| 29 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El general amante

Juan Luis Beigbeder fue un militar español que ocupó importantes destinos durante los años 40. Culto y políglota, sólo tenía un punto débil, y los servicios secretos de EEUU lo descubrieron

| Juanjo Crespo * Edición Valencia

 

La novela de María Dueñas El tiempo entre costuras (2009) sacó del ostracismo –casi generalizado en España - a un personaje histórico cuya vida daría para varios libros y películas: Juan Luis Beigbeder. La novela, y posterior serie de televisión, lo sitúa en Tetuán a principios de los años 40 como Alto Comisionado Español en Marruecos junto a su amante, la espía británica Rosalinda Fox.

La historia que relata la novela es cierta, y ha eclipsado por completo otros aspectos interesantes de la vida del general.

Juan Luis Beigbeder y Atienza no fue un militar de la época, tenía algo que le hacía especial. Obtuvo dos victorias militares sin disparar un tiro. La primera tras el desastre de Annual en 1921. Millán Astray y Franco acudieron a Melilla para salvarla de una conquista segura. Estaban rodeados y la legión se encargaría de proteger el exterior de la ciudad, pero ¿quién se encargaría de que no hubiera alzamientos ni motines dentro de Melilla? Fue Beigbeder quien, en lengua árabe, consiguió poner paz en el interior mientras la legión rechazaba el ataque.

Algo parecido ocurrió en 1936. El coronel Beigbeder -con su lengua y con su labia- fue capaz de sumar al levantamiento de Franco a las tropas indígenas del norte de África, y no sólo eso: organizó una recluta de “moros” y contactó con el Estado Mayor de Hitler para pedirle aviones Junker; los necesitaba para organizar un puente aéreo que transportara estas fuerzas a la península. Aún mantenía en Alemania los contactos y amigos de su época –años atrás- como agregado militar en Berlín.

Esta importante misión se vio recompensada tras la Guerra Civil y fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. Sin embargo, Beigbeder apenas duró un año en aquel puesto; las constantes indiscreciones sexuales hicieron que Franco perdiera la confianza en su antiguo amigo y lo cesó sin ni siquiera avisarlo. Se enteró por el periódico de su cese “con agradecimiento a los servicios prestados”.

En 1943 Beigbeder es rehabilitado en un destino modesto si lo comparamos con sus anteriores responsabilidades: el 1 de febrero Franco lo nombra agregado militar en la embajada española en los EEUU, donde ascendió a general en verano de aquel mismo año.

Informes secretos desclasificados

Aquel puesto gris y sin apenas responsabilidad -ni visibilidad- fue la última estación del tren de su carrera política. Pareciera que ni siquiera hubiera estado allí si leemos sus biografías, y sin embargo ocurrió algo que hasta ahora no sabíamos y de lo que nos hemos tenido que enterar, una vez más, gracias a la desclasificación de informes secretos de la agencia de inteligencia norteamericana.

 

Entre los miles y miles de documentos que la CIA hizo públicos en noviembre de 2016 hay uno de fecha 29 de diciembre de 1943 que lleva por título: “Use of UK national Mrs L. Newton Sharp for targeting spanish general”, que en el argot de los informes de inteligencia debe traducirse por “Empleo de la ciudadana británica L. Newton Sharp para obtener información de un general español”.

Este documento secreto recoge cómo los servicios de inteligencia estadounidenses reclutaron en 1943 a esta ciudadana para enviarla como espía a Portugal. Se le dio el nombre clave de “Mrs Black” (la Señora Negra) y comenzó un periodo de entrenamiento y formación en Washington antes de comenzar su misión.

Entre las pruebas que debía superar, la futura espía asistiría a actos sociales para “entrenar” sus habilidades a la hora de acercarse sin levantar sospechas a altas personalidades con el fin de ganarse su confianza y obtener información.

A una de aquellas fiestas en Washington, que para la Señora Negra eran como exámenes, acudió el flamante agregado militar español, el general Beigbeder. Ataviado con su uniforme de gala, medallas y entorchados, se acercó a la deslumbrante señorita Newton Sharp. Los rasgos británicos de su rostro y su piel pálida le recordaron los años al lado de Rosalinda Fox en Tetuán.  Quedó atrapado en cuanto la vio.

La Señora Negra informó a sus superiores de lo ocurrido y se abrió un gran debate en la cúpula de los servicios de inteligencia. ¿Dónde sería más útil la nueva espía? ¿En Portugal o en Washington?

El hecho de que Beigbeder había sido agregado militar en Berlín pesó mucho a la hora de tomar la decisión: la Señora Negra fue “autorizada a profundizar en su amistad” con el general español.

Sin saberlo, Beigbeder se convirtió en una valiosa fuente de información para EEUU. Todos sus contactos, sus comunicaciones con amigos de Berlín y toda la documentación de este ex agregado español en Alemania, pasaron a estar en manos de su bella amante y, por ende, en las de las fuerzas aliadas.

Finalizada la II Guerra Mundial, volvió a España donde nunca más llegó a tener ningún puesto ni destino, falleciendo en Madrid el 5 de junio de 1957.

Juan Beigbeder tuvo varias amantes. La más famosa, Rosalinda de Fox, lo fue gracias a la extraordinaria novela de Dueñas. Hubo otras, más o menos conocidas en la época. Y ahora descubrimos a la espía Señora Negra.

Las biografías del general nunca aclararon el motivo por el cual Franco lo nombró agregado militar en EEUU tras su cese como ministro por varios líos de faldas. Un diplomático mujeriego en medio de una guerra es un cóctel explosivo que sólo puede acabar como acabó: con una espía dentro de la cama.

La Señora Negra se adaptó a la nueva misión y perdió la oportunidad de vivir en Portugal. Fue la amante de uno de los generales más cultos de la época. Hablaba cuatro idiomas y tenía un amplio conocimiento de la geopolítica de la época y un nivel intelectual fuera de lo común.

Sólo había una cosa que le gustara más a Beigbeder que la diplomacia y la geoestratégica. Ésa.

 

*Experto en geopolítica y estrategia.