| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La Moncloa, alarmada por el “caso Dina” en la hora definitiva de Pedro Sánchez

Podemos e Iglesias han reventado el tablero de juego con una mala maniobra que preocupa en el Gobierno y altera el instante en el que Sánchez se lo juega todo.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

“Ir al choque contra profesionales de la comunicación, con todo lo que tenemos encima, está totalmente fuera de lugar”. La reflexión, amarga, ha calado en La Moncloa. Además, resume el malestar que hay con Pablo Iglesias en la facción socialista del Gobierno.

El líder de Unidas Podemos está disparado. Ha emprendido una furiosa huida hacia adelante por el “caso Dina”. Los socios mayoritarios de la coalición ven los perjuicios de la intentona de Iglesias de cubrirse las espaldas atacando a la prensa: arrastra  a todo el gabinete.

Muchos coinciden en que Iglesias  es muy dado a recurrir a la demonización de quienes le critican, un recurso habitual en personajes autoritarios que buscan agrupar a su parroquia cuando las cosas vienen mal dadas.

Pero esta vez ha llegado al punto de hablar de una mafia mediática identificada con nombres y apellidos. Un disparate. Y las redes sociales han convertido en Trending Topic la etiqueta #YoSoyVicenteVallés después de que Pablo Echenique, avanzadilla mugrienta del jefe, alentase a sus mesnadas a emprender una campaña contra el periodista.

 

Campaña organizada, para más inri, desde la publicación digital creada por Podemos, al frente de la cual colocó a Dina Bousselham, la ex asesora de Iglesias. No es raro que tan peculiar  procedimiento descoloque a las filas socialistas. Al fin y al cabo, su partido jamás ha sido antisistema.

Quizá por ello estaban predispuestos inicialmente a dejar solo al secretario general morado con su problema ante los tribunales, aunque Pedro Sánchez, tan dado a poner una vela a Dios y otra al diablo, verbalizase reflexiones de respaldo a Iglesias reconociendo el trabajo “más que razonable” de todo el Gobierno.

 

 

Desde la sede socialista de Ferraz no se oculta el malestar con su socio.  Saben bien los mandatarios “oficiales” el peligro que supone “un lío que se le está yendo de las manos” a sus coaligados. Atrás parecen quedar aquellos días en los que en los despachos contiguos al del presidente se seguía el vodevil más por el morbo de la historia que por la inquietud por su coste para el Consejo de Ministros.

Ahora los nervios empiezan a aparecer. La polémica amenaza con desviar el foco de la prioridad absoluta estos días de Sánchez: Europa. Por eso se ha desplazado este lunes a Lisboa para almorzar con su homólogo portugués Antonio Costa. Por lo mismo recibirá el miércoles al italiano Giuseppe Conte.

El presidente desea coordinar posiciones y preparar la cumbre europea de los días 17 y 18 sobre el millonario fondo de recuperación. “Es la gran batalla y nada debe distraer al Gobierno de su objetivo”, señalan funcionarios monclovitas. El líder del PSOE está concienciado de que su éxito o fracaso en Bruselas determinará su futuro, incluidos unos Presupuestos destinados a darle oxígeno en su estancia en La Moncloa.

Mancha a todo el Gobierno

De ahí que entre socialistas con cargo no haya gustado toparse, en este vital momento, con un Pablo Iglesias atacando tan burdamente a los medios. Hubieran preferido esquivar la controversia. Pero la bola de nieve se ha hecho demasiado grande como para mirar para otro lado. No tienen escapatoria.

De hecho, el equipo de Sánchez le pide un gesto claro de respeto democrático por la prensa libre, sea cual sea su línea editorial. Las pataletas de Unidas Podemos son ya tantas y tan continuas que impregnan a los que se sientan a su lado. En esta ocasión, para desgracia del PSOE, el lodo por las irreflexivas formas de Iglesias de sacudirse la responsabilidad no solo le mancha a él.