| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los “disminuidos”, el telégrafo y otros ‘borrones’ de la Carta Magna

La vicepresidenta se abre a modificar la Constitución lingüísticamente para excluir el término 'disminuido', aunque existen otros errores y antiguallas que deberían ser revisados

| Pedro Pérez Hinojos Opinión

La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Igualdad, Carmen Calvo, ha apoyado la idea de modificar la Constitución de 1978 para "ponerla en orden" lingüística y excluir términos como "disminuido" que en ella se incluye y que desde hace años es objeto de controversia por parte de las organizaciones sociales.

Calvo respondió así durante su comparecencia en la Comisión Constitucional del Congreso, a la propuesta del presidente de la Comisión de Políticas Integrales de la Discapacidad, el diputado de PDeCAT Jordi Xuclà, quien le informó de que existe una campaña al respecto liderada por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y la periodista Vicky Bendito.

 

"El artículo 49 de la Constitución habla de disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos y habla de una política de previsión, tratamiento y rehabilitación de disminuidos", explicó Xuclà, quien apremió al Gobierno a "borrar" este término "en el menor tiempo posible". Para Xuclà, los tres quintos de la Cámara necesarios para esta reforma "se pueden alcanzar perfectamente". Una afirmación que compartió la propia vicepresidenta, quien aseguró que en la actualidad existe una mayoría de acuerdo para "poner en orden" la Constitución, aunque sea "de manera lingüística".

Y he aquí algunos de los otros borrones que, sin entrar en profundidades ideológicas y de interés de Estado, también podrían ser corregidos con consenso asegurado cuando los diputados y senadores lo tengan a bien; algunos de ellos ya señalados en su momento por el premio Nobel, Camilo José Cela, al que se le encargó revisar el texto, que calificó de "hortera".

La mujer, solo para el matrimonio

Denunciaba también la vicepresidenta Calvo que en la Carta Magna "sólo existen" ministros y diputados y la mujer "sólo aparece para el matrimonio". De hecho, Calvo ha destacado que en la Constitución "ni siquiera aparecen derechos de igualdad entre hombres y mujeres".

 

La pena de muerte sigue admitida en la Constitución para “tiempos de guerra”. Pero esta circunstancia fue abolida includo del Código Penal Militar hace más de veinte años

 

Hasta tal punto es así que la Constitución mantiene en el artículo 57 la primacía del hijo sobre la hija en el acceso al trono, un disparate que todos los partidos reconocen, y que se comprometieron a revisar tras el nacimiento de la princesa Letizia y posteriormente de su hermana, la infanta Sofía, pero que aún no se han puesto a enmendar. Si los reyes Felipe y Letizia tuvieran un hijo ahora, sería necesario reformar la Constitución a toda velocidad.

La pena capital sigue existiendo

Aunque resulte increíble, la pena muerte continúa estando recogida en nuestra Constitución. Solo para casos y situaciones de guerra, eso sí. Lo curioso es que en 1995 también quedó abolida en el código penal militar. Sin embargo, en el artículo 15 de la Carta Magna continúa recogida, de manera inalterable: “Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra”.

Nada de correos electrónicos ni tuits; solo telegramas

Metidos de lleno en la era digital, que la Constitución solo garantice el secreto de las comunicaciones por telégrafo resulta casi de comedia. Es cierto que existe una referencia posterior a “la informática”, para pedir que se limite su uso, pero en el caso concreto de asegurar expresamente el secreto de las comunicaciones personales, no se alude a correos electrónicos, sms o tuits; solo telegramas. Reza el artículo 18: “Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial”.

La vida rural y la importancia de la montaña

Los estragos que ha ocasionado el paso del tiempo en la actividad económica y en la organización social quedan de relieve de manera singularmente estremecedora en el artículo 130. En él se apela a la “modernización y desarrollo” de algunos sectores “en particular”, como “la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles”.

 

Se trataba, sin duda, de un guiño necesario a las familias de aquella España rural y menos accesible de los años 70, como corrobora el punto 2 de artículo, donde se señala que “se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña”. Pero esa España ya no existe. Ahora domina el desierto demográfico y la concentración urbana. Quizá precisaría el artículo más alusiones a la repoblación, la innovación o el cuidado del medio ambiente.