| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El discurso íntegro del embajador español que hizo perder los estribos a Torra

El delegado en Washington, Pedro Morenés, replicó en un acto institucional los excesos del presidente de la Generalitat, que dijo sentirse insultado. Su discurso demuestra lo contrario.

| ESdiario Opinión

 

Pedro Morenés, embajador de España en Estados Unidos y ex ministro de Defensa

 

Celebramos hoy en este lugar emblemático de Washington la grandeza de la cultura catalana. Es sólo una pequeña muestra de la enorme riqueza que atesoran las tradiciones, las expresiones artísticas y las creaciones del prolífico pueblo catalán a través de los siglos. Porque presenciamos aquí una cultura milenaria, que bebe de las influencias de los pueblos que poblaron la península ibérica y ha tenido siempre, por su privilegiada geografía y su apertura al mar, una fuerte impronta europea y mediterránea.

Catalunya se vanagloria en particular de su lengua, que surge al tiempo de las demás lenguas latinas que se difunden en la cuenca mediterránea y que ha adquirido con la Constitución española la condición de lengua oficial, lo que le confiere un estatuto singular y privilegiado. La lengua catalana es hoy la lengua vehicular de todo el sistema de enseñanza, y en ella se imparten todas las materias comunes (historia, geografía y toda la rama científica). Además, es la lengua de uso prioritario de la Administración pública. 

Si se permitiera hacer política fuera de la ley se acabaría la democracia. Por eso hay políticos en prisión: por violar leyes

 Catalunya goza ahora de la etapa de mayor autogobierno, mayor libertad y mayor prosperidad de su historia. La transición democrática española creó un sistema que, bautizado como “autonómico”, es uno de los más descentralizados del mundo, más incluso que algunos Estados que se etiquetan como federales. Pero no quiero hacer disquisiciones teóricas ni propaganda sin fundamento. Voy a los hechos:

- La Constitución española de 1978 establece una democracia parlamentaria de primer nivel, que, por ejemplo, la organización ‘Freedom House’ califica como democracia plena con las máximas calificaciones en materia de libertades y derechos políticos y civiles.

- También el Democracy Index de The Economist Unit califica a España entre las 20 primeras democracias del mundo.

- Y somos uno de los países europeos con menos sentencias condenatorias en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

La Constitución de 1978, por cierto, fue aprobada con el 88,54% de los votos a favor, lo que es enorme, pero es que en Cataluña recibió más del 90% de apoyo.

Por eso, con hechos y datos, permítanme que corrija esta propaganda que difunde el Sr. Torra, porque nuestros amigos americanos gustan de tener datos y hechos para aseverar sus opiniones.

¿Presos políticos?

En España no hay presos políticos. No lo digo yo. Lo han dicho los informes de Amnesty Internacional y Human Rights Watch. Hay unos políticos que, a pesar de haber sido reiteradamente advertidos por sus propios servicios jurídicos, decidieron retorcer el Reglamento del Parlamento y violar el estatuto de Autonomía de Catalunya y la Constitución. Si se permitiera hacer política fuera de la ley, violando la ley, se acabaría la democracia. Y por eso actúan los jueces: para defender la democracia y el Estado de Derecho. Por eso hay políticos en prisión: por violar las leyes.

 

 

En España el gobierno anterior se vio obligado a aplicar el artículo 155 de la Constitución, el llamado “mecanismo de coerción” que tienen todas las Constituciones federales europeas. Con el apoyo del 80% del Senado, se vio obligado a tomar medidas excepcionales. ¿Con qué objeto? Simplemente, devolver Catalunya a la legalidad.

 

 

Con el 155 se aplicaron las leyes catalanas por las instituciones catalanas y se convocaron inmediatamente elecciones para un nuevo parlamento catalán. Es así como se pudieron hacer pagos pendientes, convocar plazas de trabajo, resolver recursos, en fin, administrar una autonomía con normalidad, ocupándose de los problemas reales de la gente.

Sr. Torra, su petición de autodeterminación no tiene eco en este escenario. Debe Vd. Recordar que la mayoría de la población catalana no vota a favor de posiciones secesionistas. Respete Vd. a la mayoría, es un principio de la democracia y gobierne para todos, no sólo para los suyos. Porque los catalanes no independentistas resulta que existen, que son libres y merecen su respeto.

La libertad

Yo también llevo un lazo en mi corazón, por los cientos de miles por los cientos de miles de catalanes que viven con miedo, aprisionados en su propia comunidad y que se identifican como catalanes y españoles.

Pero veníamos aquí a hablar de cultura. De la expresión cultural y artística que en España se manifiesta desde el pluralismo, la diversidad y las libertades y que ha permitido un singular fortalecimiento de las identidades regionales, incluyendo por supuesto a la catalana. Sólo en un marco de respeto a los derechos humanos y las libertades pueden darse tales muestras de creatividad artística, respeto a la tradición y presencia de la modernidad en un mismo escenario.

Un orgullo

Porque la cultura catalana es un orgullo para España. Sus contribuciones históricas, sus manifestaciones artísticas y literarias, la riqueza de sus tradiciones se abrazan con nuestras demás autonomías en intercambios vivos y antiguos, que dan lugar a expresiones como la rumba catalana, que escucharán ustedes en estos días, al liderazgo en las artes y el diseño, con grandes nombres que revolucionaron la creación española en su tiempo: Picasso, Miró, abriendo el espacio a los Tápies y Mariscal y a los nuevos creadores que una y otra vez emergen a las orillas del mediterráneo y expanden en ese sabor a mar por la península.

Reconocerán ustedes en los espectáculos, tradiciones y eventos de estos días unas improntas comunes, que beben de una naturaleza privilegiada donde la montaña se une con el mar, donde España se abre a Europa, donde las influencias del exterior entran en la península como han hecho durante siglos. Porque esa impronta de la catalanidad es inherente a nuestra historia común española, nos fortalece en la unión de nuestra cultura e identidad y nos define en cuanto catalanes y españoles.