| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Gobierno Maduro

Sánchez encabeza un Gobierno con caras jóvenes e ideas antiguas y regresivas que se plasman en leyes y ataques a los poderes impropios de una democracia.

| Fernando de Rosa Opinión

 

Realmente estamos ante un gobierno que cada vez se parece más al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, con claros “tics” autoritarios que ensombrecen toda pretensión blanqueadora que los cientos de asesores de Moncloa están inventando para que los ciudadanos nos traguemos las virtudes del nuevo gobierno sanchista.

Se inventaron lo del gobierno “bonito”, lo del gobierno “que no deja a nadie atrás”, el gobierno “vacunador”, el gobierno “de la nueva normalidad”, ahora el gobierno “de la recuperación”, pero realmente, estamos ante el gobierno “maduro”, conformado por comunistas y miembros del nuevo “movimiento nacional sanchista”.

Me gustaría que todos los lectores hicieran una operación de abstracción y pensaran qué estaríamos diciendo si escucháramos  en algún medio de comunicación que un gobierno ha presionado al presidente del Tribunal Constitucional para que cambiara una sentencia contraria a los intereses de dicho  gobierno, o que los ministros ataquen al Tribunal que fiscaliza las cuentas públicas para que acepte perdonar una multa a unos políticos golpistas socios del partido que gobierna y que le permiten seguir en el poder. Sin duda pensaríamos que es un gobierno autoritario.

 

Los ciudadanos, atónitos, pensaríamos que eso solo puede ocurrir en regímenes dictatoriales como Cuba o Venezuela, pero, sobre todo, estaríamos tranquilos ya que eso no puede ocurrir en España porque estamos en el mayor club democrático del mundo: la Unión Europea.

Pero si encima nos enteramos que en ese país se ha condenado al gobierno por vulnerar derechos a los ciudadanos, sometiéndolos a medidas de privación de libertad sabiendo que se infringía la Constitución, en seguida nos escandalizaríamos. Pues precisamente eso está pasando en España.

Tenemos un gobierno cada vez más “maduro”, aunque lo conformen ministras, ministros y ministres más jóvenes de edad, pero de ideas más antiguas

El autoritarismo del nuevo movimiento nacional sanchista cada vez es más evidente, y el comunismo de sus socios está impregnando todo el Consejo de Ministros. Hasta la muy centrada ministra de Defensa ha tenido un ataque de populismo bolivariano y ha afirmado que la sentencia del Tribunal Constitucional es una “elucubración doctrinal”, es decir, que es una “divagación con apariencia de profundidad” según la RAE.

Me gustaría que explicara públicamente si cuando ponía sentencias en el Tribunal Supremo los debates con sus compañeros se formulaban como “divagaciones”, y sobre todo, me gustaría que opinara sobre el método de Moncloa de presionar a los magistrados para coaccionarles y que cambien las sentencias, y cuando no lo consiguen, inician el ataque llamándoles “fascistas” con la finalidad de desprestigiarles.

Este es el gobierno que tenemos y el marketing utilizado para venderlo como “nuevo” ha quedado viejo en apenas una semana, porque han continuado con los mismos métodos con otras caras, como si eso fuera la solución del problema, que sigue siendo Pedro Sánchez.

Podemos poner dos ejemplos, el de la ministra portavoz que hizo verdaderos esfuerzos contorsionistas para evitar llamar a Cuba “dictadura”, y la ministra de Justicia que en una comparecencia sin posibilidad de que los periodistas le preguntaran, leyó un comunicado oficial acusando a los magistrados garantes de la Constitución de atacar al gobierno.

Para evitar el control parlamentario

No hay que olvidar que  la sentencia no ponía en duda la necesidad de tomar medidas drásticas para parar la pandemia, sino que el gobierno a sabiendas utilizó un procedimiento jurídico de forma indebida para evitar el control del parlamento y poder actuar sin dar explicaciones, haciendo nombramientos ilegales como el de Pablo Iglesias en el CNI, o cerrando el Portal de Transparencia para que no nos enteráramos de los contratos públicos, obviando que la solución era aprobar una ley de pandemias que determinara cómo, quién, cuándo  y porqué se pueden limitar derechos fundamentales en una crisis sanitaria, como propuso Pablo Casado.

Así pues, tenemos un gobierno cada vez más “maduro”, aunque lo conformen ministras, ministros y ministres más jóvenes de edad, pero de ideas más antiguas que cualquier gobierno precedente. Por cierto, cómo le molesta a la izquierda hablar de “Patria”, ahora a la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz se le ha ocurrido que debe decirse “Matria”, cada vez son más absurdos.