| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El 80 por ciento de los jóvenes menores de 30 años en España siguen viviendo con sus padres, lastrados por el desempleo y por la precariedad e inestabilidad del mercado laboral.
El 80 por ciento de los jóvenes menores de 30 años en España siguen viviendo con sus padres, lastrados por el desempleo y por la precariedad e inestabilidad del mercado laboral.

¿Para qué estudias, si eres un nini del precariado?

Los títulos académicos no cumplen su función “económica”, si tenemos una masa sobrecualificada y descontenta en un “mercado laboral” que no los quería así. ¿O sí?

| Pascual Tamburri Opinión

Es terrible, terrible. Los medios de comunicación provinciales acaban de descubrir con dolor un problema al que llaman “sobrecualificación laboral en Navarra”. Ahora queda descubrir qué es eso, quién tuvo la culpa, y de paso saber si un poco de responsabilidad no la tuvieron… los mismos medios forales de comunicación.

Sobrecualificación laboral, “esto es, el número de titulados que tiene un puesto de trabajo inferior a su formación y que en Extremadura afecta a un tercio de los universitarios contratados. En Castilla y León, la comunidad que lidera el ranking, el 44,7% de sus titulados con empleo están sobrecualificados. En el lado opuesto está Navarra, que cuenta con la mayor tasa de graduados con trabajos adecuados a su cualificación, el 74,8%. Pero antes de analizar la calidad del empleo, hay que tener en cuenta la cantidad… No obstante, los datos destacan que aunque sea complicado lograr un empleo más difícil es para aquellos que no tienen estudios universitarios. La diferencia en la tasa de paro de los titulados es hasta once puntos inferior respecto al porcentaje global de desempleo de la región”.

En resumen, “producimos” demasiados titulados superiores para los que el “mercado de trabajo” demanda. Navarra incluida. Y aunque los universitarios se colocan más que los no titulados superiores, en una parte escandalosa se colocan por debajo de su nivel, en puestos que no requieren esa formación. O al menos la formación que se suponía en un titulado universitario. “Un gran porcentaje de graduados universitarios españoles está en el paro. Pero quizá más grave es que más de un 40% de los titulados que sí trabajan lo hacen en puestos por debajo de su cualificación teórica, y casi un 17% directamente está dedicado a trabajos manuales que no requieren ninguna titulación.”

Los universitarios son una parte muy numerosa de la juventud precaria de estos días.El 80 por ciento de los jóvenes menores de 30 años en España siguen viviendo con sus padres, lastrados por el desempleo y por la precariedad e inestabilidad del mercado laboral”. No es que no trabajen, porque muchos sí lo hacen, pero lo hacen sin horizonte, sin estabilidad, sin saber cuánto durará y sabiendo que con lo que se les paga no se puede vivir. No es la consecuencia de la crisis o de los recortes, sino del modelo económico en su conjunto, incluyendo por supuesto la devaluación del trabajo impulsada por su mercantilización y por la inmigración.

Trabajan, pero sin futuro ni esperanza, masivamente en precario, y masivamente humillados porque se formaron para un mundo y un nivel que no existen. Precarios, recompensados sólo con horizontes mínimos de diversión, de transgresión superficial, de pequeños placeres a cambio de someterse sin grandes horizontes.

¿Y por qué van a las Universidades, y sus familias y profesores los envían a ellas cuando vemos que nada garantizan salvo esfuerzo primero y humillación después? Porque nadie, empezando por los políticos y los periodistas, recuerda qué debe ser una Universidad, y dónde están los límites y las funciones del saber superior.  Lo hemos dicho aquí tantas veces… estamos ante “el fracaso del actual modelo universitario, basado en la multiplicación de plazas y de centros universitarios, la supuesta orientación utilitaria" o "económico-laboral a los universitarios y la confusión interesada entre el derecho al acceso a la enseñanza con el derecho al éxito en los estudios… con la consecuencia evidente de la reducción del nivel, inherente a un neonato derecho a aprobar y a titularse”.

Traducía ya Alfonso X que “estudio es ayuntamiento de maestros e escolares”. Y no pretendo que lo entienda hoy la mayoría, pero sí que “hemos dejado completamente de valorar la función primigenia y fundacional de la Universidad –la transmisión, conservación y creación del saber-, engañando a los jóvenes con la idea de las "salidas" y a la vez convirtiendo las Universidades en lugares de adquisición de competencias profesionales lucrativas (algo que, cuando lo han sido, ha sido secundario)”. Enseñábamos que la Universidad es, cuando es,  “una comunidad humana variable en su composición y organización a la que las sociedades de tradición europea occidental han encomendado desde el siglo XI funciones relacionadas con la alta cultura”.

Con los siglos, la Universidad ha ido añadiendo formas y contenidos a su identidad, desde la su primera e irrenunciable función, “la conservación e interpretación de la cultura clásica, base de la educación de las minorías dirigentes de todos los países, incluyendo Medicina, Derecho, Filosofía, Teología o Artes”, a la investigación ilustrada con sus ciencias, a la Universidad de masas, destinada a la formación profesional superior, con sus técnicas y prácticas, en el siglo XX. Hoy ya no es ni eso. Pero llamar Universidad a una forma no especialmente buena de Formación Profesional lleva a la precaria situación española actual, con una Universidad reducida a una misión de integración social, universalizada y falsificada amén de devaluada por su misma extensión; a la vez que se desprecia a todos los niveles realmente prácticos y necesarios, mayoritarios por definición en toda comunidad, de auténtica FP.

En Navarra hemos visto sucesivamente fundar una Universidad por razones religiosas no etimológicamente universitarias; luego, generación y media después, las mismas instituciones dudaron si crear una segunda Universidad, pública y técnica, y lo hicieron; y sucesivamente hemos visto aparecer peticiones de fundación “universitaria” en los lugares más insólitos, nunca con una vocación propiamente universitaria. ¿Y los mismos que han promovido esta masificación y vaciamiento de lo universitario se quejan de que hay demasiados universitarios para el “mercado”? Se equivocaron por supuesto desde el principio y sin muchas diferencias con lo sucedido en casi toda España… ¿Educar? Lo que quieren es una titulación "útil" (unos) y sectaria (otros). Tenemos un problema evidente ante el que no debemos cerrar los ojos “sin solucionar la cuestión realmente importante de fondo: ¿qué pretende esta sociedad de sus escuelas, colegios, Institutos y Universidades?”. Marxistas, burguesitos, capitalistas miopes, separatistas y provinciales… “coinciden en muchas cosas de fondo. Cosas que se transmiten en la escuela… Si los mandamos a clase, les enseñamos a ir a clase, para conseguir un título, "triunfar" y ascender en esta sociedad tal y como es y parece que va a ser estaremos construyendo a la vez unos futuros adultos infelices (aunque lleguen a ricos) y una escuela que lejos de educar y formar tenga como meta esencial transmitir el actual orden de cosas... y cumplir con memeces burocráticas”. A la Universidad con vocación de saber y a formarse; y alejad de los claustros, por todos los dioses, la “utilidad” del mercado, que tiene sus propios lugares. Si no, estaréis multiplicando la infelicidad y la rebeldía de esta generación sobrecualificada, precaria y maltratada sin saberlo.