemplo, el 5 de julio, cuando Sánchez exhortaba a disfrutar de la calle, el baremo era ya de 1.20, el mismo que la última semana de marzo aproximadamente. Y cuando el presidente estaba ya a punto de concederse la célebre imagen de los aplausos, alcanzó un récord de 1.45 a mediados de julio.

Dicho de otra forma, la transmisión que ahora hace acumular en España más del 10% de todos los casos registrados en Europa, era ya visible y conocida en Sanidad en las mismas fechas en que el mensaje del Gobierno era justo el puesto.

Si en marzo Sánchez desoyó todas las alertas internacionales, contribuyendo decisivamente al contagio más masivo prolongado hasta que decretara el Estado de Alarma; este verano ha vuelto a lo mismo: Y el resultado se parece de nuevo.