| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Embajada: Díaz Ayuso acabará en la Moncloa

Los medios le hacen más caso, aunque sólo sea para desacreditarla; pero ya se sabe que en política es bueno que hablen de ti aunque sea para mal.

| Fernando Ferrando Edición Valencia

Todo iba bien hasta que apareció Zapatero. Habíamos tenido suerte. Suárez y Calvo-Sotelo modernizaron políticamente a España. González la modernizó socialmente. Y Aznar hizo lo
propio con nuestra economía.

Desde entonces todo ha ido de mal en peor. Zapatero inició esta deriva rupturista y de enfrentamiento entre españoles. Creó problemas donde no los había y enfrentamientos que sólo buscaban poner a España en la vanguardia de una nueva izquierda que por fin, desde la caída del Muro de Berlín, había encontrado una razón de ser: sustituir el enfrentamiento de clases por el de colectivos.

Rajoy no puso pies en pared. Se preocupó de la economía y menospreció la política por considerarla algo menor. Cosa de aficionados, de gente sin la cualificación suficiente para hacerse cargo del Estado. Quien no había aprobado una oposición, no estaba a gobernar. Pero para dirigir el partido, y con el de la derecha española, cualquiera servía. Salvó la economía, pero dejó podrir el problema territorial, mantuvo el enfrentamiento entre españoles con la ley de memoria histórica y la de violencia de género que niega la presunción de inocencia al varón. La derecha se le partió en tres, desterrándola así de la Moncloa hasta ya veremos cuándo.

Ahora estamos en el segundo capítulo del zapaterismo, pero capitaneados por un presidente mucho más radical, mucho menos preocupado por el bien común y con muchísima más ambición de poder. Un genio de la política mediática.

Sánchez ha enterrado definitivamente la política de Estado para sustituirla por la del postureo,  donde importa más el protagonismo que el bien común. Y lo peor es que le está funcionando. Vivimos en un país en la que los medios de comunicación han diezmado su capacidad de contrarrestar el poder político; en la que los grupos de presión, por ejemplo los empresarios o los sindicatos, han desaparecido de la escena pública y se han desentendido de los vaivenes de la política. Un país que no sabemos a dónde va, porque eso lo irán decidiendo las encuestas y las alianzas que perpetúen el poder.

Así las cosas, Isabel Díaz Ayuso va poco a poco convirtiéndose en la nueva lideresa de la derecha. Atrae más la atención que el bueno de Pablo Casado. Los medios le hacen más caso, aunque sólo sea para desacreditarla; pero ya se sabe que en política es bueno que hablen de ti aunque sea para mal. La Presidenta de Madrid está bien asesorada en estas lides mediáticas.

Miguel Ángel Rodriguez, el mismo que llevó a Aznar a la Moncloa, es tan bueno o mejor que Iván Redondo, el gurú de Sánchez. Pones la televisión, ves a Casado y te vas a la cocina. Ves a Díaz Ayuso y te quedas a ver qué dice. A ella, como a Sánchez. Los dos tienen arrojo, no se amedrentan y soportan las críticas con la misma apariencia de seguridad en sí mismos.

Así es que, si Casado no gana las próximas elecciones, Ayuso le levantará la silla.