El Gobierno ha limitado el precio de los test, pero nuestros vecinos han hecho lo contrario. La experiencia nos dice que esta decisión no nos va ayudar a tener más test, ni más baratos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania se encontraba en una situación muy parecida a la que nuestros abuelos nos han narrado de la España de posguerra. En esa tesitura, las fuerzas aliadas que controlaban el oeste de Alemania formaron un Consejo Económico y en 1948 Ludwig Erhard lideró una serie de reformas que hoy se estudian como los detonantes del "milagro económico alemán".
Además de una reforma monetaria, la restructuración de la deuda y una sustancial disminución del impuesto de sociedades, la medida más importante fue la de eliminar las restricciones a los precios de los bienes que llevaban siendo controlados por el Gobierno desde 1936. Así, de golpe y porrazo se eliminó el racionamiento.
El efecto de esta medida fue inmediato provocando la desaparición tanto del trueque como del mercado negro, o más comúnmente conocido en España como estraperlo. Pero lo más importante que ocurrió fue que se acabó con la escasez de productos básicos en una Alemania devastada y hambrienta.
El aumento de la expectativa de ganancia, es decir, pensar que voy a ganar más por los huevos de mis gallinas, me hizo invertir en tener más gallinas. El resultado final es que se produjeron más huevos, y consecuentemente el precio de éstos bajó. Pero la mayor repercusión de este mecanismo no es el precio, sino el pasar de la escasez a la abundancia, de la hambruna a salvar vidas.
Durante esta pandemia, situación comparable a la de una guerra desde un punto de vista económico, se han producido picos de demanda de bienes como las mascarillas, el gel hidroalcóholico y más recientemente los test de antígenos.
La respuesta del Gobierno ha sido la de limitar el precio por ley de estos productos sanitarios. Y la consecuencia de ello no ha sido otra que la escasez. Desde el principio hemos visto cómo el material sanitario llegaba a otros países en una situación crítica y nuestra nación carecía de mascarillas o test de antígenos.
Es fácil y francamente tentador culpar al Gobierno de muchas situaciones, pero ¿cuál sería realmente la alternativa? Yo propongo dos: Una sería la de eliminar los impuestos a esos bienes. ¿Por qué cargar un producto tan necesario con impuestos si lo realmente prioritario es abastecer a nuestra población de protección? La otra propuesta sería, la liberalización de su venta permitiendo la adquisición y distribución de diferentes actores.
Actualmente sólo las farmacias pueden distribuir los test de antígenos. ¿Serían menos válidos si Mercadona o El Corte Inglés, con expertos en compras internacionales y logística, consiguieran test y los vendieran en nuestro país? ¿Necesitan los test más controles que otros productos higiénicos o alimentarios perecederos distribuidos en esos establecimientos?
La respuesta es no, como hacen en Portugal, Francia o Alemania. Y al hacerlo en esos países la consecuencia es, una vez más, que hay más test y que al existir abundancia el precio termina cayendo por debajo de los 2,94€ marcados como límite por el gobierno. Y qué es más sencillo, ¿aplicar en España las políticas liberales que funcionan a nuestros vecinos, o acusar a la UE de limitaciones y obligaciones impositivas? La respuesta está en el BOE amigos.