| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Pedro Sánchez, en el Congreso tras los indultos
Pedro Sánchez, en el Congreso tras los indultos

Humillación

Pedro Sánchez ha denigrado a España y a su democracia para coger algo de aire ante las coacciones independentistas. ¿Hay alternativa? El autor cree que sí y lo explica.

| Fernando de Rosa Opinión

 

Cuando Pedro Sánchez habla de generosidad como el motivo para que se hayan otorgado los indultos a los delincuentes golpistas, no podemos dejar que nos engañe, se trata de humillación.

El Estado de Derecho ha sido debilitado hasta tal extremo por el gobierno social comunista, que hemos quedado absolutamente desnudos frente a unos delincuentes que en ningún caso van a dejar de delinquir.

Es el momento de recordar la frase de Churchill: “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y tendrá también la guerra”, frase que debe ser repetida cada vez que Sánchez y todos los que se han unido a la humillación, a cambio de un plato de lentejas, hablen de generosidad o normalización.

 

El sanchismo, en el que ya hay que incluir a las élites catalanas tanto empresariales como eclesiásticas, se ha humillado rogando a los delincuentes que acepten el indulto, consiguiendo únicamente que estos salgan a la calle regodeándose en la humillación, y preparando el escenario de continuar doblando la rodilla al Estado español en Europa, que es donde verdaderamente se está jugando la partida.

¿Cómo va Europa a entender que nuestro Poder Judicial es sólido, si el propio gobierno dice que los indultos existen para equilibrar y contrapesar al Poder Judicial?, ¿Cómo la Justicia española va a pedir a los jueces europeos la entrega del fugado Puigdemont, cuando la ministra Belarra dice que tiene que volver a España sin que se le pueda juzgar?

El gobierno está empleándose a fondo para que el Tribunal de Estrasburgo se pronuncie contra la sentencia del Tribunal Supremo que condenó el golpe de Estado, y sea lo más favorable para sus intereses, aunque su efecto secundario destroce la imagen de nuestro Poder Judicial. Igualmente está permitiendo que se nos compare con Turquía en cuanto a corrupción judicial.

Con seguridad en dos años se producirá una mayoría alternativa que desmontará piedra a piedra este muro de la vergüenza

Pedro Sánchez ha entregado la cabeza de la Justicia a Junqueras, cumpliendo la exigencia del independentismo que se dio cuenta desde el primer momento que los únicos que evitaron su estrategia fallida fueron los jueces, ni la política, ni la Administración lograron de una forma tan eficaz parar el golpe de Estado, fueron los jueces y fiscales independientes, por eso han exigido la humillación de nuestra Justicia, no solo en España sino fundamentalmente en Europa, para poder decir que tenían razón, que la Justicia es “franquista” en España.

Por eso no puede entenderse que los socialistas de buena fe estén aceptando entrar en la realidad virtual que Sánchez está creando para intentar convencernos que lo que vimos en directo en televisión el 1 de octubre no fue un acto de violencia institucional contra la Constitución, que no se empleó dinero público para cometer delitos, que no se mintió sobre la intervención de la policía inventándose “miles de heridos”.

Sánchez está construyendo la verdad oficial que convertirá a Junqueras como hombre de paz al mismo nivel de Otegii, los dos iconos del pacifismo según la nueva normalidad de Iván Redondo.

Sin respeto a la Corona

Pero la realidad es tozuda, porque lo van a volver a hacer, el problema es que para entonces tendremos una Justicia destrozada y desprestigiada en Europa, habrán despenalizado el delito de desobediencia al Tribunal Constitucional, habrán despenalizado los delitos de injurias a la Corona y a los símbolos nacionales, habrán rebajado las penas a los delitos de rebelión y sedición, entre otras reformas que servirán de alfombra a los delincuentes.

Con seguridad en dos años se producirá una mayoría alternativa en España que desmontará piedra a piedra este muro de la vergüenza construido por este gobierno servil. 

 

Así pues, la solución no es humillar al Estado ante los insaciables nacionalistas, sino dar voz a los ciudadanos que están siendo humillados en su tierra, hacer que la inmensa mayoría de la sociedad silenciosa catalana pueda gozar de libertad para hablar el idioma que quieran, rotular sus establecimientos como les dé la gana, estudiar en libertad, expresar libremente su opinión sin miedo a ser encerrados en guetos culturales.

Es decir, para vencer al nacionalismo que oprime, debe garantizarse la libertad en todos los niveles sociales, esa es la generosidad que debe exigirse en Cataluña, generosidad con los que son oprimidos y no con los opresores.