El numerito del actor encuentra eco en Pablo Iglesias o Juan Diego Botto. Su melodramatismo está injustificado y aquí le damos cumplida respuesta y explicación.
El pobre Willy Toledo soporta una orden judicial de detención, pero en su huida del neofranquismo recalcitrante que según algunos lumbreras aún sufrimos, cuenta con el épico respaldo de un sinfín de concienciados ciudadanos que están dispuestos a inmolarse y compartir con el actor el título oficioso de mártir de la democracia.
Es cierto que el cambio en La Moncloa ha llevado a muchos políticos a moderarse, pues ya se sabe que si a Valtonyc le condenan con un Gobierno del PP es "represión", pero si le extraditan bajo otro del PSOE es "burocracia"; pero aún así quedan algunos representantes de la resistencia como el bueno de Juan Diego Botto, retuiteado para la solemne ocasión por el redivivo Pablo Iglesias, no se sabe si desde el búnker de Galapagar o desde ese Congreso de los Diputados al que no acudía desde la primera glaciación.
Nunca debió admitirse a trámite. Si cagarse en Dios fuera delito media España debería estar en la cárcel. Es la Libertad de expresión lo que está en juego. https://t.co/OODrzVRQBO
— Juan Diego Botto (@JuanDiegoBotto) 4 de septiembre de 2018
No remó sólo el actor argentino, tan concienciado siempre que lo mismo hasta desarrolla migrañas, y las redes sociales se llenaron de expresiones con la frase "Me cago en Dios" para inmolarse junto a Willy, denunciado por un improperio parecido. Vean otro ejemplo igual de heroico de otro héroe moderno, el tal Crudo:
Me cago en Dios, me cago en Dios y me cago todo lo que haya que cagarse en Dios. Hoy más que nunca me cago en Dios porque el juez manda detener a Willy Toledo por cagarse en Dios y es para cagarse en Dios que en este país no te puedas cagar en Dios libremente, #MeCagoEnDios
— Javier Gallego Crudo (@carnecrudaradio) 4 de septiembre de 2018
Hay más, que por algo #MeCagoenDios es el horroroso e innecesario hastag del día, pero no reproducimos todos por no aburrirles y ante la posibilidad de resumir el fenómeno señalando que la autoría intelectual del exabrupto tiene el sello de Podemos.
Pero digamos algo para los que, pasando por allí y sin tener muchas nociones de Derecho, lo mismo se piensan que al pobre Willy le quieren detener por blasfemar y que semejante delito comporta penas medievales previo paso por el potro de tortura.
Y ahora, la verdad
Y no. Para empezar, se trata de un 'delito' castigado, como mucho, con una multa: aunque Toledo y sus mariachis se sientan maquis, todo lo más tendrá que rascarse unos euros del bolsillo. Y para terminar, el juez del caso no da orden de captura por cagarse en Dios ni faltar a los sentimientos religiosos de nadie; sino por ignorar las citaciones a declarar que le había cursado dos veces.
Al magistrado, en fin, se la bufa Willy como a casi todo el mundo. Y se la bufa también que su incomparecencia sea a una causa por razones religiosas o futboleras. Lo explica muy bien Sofía Puente, jurista reclamada a menudo en la Cadena Ser por su experiencia y conocimientos:
En España, cuando un juez te cita a declarar, por muy aberrante que te parezca la denuncia o injustificada su admisión, estás obligado a ir y si no vas, asumes que irás detenido a hacerlo. No hay más.
— Sofía Puente S. (@aifosan) 4 de septiembre de 2018
Está fácil evitar la detención compareciendo a la citación.
Que sea razonable el debate sobre la modificación de ciertos delitos de opinión no equivale a que, mientras se mantienen los actuales, uno puede llamarse a andana ni magnificar las consecuencias civiles que, casos como éste, pueden tener si vacilas al juez.
¿Respeto y educación?
Y son episodios bien poco parecidos, por cierto, al de otros raperos que se creen que las amenazas y las vejaciones lo son menos si se hacen entre chillidos guturales a los que ellos incomprensiblemente llaman música.
No, no está en juego la libertad de expresión. Y sí, estaría bien que no hiciera falta pasar por el juzgado por determinados excesos. El mejor antídoto se llama respeto y educación, esos dos valores que nos distinguen de ciertos animales cuadrúpedos con gusto por la charca.