| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Sartori critica el liderazgo norteamericano en la lucha contra el Daesh y culpa a Obama.
Sartori critica el liderazgo norteamericano en la lucha contra el Daesh y culpa a Obama.

Más allá de Giovanni Sartori

Cuando nos escandalizamos por la ferocidad de la guerra de Daesh olvidamos que el terrorismo es un invento occidental jaleado en algunos casos por fuerzas políticas normalizadas y respetadas

| Eduardo Arroyo Opinión

Acaba de publicar el politólogo italiano Giovanni Sartori un trabajo titulado "La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro". Dada la fama de Sartori, el hecho ha merecido que sus declaraciones al respecto fueran recogidas en el ABC del día 1. Para Sartori, "Occidente y sus valores están en peligro" y considera que la guerra a la que asistimos es inédita, por poseer cuatro características: terrorista , global, tecnológica y religiosa. El célebre politólogo añade que "el extremismo islámico crece porque atrae a jóvenes de todo el mundo y su fuerza deriva de que se alimenta de fanatismo religioso. La guerra terrorista de Daesh es de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recordaba. Es una guerra en la que es secundaria la componente militar. Se gana si sabrmos reaccionar y no dudamos de nuestros valores y de nuestra civilización ético-política". Sartori critica el liderazgo norteamericano en la lucha contra el Daesh y culpa por ello a Obama. Critica así mismo la manía de exportar la democracia al Islam, dado que, en sus propias palabras, los regímenes islámicos "son teocracias fundadas sobre la voluntad de Alá, no sobre la voluntad del pueblo. Dios y pueblo son dos principios de legitimidad opuestos".

La ventaja de oír a Sartori es que al menos se escucha algo diferente aunque sin duda su análisis no va al fondo del problema. Primero, a muchos nos gustaría saber a qué se refiere con "los valores occidentales". Cabe preguntarse: ¿A qué "civilización ético-política" se refiere Sartori? ¿A las édlites políticas supercorruptas infeudadas a cárteles mediático-financieros? ¿Quizás al materialismo vital, a ese afán de posesión que devora por igual a ricos y pobres? ¿Al capitalismo salvaje que arruina a millones en Europa por acrecentar sus beneficios en fábricas de esclavos en asia? ¿A la industria pornográfica o del aborto? ¿A las aberraciones en nombre del "arte moderno"? Y esto por mostrar tan solo algunos de los ejemplos que más peso tienen en el mundo occidental. Es precisamente nuestro modo de vida el que ha creado un nuevo hombre desarraigado, que odia su pasado y su historia, centrado en el tener y en el "vivir bien" aunque el mundo se hunda, superindividualista hasta abominar la desolación. Puede que, aunque ni Sartori ni sus entrevistadores quieran verlo, exista una relación directa entre el estado de postración de Occidente y esos "valores occidentales" que no son otros que los de la democracia liberal. A estas alturas vamos a descubrir que en la vida hace falta algo más que vivir pendiente de la idolatría de la libertad y de unos supuestos "derechos".

Por todo ello, cuando nos escandalizamos por "la ferocidad" de una guerra -la del Daesh- "que nuestra memoria histórica no recordaba", olvidamos que, primero, el terrorismo es un invento occidental jaleado según en qué casos por fuerzas políticas normalizadas y respetadas -por ejemplo, véase el caso del maquis en España-; segundo, que el terrorismo ha sido practicado por las democracias occidentales en casos bastante señalados -sir Arthur Harris tiene una estatua junto a una iglesia londinense- y, tercero, que lo que verdaderamente constituye motivo de escándalo es nuestra debilidad progresiva, nuestra decadencia decrépita que, encima, pretende dar lecciones en otros lugares que por lo menos están dispuestos a defenderse a sí mismo. La fuerza del Daesh no es su "fanatismo" religioso" sino nuestra debilidad.

En conclusión, Sartori viene a decir ciertas cosas que a nuestros políticos no les gusta a oir -como por ejemplo, que la inmigración ni se ha integrado ni va a hacerlo en el futuro- pero aunque a muchos les pese nada de eso es suficiente. Hay que admitir primero que el peligro no son otros sino nosotros mismos y aquello en lo que nos hemos convertido. Que nadie busque al enemigo entre las huestes del Estado Islámico, sino en nuestros periódicos, nuestras universidades y, en suma, entre todos aquellos responsables de conducirnos a la actual situación.