| 04 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Maldivas, paraíso amenazado

Ante la emergencia climática, el archipiélago asiático está liderando un cambio de paradigma hacia un futuro sostenible donde los resorts turísticos son los grandes protagonistas.

| Javier M. Mansilla Sostenibilidad

Volamos hacia el paraíso más frágil del océano. Desde el aire, las islas Maldivas aparecen en el Índico como un cúmulo de bancos de arena blanca cubiertos por una naturaleza exuberante custodiada por aguas cristalinas y arrecifes de coral. Son 26 los atolones que componen este archipiélago de 1.192 islas diminutas, de las cuales solo 200 están habitadas y todas ellas están amenazadas por el cambio climático. 

Nuestras islas, una por una, son devoradas por el mar”. Así lo explicaba el presidente maldivo, Ibrahim Solith, durante su intervención en la última Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. “Si no damos marcha atrás a esa tendencia, Maldivas dejará de existir para final de siglo”, vaticinaba Solith. 

La crecida de los océanos provocada por el calentamiento global es la principal amenaza que sufren naciones insulares como Maldivas, el país más bajo del mundo. El 80% de sus islas se encuentran a menos de un metro sobre el nivel del mar y el “90% ya han reportado inundaciones”, según Shauna Aminath, ministra de Medio Ambiente del país asiático. 

Ante esta “sentencia de muerte” a la que se enfrenta Maldivas, como lo define el propio Solith, el país ha decidido cambiar drásticamente de rumbo para abrazar un futuro sostenible y servir de ejemplo para las grandes potencias contaminantes. 

El objetivo es convertirse en un santuario natural para la recuperación de la biodiversidad. Dentro de este nuevo paradigma, la clave está en los grandes resorts hoteleros. Descubrimos las principales iniciativas donde el lujo turístico está al servicio del medio ambiente en Maldivas.

Convertir el lujo en el mejor escaparate ecológico

Maldivas fue reconocido como el “Mejor Destino del Mundo”, según los World Travel Awards de 2020, y de los pocos que abrieron sus puertas a los viajeros durante la pandemia. Al año acuden cerca de un millón y medio de personas que evidencian un crecimiento turístico y la consecuente necesidad de preservar este entorno delicado.

 Todos los efectos del cambio climático afectan directamente a las islas y a sus habitantes”, comenta Adam Thalhath, director del área de Sostenibilidad y Alcance Comunitario del Six Senses de Laamu. Ante esta cruda realidad, los complejos hoteleros, en colaboración con diferentes ONG, asociaciones y gobierno local están desarrollando una serie de iniciativas y proyectos de investigación para liderar esta transformación sostenible. 

En otras palabras: convertir el lujo en el mejor escaparate ecológico para mostrar al mundo cómo abordar el cambio climático donde mayor repercusión tiene. El reto es evitar la extinción sin dejar de seducir al viajero.

Maldivas lleva décadas sufriendo las consecuencias de la contaminación plástica, el aumento de la temperatura del agua y del nivel del mar, la pesca radical o pérdida de ecosistemas. “Las estrategias de mitigación del cambio climático son ahora más necesarias que nunca para garantizar la supervivencia del pueblo de Maldivas y sus hogares en un futuro próximo”, apunta Thalhath. 

Necesitamos considerar urgentemente métodos nuevos y mejorados para el abastecimiento de agua limpia, la gestión de residuos, la seguridad alimentaria sostenible y las soluciones basadas en la naturaleza”, añade el biólogo. 

Además del aumento del nivel del mar, una estación seca prolongada tendría también “un efecto significativo” en las islas, como explica el responsable de sostenibilidad del Six Senses. “El cultivo local se vuelve un desafío a medida que el cambio en el clima afecta la composición del suelo y la disponibilidad de agua”, expone Thalhath.

Otra de las consecuencias del calentamiento global es la muerte de los arrecifes de coral. “Estos ecosistemas corren el riesgo de blanquearse y sufrir la acidificación de los océanos. Son vitales para el suministro de alimentos locales y también actúan como barreras físicas, evitando la erosión y los daños causados por las marejadas ciclónicas”, concluye el experto en sostenibilidad.

A través de una mayor conciencia sobre estos problemas, cómo prevenirlos y cómo mitigarlos, las comunidades locales estarán mejor preparadas para los efectos inmediatos del cambio climático”. ¿Qué proyectos se están desarrollando? 

Lugares de esperanza

Programas de replantación de corales; reciclaje de hasta el 90% de los residuos; huertos ecológicos para favorecer el autoabastecimiento; desarrollo de tecnologías para filtrar, mineralizar y embotellar su propia agua y evitar importar plásticos de un solo uso; proyectos para implicar a las comunidades locales como los programas de educación para niños; empleo de materiales biodegradables o investigación y protección de las especies marinas. 

Estos son algunos ejemplos de las iniciativas que diferentes centros turísticos como el Six Senses, en el Atolón de Laamu, Huvafen Fushi, en el Atolón de Malé Norte o Soneva Jans, en el Atolón de Noonu, están desarrollando para que el turismo de lujo pueda tener impacto ambiental, social y económico positivo. Para ello, se han asociado con ONG como Save Our Seas, Olive Ridley Project, Manta Trust Blue Marine Foundation o la asociación internacional Mission Blue, para hacer posible este cambio de paradigma.

En 2013, el archipiélago de Maldivas fue declarado “Punto de Esperanza” por Mission Blue Foundation, “debido a la gran biodiversidad marina de la nación insular y por su fragilidad a raíz de la emergencia climática”. Este mes, esta asociación destinada al cuidado y recuperación de los océanos, creada por la doctora Sylvia Earle, ha situado al Atolón de Laamu como otro “Hope Spot” por las labores de recuperación que se están desarrollando.

Es muy importante que protejamos los ecosistemas allí, especialmente las praderas de pastos marinos que ahora entendemos que son tan importantes para generar oxígeno, capturar carbono y proporcionar un hogar y seguridad para tantas criaturas”, explica Sylvia Earle. “Al promover la comprensión del valor del océano para la gente de las Maldivas y el resto del mundo, estamos creando una verdadera red de esperanza”, concluye la oceanógrafa.

Desde 2011, el atolón de Laamu ha sido lugar de seguimiento científico continuo por parte del Six Senses que, en colaboración con las organizaciones Manta Trust, Blue Marine Foundation y Olive Ridley Projet, crearon Maldives Underwater Initiative (MUI). “Gracias a esta colaboración hemos podido recopilar información detallada sobre las especies y los hábitats de Laamu”, explica Philippa Roe, bióloga marina y directora de MUI. El control de la población de tortugas marinas y de las mantarrayas, además de la conservación de las praderas submarinas, son las principales iniciativas que promueven. 

Reconstruir los arrecifes

Nuestra principal misión es cuidar la propagación del coral y crear nuevos arrecifes”, explica Hassan Hamid, responsable del Área de Recuperación Marina del complejo hotelero de lujo, Huvafen Fushi. “Tenemos 225 estructuras coralinas replantadas alrededor de la isla”.

La restauración de este organismo es uno de los principales objetivos de los centros turísticos y el gobierno de Maldivas. Proporcionan el 30% del hábitat de las especies marinas y un ligero cambio en la temperatura del agua, además de la contaminación, afecta drásticamente a la vida de los arrecifes. En 2016, el calentamiento de los océanos, provocado por el fenómeno El Niño, provocó el blanqueamiento del coral y la muerte del 80% de su población. 

Por ello, se han activado programas de replantación de este ecosistema como los que desarrollan en los complejos de Soneva, donde siembran 50.000 corales cada año en cada uno de sus resorts. Uno de ellos, el atolón de Soneva Fushi, ha sido declarado incluso Reserva de la Biosfera por la UNESCO. 

Las iniciativas de recuperación de los arrecifes y la protección de especies marinas son solo una muestra de la necesidad de protección de este ecosistema frágil que, según los expertos, si no se revierte la situación actual, podría desaparecer a finales de siglo.