| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La impúdica hora Bildu: la última línea roja que traspasa Pedro Sánchez

Sánchez borra la memoria de su propio partido permitiendo que la heredera de Batasuna se sume a la "fiesta" de su investidura a cualquier precio.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

El PSOE vive en una vorágine de incoherencias desde el 10-N, pero a base de “relato” mantiene entretenidas a sus huestes. Para surfear el panorama patrio, Pedro Sánchez ha recurrido una vez tras otra a la pura táctica. Unas veces tocaba sorber y otra soplar, incluso sorber y soplar a la vez: cualquier cosa si servía a la causa de seguir en La Moncloa.

En esto, sin duda, el “resistente” Sánchez saca a sus rivales un cuerpo de ventaja. Es un genio del travestismo político. Igual se presenta como el líder dispuesto a perseguir a Carles Puigdemont hasta su madriguera en Waterloo –ese Sánchez que arremetió con furia contra el independentismo durante la campaña electoral-, que trasmuta y se convierte en el armador de un Gobierno con Pablo Iglesias apoyado en la misma mayoría “frankenstein” de la moción de censura que lo aupó al poder. Esta vez, con el líder de ERC, Oriol Junqueras, condenado por los delitos de sedición y malversación.

Ahora mismo, el entorno de Sánchez ocupa ya los asientos, dispuesto a asistir al final feliz de la película "progresista" que empezó a rodar la misma noche electoral en la sede de Ferraz. Nadie sabe bien hacia dónde los dirige el "boss", a quien, con tal de mantenerse atado al cargo de presidente, no le ha importado saltar “líneas rojas” que parecían imposibles para el líder de un partido de gobierno en España.

 

 

Tanto le da "normalizar la interlocución" con Quim Torra como ningunear a PP y Cs. Pablo Casado e Inés Arrimadas tienen razones sobradas para sentirse burlados. No les concedió citas “preferentes” por que tuviese interés alguno en un acercamiento, sino para escenificar su decidida voluntad de transitar la legislatura de la mano de morados y secesionistas.

 

Sin ser conscientes (o tal vez sí) de que formaban parte de un guión-trampa, Casado y Arrimadas al menos disiparon toda hipótesis sobre un giro del candidato hacia el constitucionalismo: los caballos para la carrera ya estaban elegidos y eran otros.

Por si faltase algo a la trama, llegó la impúdica “hora Bildu”. Incluso los filoetarras han explicitado a Adriana Lastra su predisposición a abstenerse. El desvergonzado oportunismo sanchista ha llegado a extremos difícilmente imaginables. Hablamos de blanquear a quienes no han condenado el terrorismo de ETA. Poco importa eso al PSOE. El círculo presidencial sólo ve más cerca la formación del Gobierno en Navidad. Y eso es lo importante para Sánchez.