| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Pablo Iglesias, de espaldas, junto al IBEX 35
Pablo Iglesias, de espaldas, junto al IBEX 35

La crueldad se ceba con Iglesias y Montero: le deberán su sueldo a Arrimadas

El aburguesado vicepresidente segundo dispara ya con balas de fogueo y su único objetivo es prolongarse junto a su mujer en sus cargos. Y se lo van a deber a quien menos querían.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

 

Ha regresado Pablo Iglesias de sus vacaciones fuera de foco, acorralado por el calendario judicial, que le atenaza en diversos frentes, y con el perfil de sus ministros desdibujado, incluyendo los rumores crecientes de cese del ignoto y desaparecido Manuel Castells, titular de Universidades.

Así que en estas últimas horas, desempolvando el manual de “hacer ruido, que algo queda”, el vicepresidente ha jugado a hacerse el fuerte amenazando con el veto de su partido a un acercamiento de Pedro Sánchez a Inés Arrimadas en el encuentro que ambos mantendrán hoy y que puede ser decisivo para el futuro de los Presupuestos Generales y, por ende, para prolongar la estancia del actual Gobierno en La Moncloa.

Sin embargo, un estudioso de los temarios de Ciencias Políticas tan orgulloso como Iglesias no debería ignorar que a la hora de lanzar un desafío conviene pisar terrenos cómodos. El líder de Unidas Podemos se está aficionando cada día más a jugar de farol. Y, lógicamente, todos van pillándole los trucos. Así ha vuelto a sucederle. Visto y no visto.

De su minuto de gloria estableciendo otro “cordón sanitario” (uno más, ahora también a Cs) ha pasado a “tragarse” una lección de “Realpolitik”. Y especialmente sangrante para el ego del morado, porque le han bajado los pies a la tierra desde la propia moqueta del Consejo de Ministros. Ha sido una de esas “enemigas íntimas” que el secretario general de Podemos se ha creado en tiempo récord: la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

 

"Los Presupuestos son del Gobierno, no de la ministra de Hacienda ni del departamento. Se aprueban por el Gobierno, por lo que las dos formaciones que lo componen se tienen que considerar razonablemente cómodas, siendo conscientes de que solo contamos con 155 diputados", le ha recordado la responsable de las cuentas públicas a su compañero de gabinete tras el Consejo de Ministros celebrado después del intento de veto a Arrimadas.

Una de cal y una de arena, eso sí. Porque La Moncloa ha decidido no tensar más la cuerda con sus coaligados y darles presencia directa en las reuniones con las distintas fuerzas políticas para negociar los Presupuestos Generales del Estado de 2021.

 

 

Llama la atención que Montero haya tenido que salir al paso del boicot de Iglesias a un Ciudadanos que se antoja clave para el futuro. Y que el propio vicepresidente no se haya dado cuenta de que no está ahora en juego la imposición de su hoja de ruta más radical: rejonazo fiscal y barra libre de gasto público.

El líder morado debería asumir de una vez que el objetivo es mucho más mundano y, seguramente para él, urgente. Se trata de garantizar su propia supervivencia y la de Irene Montero -ese modus vivendi que les permite sufragar su onerosa hipoteca y su aburguesado nivel de vida-, así como la gigantesca agencia de colocación que Unidas Podemos ha creado en virtud de su pacto con el PSOE.

Sobre Pablo Casado

Pedro Sánchez sabe ya de antemano, antes de sentarse con Pablo Casado en La Moncloa este miércoles, que sus presupuestos saldrán adelante de la mano de Arrimadas y el PNV. O eso o no serán. Y que una cosa es que el líder del PP asuma el delicado momento que atraviesa España y se muestre dispuesto a echar una mano dentro de lo posible, y otra bien distinta enterrar la alternativa necesaria bajo el cheque en blanco que le exige el presidente. Ni se lo puede permitir este país ni jamás se lo perdonarían sus votantes.

Iglesias ha recibido en pocas horas una cura de humildad impagable. Ni puede ni debe lanzar boicots. No tiene hoy fortaleza política para eso. Y además, aunque le reviente, puede darse la paradoja de que sea precisamente Inés Arrimadas quien le permita seguir en el “machito” al menos dos años más.