| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Carmen Calvo, paseándose por la Feria de Málaga
Carmen Calvo, paseándose por la Feria de Málaga

El lamento flojo y desganado de Carmen Calvo ante la desaparición de Iglesias

La vicepresidenta ha mostrado el hastío que le produce tener que entendérselas con los morados confirmando lo ya confirmado: no hay nuevos contactos con Podemos para la investidura.

| El Lector Perplejo Opinión

 

En mitad del largo y bochornoso -en toda la extensión del adjetivo- parón agosteño para los contactos y negociaciones en torno a la investidura, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha tratado de esconder las vergüenzas de tanta inacción y tanta displicencia sacando un poco la cabeza. Aunque solo haya servido para hacer el ridículo.

Juzguen si no estas declaraciones realizadas en la cadena Ser, quien sabe si lastradas aún por el sopor festivo de la animada Feria de Málaga por la que se ha dejado caer. Calvo ha admitido que al PSOE le gustaría tener una reunión con los responsables de la formación de Pablo Iglesias "pronto" para mejorar el programa de gobierno de los socialistas con sus aportaciones y las de los diversos colectivos con los que se ha estado viendo Sánchez en las últimas semanas.

La vicepresidenta olvida de modo interesado que su jefe de filas está tan desaparecido como Iglesias y que, de verse las caras, tampoco es que se fueran a entender mucho

Pero a la vez, la vicepresidenta ha admitido que al PSOE y a Podemos les separan "muchas cosas" en políticas de Estado y ha coincidido con la eurodiputada morada María Eugenia Rodríguez Palop en que una crisis como la vivida con el barco de la ONG Open Arms habría generado "tensiones" en un Gobierno de coalición. Si las cosas no cambian de aquí a septiembre, ha advertido Calvo, el papel de Pablo Iglesias en la política española volverá a ser el del político que cerró el paso por segunda vez a un presidente de izquierdas.

O sea, un lamento vacío y desganado ante la desaparición del líder morado, olvidando interesadamente que su jefe de filas está igual de 'huido', a la vez que reconoce que, de verse, tampoco es fueran a entenderse demasiado.

Alguien debería recordarle a la vicepresidenta que, incluso bajo el calor inclemente de agosto, las neuronas de los españoles siguen funcionando y ni con la relajación del veraneo se toleran tomaduras de pelo tan burdas como la que ha salido por su boca.