Una derecha que ilusione

(Foto de ARCHIVO) El lider del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y el líder de VOX, Santiago Abascal (d)
Vivimos en un país donde todas las formaciones políticas de izquierda y sus respectivos dirigentes, de manera unánime, se enorgullecen de definirse como de izquierdas, algo que, lamentablemente, no ocurre con las que se sitúan en el espectro de la derecha.
Mientras que en Vox no esconden su condición de derecha y patriota, la gran mayoría de la clase política del Partido Popular opta por presentarse como de ‘centro’ o ‘centroderecha’, movidos por el temor a ser etiquetados como ‘fachas’. Desde luego, en mi opinión, ese es uno de los principales motivos por los cuales, en este momento, ‘no gobierna la derecha’. En pocas palabras: debido a los complejos existentes en una de las partes, la de Génova 13.
Eso no quita que se deba reconocer que la formación encabezada por Santiago Abascal, hoy en día, también presenta varios aspectos que corregir, los cuales repercuten negativamente en sus intereses a la hora de postularse como la fuerza más votada en España o como la opción preferida dentro de su espectro político.
A pesar de que Vox, en muchas ocasiones, expone situaciones que el Partido Popular prefiere evitar para atraer al votante descontento con el ‘Sanchismo’ a sus filas, considero que sus formas les fallan... y mucho, a la hora de lanzar el mensaje. Sinceramente, no hace falta gritar como exaltados ni ser mal hablados para transmitir los problemas reales que afectan a nuestro país, como la inmigración ilegal, la ideología de género y otros tantos. Simplemente, utilizando un tono moderado, respaldado por datos objetivos, sería más que suficiente para restar votos a los de Alberto Núñez Feijóo.
No obstante, mi intención no es manifestar que votéis al Partido Popular o a Vox, ni sugerir que surja un tercero que les ‘coma la tostada’ a ambos, sino que las dos formaciones políticas espabilen y cambien, de una vez por todas, su modus operandi: que una deje los complejos a un lado y actúe como el partido de derechas que es, y que la otra, manteniendo su discurso, rebaje el tono para no dar motivos a los medios de comunicación de tendencia liberal o conservadora para denominarles como de extrema derecha.
Supongo que, si ambas formaciones ceden y subsanan sus puntos débiles, el regreso de la derecha al poder será cuestión de horas, en cuanto se convoquen unas nuevas elecciones generales. Para ilusionar al votante de perfil liberal-conservador, es necesario dejar las emociones a un lado e intentar recurrir, sobre todo, al raciocinio, porque son muchos los abstencionistas dispuestos a votar tanto al Partido Popular como a Vox, siempre y cuando corrijan aquellos aspectos en los que fallan de manera tan evidente.
Como siempre digo, hay que ser fieles a una ideología, pero jamás a una formación política concreta, ya que la mentalidad y la actitud de esta dependerán exclusivamente del líder que la encabece. Presumir de ser de derechas no es motivo de vergüenza, sino todo lo contrario: quienes defienden estos postulados son trabajadores normales y corrientes, autónomos que luchan para llegar a fin de mes, y pequeños, medianos y grandes empresarios que generan empleo, contribuyendo así al crecimiento del país. Es por ello que debemos sentirnos orgullosos de lo que representamos, al igual que de nuestras raíces, cultura y forma de ver la vida. Que sea la izquierda quien sienta reparo por defender ideologías como la comunista, que acumula tantos episodios oscuros en la historia como mentiras en su haber. Solo así, España, de la mano de la derecha, podrá avanzar y prosperar. En definitiva, necesitamos una derecha que ilusione.