| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

63 días y 63 noches: todos los abusos cometidos por Sánchez en apenas dos meses

Ningún presidente ha cruzado tantas líneas rojas en tan poco tiempo: su estrategia abre una caja de Pandora de consecuencias incalculables. Y él lo sabe.

| Fernando de Rosa Opinión

 

 

Una de las mejores canciones de Joaquín Sabina es la titulada 19 días y 500 noches. Esta canción es un claro alegato a un abandono, es un quejido ante lo que puede considerarse una traición, escuchándola de nuevo me han venido a la cabeza los escasos 63 días, con sus correspondientes noches, con los que Sánchez ha querido tramitar la ley de Presupuestos en el Parlamento. 63 días en los que ha ido olvidando todas las líneas rojas con las que nuestra democracia ha ido protegiendo la convivencia durante los últimos 42 años.

En el  texto de la canción del gran Sabina hay un párrafo que nuestro Presidente del Gobierno debería leer y sobre todo, escuchar: “Me abandonó como se abandonan los zapatos viejos, destrozó el cristal de mis gafas de lejos…”.

Estas frases definen perfectamente cómo en los escasos días con los que se van a tramitar las cuentas del Estado, el periodo más corto de debate presupuestario de la historia de la democracia, ha traicionado nuestra Constitución abandonándola como unos zapatos viejos  que se tiran al contenedor sin remordimiento alguno, y cómo ha renunciado a mirar a medio y largo plazo, a cambio de lograr lo que considera un triunfo.

Que es sacar adelante unos presupuestos que le permitirán continuar durmiendo en el Palacio de la Moncloa, destrozando la cohesión de la sociedad española que, con las gafas de lejos política,  ve perfectamente los riesgos  a los que estamos abocados los españoles.

En 63 días  y 63 noches se ha pactado el acercamiento de presos etarras , el blanqueamiento de Bildu; la desaparición del castellano como lengua vehicular;  la modificación de los delitos de rebelión y sedición para  lograr una amnistía encubierta a los presos golpistas; la expulsión del ejército del cuartel de Loyola en San Sebastián; el levantamiento a la vigilancia sobre las cuentas de la Generalitat de Cataluña, medida que se adoptó para evitar que se financiara el independentismo desde las instituciones autonómicas y que impuso el Gobierno del Presidente Rajoy; cambio del modelo fiscal para  imponer un infierno  en toda España, siguiendo el modelo separatista catalán y declarando la guerra al modelo liberal de la Comunidad de Madrid.

La ambición de Sánchez para seguir en el Gobierno no tiene límite, aunque para ello tenga que cruzar todas las líneas rojas

Lo  grave de esta situación es que Sánchez sabe que está jugando con fuego, sin importarle abrir la caja de Pandora de la que pueden volver a salir los viejos demonios de las dos Españas enfrentadas, tan solo para ganar un plato de lentejas en forma de presupuestos.

Piensa que una vez aseguradas las cuentas podrá volver a controlar la situación, pero lo que ha creado es un monstruo en forma de bloque político alternativo al partido socialista, conformado por Podemos-ERC-BILDU que, con sus  53 diputados, van a  anclarlo en las políticas de desguace constitucional.

 

Sánchez ha preferido escuchar a Iglesias, en vez de a Felipe González, al que Adriana Lastra ha querido insultar con la frase de desprecio: “ahora nos toca gobernar a nosotros”, frase que demuestra el escaso bagaje intelectual de la portavoz socialista, ya  que estas palabras reafirman la denuncia del Presidente González.

En estos 63 días y 63 noches, el término “nosotros” empleado por Lastra no hace referencia a los socialistas, sino al conglomerado “Frankenstein” que nos gobierna, y ese es el gran triunfo de Pablo Iglesias, que ha logrado secuestrar a las viejas siglas socialistas provocando lo que Felipe González ha denominado “un sentimiento de orfandad representativa” que recorre los sentimientos de muchos socialistas en España.

Joaquín Sabina cantaba que para olvidar un desengaño era necesario que transcurrieran 19 días y 500 noches, pero en España a muchos ciudadanos que de buena fe votaron las siglas PSOE, les han bastado 63 días y 63 noches para descubrir que la ambición de Sánchez para seguir en el Gobierno no tiene límite, aunque para ello tenga que cruzar todas las líneas rojas posibles.