| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Razones, más allá de la música, por las que se nos atraganta Eurovisión

Cincuenta y dos años tropezando en la misma piedra... y siguiendo

| Ely del valle Opinión

No sé por qué nos empeñamos… Año tras año, desde hace 52 que fue cuando conseguimos alzarnos con una victoria compartida con otros tres países, , insistimos con Eurovisión y, ¿total para qué?: para quedar, la mayor parte de las veces, como Cagancho en Almagro.

La pregunta, arriesgándome a la ira de los eurofans, es si merece la pena pasar por esta humillación anual. Italia, que acabó hasta las clavículas de unas votaciones que le favorecían muy poco, se abstuvo de participar durante cinco años y no se acabó el mundo. Es más, desde su vuelta, ha sido el miembro del Big Five que mejores resultados ha obtenido: en su primera participación tras su retorno, Raphael Gualazzi obtuvo el segundo lugar, lo que repetiría Mahmood en 2019. Además, Il Volo obtuvo el tercer lugar y ganó la votación popular en la edición de 2015. Y este año, el grupo Måneskin logró incomprensiblemente la tercera victoria con el tema «Zitti e buoni», un vintage de los años 70, y un vestuario de juzgado de guardia como sacado de una copia Made in China de una actuación de Suzi Quatro de hace cuarenta y cinco años.

La máxima de que lo importante es participar, es una auténtica memez ideada para consolar a los que quedan, como nosotros, con una puntuación pírrica . Lo importante, como en cualquier competición, es ganar y en los últimos tiempos llevamos todas las papeletas de ser los vencedores de la canción paquete. ¿De verdad es necesario demostrar con insistencia de fraile mendicante que nuestra música no termina de cuajar en esa Europa de la que formamos parte?... ¿o es que no hablamos solo de música?.

La máxima de que lo importante es participar, es una auténtica memez ideada para consolar a los que quedan, como nosotros, con una puntuación pírrica

 

Dice Antonio Orozco, profesor de derecho y relaciones internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, única en España con un seminario sobre el Festival de Eurovisión como factor diplomático y de integración entre los países de la UE, que este escaparate no solo sigue siendo utilizado como arma sociopolítica por países que o bien quieren mostrar sus méritos como socios del club o bien intentan afianzar su propia identidad dentro del mismo. También afirma que el propio Festival, y sobre todo el sentido de las votaciones, actúa como motor de la opinión pública moviendo a las masas en cuestiones que muy poco tienen que ver con lo artístico. Un ejemplo lo tenemos en el Reino Unido. Tras el festival de 2019, donde quedó en última posición, aumentó el número de personas que se posicionaban a favor del Brexit, y seguramente el Brexit ha tenido mucho que ver con el hecho de que este año, su representante se haya ido para casita sin un solo punto.

Si esto es así, Edurne, Manel Navarro, Amaia y Alfred, Miki Núnez y Blas Cantó, pueden dormir tranquilos porque nuestras paupérrimas actuaciones de los últimos años serían un reflejo de que en Europa pintamos un bledo, que ya es lo último que le falta a Pedro Sánchez que últimamente camina bastante menos guapeado por culpa del varapalo madrileño y los resultados de las últimas encuestas publicadas.