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Decisiones que afectan la docencia

"Desgraciadamente las decisiones de gobiernos de muchos países, en materia de educación, manipulan, cambian normativas y alteran el ejercicio del sistema educativo a su libre albedrío".

| Margarita Morales* Edición Valencia

Educación y periodismo son dos profesiones serias y respetables que van de la mano y a las que van adheridas responsabilidad, compromiso, preparación continúa y, sobre todo pasión, porque impartir enseñanza como escribir información son actividades que deben hacerse con mucha pasión… y convicción.

La normativa de 2010 del Ministerio de Educación que limita a muchos periodistas españoles a seguir impartiendo clases de Castellano, Literatura o Lengua Extranjera en institutos de secundaria o bachillerato, invita a reflexionar sobre el papel de la docencia, una actividad seria y de mucho respeto.

Esta situación me lleva a reflexionar sobre cómo se gestiona en España el que un profesionista con título pueda dar clases en secundaria o bachillerato, en colegios privados o concertados, y cómo se hace en mi país, México, donde penosamente muchos titulados que no están cualificados, se convierten de la noche a la mañana en profesores, no sólo de secundaria o bachillerato, sino de la misma universidad y, desde 2106, por decreto del gobierno… ¡hasta de primaria!

En México un profesionista recién egresado de la universidad, que no tiene experiencia en el campo laboral, sea periodístico o de otra profesión, puede convertirse en “maestro” de su misma universidad (o de otra), para el siguiente curso escolar, sólo con tener la licenciatura, hacer un examen y conseguir el puntaje solicitado. Esto se da en universidades que no piden muchos requisitos al profesorado, contrario a las privadas que sí son más exigentes con los docentes.


A diferencia de España, que para impartir clases se debe realizar el Máster Universitario en Profesorado de Educación Secundaria (MAES), en mi país, en ciertas universidades no se pide a los aspirantes a maestro ni un curso que los capacite en pedagogía o en otras materias, a fin de que desempeñen bien su trabajo como maestros. Penoso, sin duda alguna.

Esto, lógicamente, hace que el nivel del profesorado sea desigual y que, por ende, la formación de muchos universitarios sea de baja calidad, a diferencia, insisto, de las universidades privadas, que sí ofrecen una mejor preparación a los estudiantes con profesores que tienen más estudios que una simple licenciatura.

No cabe duda que en todos lados se cuecen habas, pero debo reconocer que en mi país el tema universitario todavía tiene mucho que aprender de las universidades europeas, aún cuando tenga instituciones como la misma UNAM, que figura entre las mejores de América Latina, la cual cuenta con un profesorado de muy alto nivel y donde muchos catedráticos europeos también han impartido clases o han ido a complementar estudios.

Desgraciadamente las decisiones de gobiernos de muchos países, en materia de educación, manipulan, cambian normativas y alteran el ejercicio del sistema educativo a su libre albedrío, más para favorecer intereses de grupos, que de la misma población estudiantil.

Ejemplo de ello es que desde 2016, por decisión de la Secretaría de Educación Pública (SEP), una persona que tenga un título universitario, puede hacer un examen y si alcanza el puntaje solicitado, se puede convertir en maestro… ¡de primaria!

No dudo que existan profesionistas con una buena preparación, como para ponerse al frente de un grupo de niños de cuarto de primaria, pero si previamente la persona no ha realizado estudios que le den conocimientos didácticos relacionados con los procesos de enseñanza y aprendizaje, no creo que los resultados sean muy satisfactorios.

Esta decisión del gobierno vino a terminar con el monopolio de las Escuelas Normales que, durante 128 años fueron las únicas y exclusivas instituciones que formaban los profesores de la enseñanza básica y que corrompían su libre ejercicio al vender plazas de maestros, favoreciendo a unos y afectando a otros.

Aún así, por querer terminar con este monopolio que ha sido muy dañado y corrompido por el sindicalismo, la aprobación el año pasado de la nueva Reforma Educativa, hace que México siga descuidando la educación, poniendo la preparación de millones de niños y jóvenes, en personas que pueden apostar por una plaza de maestro, más por necesidad de un trabajo o por tener unas prestaciones seguras, que por una verdadera vocación de enseñanza.

Por eso creo que educación y periodismo son dos profesiones serias y respetables, porque no se puede jugar con la formación de personas que son el futuro de una sociedad, ni con lo que ahora les hacen a los periodistas españoles que han sido docentes, luego de cumplir con una formación previa y que ahora el Ministerio de Educación les recuerda “hasta aquí lo de ser maestros”.

(*) Periodista mexicana.