| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Henry Ford
Henry Ford

Ford T; el antes y el después

Visionario industrial y, por ello, un revolucionario que cambió la sociedad y determinó el nacimiento de una nueva clase media. Es Henry Ford, un mito con clarosocuros pero único.

| Enrique Redondo de Lope Opinión

“Voy a construir un coche para el pueblo, el automóvil universal”.

Quien de esta guisa se despachaba era Henry Ford, probablemente uno de los empresarios más famosos e influyentes de la historia de los Estados Unidos, en su sueño de popularizar la venta de sus automóviles. Poco después nacería el Ford T y nada volvería a ser igual.

Y es que Ford siempre había sido un adelantado a su época, sentando muchísimas de las bases actuales en todo lo relacionado a la construcción de automóviles. Henry Ford, nacido en 1863, había trabajado como maquinista de tren, pero su vida cambiará al conocer en 1885 las primeras unidades de automóviles producidos por Benz.

Ford se inspiraría en los mataderos de vacas de Detroit o las fábricas de armamento para crear cadena de montaje

Así en 1903 crearía la Ford Motor Company con la idea de conseguir abaratar la producción de automóviles, que hasta ese momento se fabricaban de manera artesanal con unos costes que los hacían inaccesibles para el americano medio. Pero para ello necesitaba cambiar de raíz toda la filosofía empresarial; había que reducir los costes de fabricación de una manera brutal.

El inspirador

Sus competidores continuaban viendo el negocio de la misma forma; fabricar automóviles a un alto precio y venderlos a un alto precio. Pero Ford creía que con la técnica correcta los coches se podrían vender a un precio asequible para la mayoría de la población. Se fijó en la cadena de montaje que había inventado el empresario Ransom Olds, fundador de la compañía Oldsmobile, mejorándola y perfeccionándola.

Ford se inspiraría en empresas tan dispares como los mataderos de vacas de Detroit o las fábricas de armamento, convirtiendo su planta de fabricación de automóviles en una cadena de montaje que a base de correas de transmisión que iban desplazando automáticamente el esqueleto del automóvil por la nave mientras que los operarios realizaban sus labores sin tener que desplazarse hasta que el coche estuviera completamente terminado, aplicando las teorías de Frederick Taylor sobre la “organización científica del trabajo”.

Cambio laboral

Pero este sistema de producción en cadena tenía un riesgo añadido; se necesitaba de una producción muy alta para ser rentable, con lo que el mercado americano tendría que tener la capacidad de absorber todas las unidades que Henry Ford produjese de su coche, cosa que el empresario estaba convencido de que iba a suceder, así como que en breve periodo de tiempo el automóvil seria parte indispensable de la cultura americana, como así sucedió.

 

 

Pero la creación de este patrón de trabajo no solo supuso un cambio para el ciudadano americano, que por primera vez podía optar a la compra de un automóvil, sino que las relaciones laborales entre patrono y obrero sufrían un cambio muy profundo. “Nada es especialmente difícil si lo divides en pequeños trabajos”, solía decir con frecuencia el empresario de Detroit.

Los sindicatos

Por un lado la fabricación en cadena hacía que las cualificaciones técnicas de los operarios carecieran de importancia; cada obrero solo se ocuparía de una parte del proceso con lo que era muy fácil adiestrar a los obreros en su trabajo, lo que hacía absurda la incómoda actividad reivindicativa de los llamados sindicatos de oficio que basaban su fuerza en la cualificación profesional de sus miembros.

Ford se aseguró una plantilla por un lado muy satisfecha en sus condiciones laborales y con unas normas de conducta estrictas

Y es que estas organizaciones eran los únicos sindicatos que tenían fuerza en aquella época en los Estados Unidos. Pero por otro lado la reducción significativa de costes en la producción permitiría a Henry Ford elevar los salarios de los obreros hasta límites muy por encima de la competencia del resto de la industria americana con sus famosos cinco dólares diarios (la media era unos dos dólares diarios), consiguiendo que todos los obreros de Detroit desearan trabajar en su novedosa fábrica de automóviles.

De esta manera Ford se aseguró una plantilla por un lado muy satisfecha en sus condiciones laborales y a los que se les impusieron unas normas de conducta realmente estrictas (incluso en el ámbito de su vida privada), toda una transformación social se extendería como la pólvora a todas las demás fábricas e industrias.

La nueva clase media

Además por primera vez los trabajadores no cualificados de una fábrica podían considerarse como pertenecientes a la clase media, con todo lo que ello suponía para la estructura social de los Estados Unidos; para Henry Ford sus vehículos eran una manera de transformar la sociedad.

Y es que el comienzo de la fabricación en planta de Ford supuso una revolución industrial que a su vez provocaría una revolución social. Y todo empezó con el sueño de un empresario visionario un 12 de Agosto de 1908 cuando inició la construcción del primer Ford T de la historia.