| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez, el lobo feroz de un cuento con demasiadas caperucitas

El líder del PSOE se salta todas las líneas rojas para conseguir sus objetivos: lo llama "resistencia", pero es una falta de escrúpulos que sus rivales no saben tratar.

| Antonio R. Naranjo Opinión

Con una desvergüenza que debería tener incluso consecuencias jurídicas, el socialista José Félix Tezanos ha vuelto a utilizar el otrora prestigioso CIS para hacer pura propaganda electoral de su compañero y jefe de filas, Pedro Sánchez, lanzando otra inverosímil encuesta según la cual su partido, el PSOE, tiene ya un 33% de los votos, duplica al PP y supera incluso a la suma de éste con Ciudadanos.

Crear una imagen de ganador de Sánchez es una manera de ayudarle a que lo pueda ser, por el más que estudiado "efecto arrastre" o "caballo ganador" según el cual un número determinado de la población -calculado en un millón de personas por distintos expertos- tiende a votar a quien es presentado y visualizado de esa manera.

La manipulación es tan grosera como casi todas las que Sánchez ha protagonizado desde su aterrizaje en La Moncloa y evidencian la falta de límites y respeto a las instituciones que caracteriza al líder socialista.

 

Desde que llegara al poder, por la puerta de atrás, ha tomado el control por decreto de RTVE, ha asaltado literalmente el CIS, ha colocado a infinidad de militantes en puestos clave de la Administración (desde Correos a Paradores) pese a carecer de experiencia y ha sometido los recursos públicos a sus caprichos (caso del Falcon) o necesidades políticas.

Sin disolver las Cámaras

Todo ello queda resumido en un hecho insólito y sin precedentes, cual es el anuncio de Elecciones Generales sin disolver las cámaras, para guardarse casi tres semanas extra de impunidad política para, desde el Consejo de Ministros, pagarse la campaña del PSOE con decisiones y decretos electoralistas impropios de un dirigente que respete las reglas del juego democrático.

Si su "No es no" le valió para tapar dos derrotas y estigmatizar a sus compañeros; el marketing le está valiendo, sin gran oposición, para que se olvide el origen de su presidencia

Es en ese ámbito de la falta de respeto absoluto en el que hay que ubicar el sometimiento del CIS, que intenta colocarle a la opinión pública un relato simplemente falso: el de que el bloque de izquierdas ha remontado cinco puntos al de centroderecha desde mayo de 2018 -último sondeo presentable- para colocarse ahora diez por encima. 

Aunque el hundimiento de Podemos preconiza un alza del PSOE, la suma de ambos está incluso por debajo de la que lograron en las Generales de 2016, según todas las encuestas independientes. Y la de PP, Cs y Vox muy por encima, sin embargo. Que la fragmentación en tres del voto liberal y conservador pueda favorecer una victoria parcial del PSOE no significa, en ningún caso, que ese sector poblacional no sea en estos momentos abrumadoramente mayoritario.

Un estropicio

Es lo que dicen las urnas de 2015 y confirmaba el propio CIS hasta el bochornoso asalto de Tezanos. Pretender que en nueve meses de tesis, Falcon, Torra y caída económica Sánchez se ha transformado en un icono para los españoles es, simplemente, cómico.

Pero refleja también la dificultad y torpeza de sus rivales para haber evitado que, una vez más, el líder socialista impusiera un relato ficticio de los hechos acomodado a sus objetivos: si su famoso "No es no" le valió para tapar dos derrotas históricas y estigmatizar a sus propios compañeros para ganarles luego las Primarias; su operación de marketing constante le está valiendo, sin demasiada oposición, para que se olvide el origen nefando de su presidencia, la catadura de sus aliados y el estropicio de su gestión.

Porque a estas alturas el PP y Cs se habrá dado cuenta ya de su error primigenio de haber aceptado, con sorprendente naturalidad, el asalto de junio a La Moncloa, cuya respuesta debiera haber sido inmediata y constante, sin otro punto en el orden del día de las relaciones con ese Gobierno de Sánchez, Iglesias y Torra que decirle, a cada minuto, "Usted no es mi presidente".

Pero el PP optó por concentrarse en la sucesión y Ciudadanos por hacerse entender, contribuyendo con su falta de pelea y su monumental despiste a normalizar una anormalidad que, a fue de costumbre, puede acabarle pareciendo normal a casi todo el mundo: que un presidente negligente, plagiador  e irresponsable gane las elecciones y gobierne con la misma tropa que le llevó a escondidas al poder para cobrarse luego la pieza, ya todos ellos sin necesidad de disimular que son el lobo y que, en este cuento, a Caperucita se la comen vuelta y vuelta.