| 14 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El presidente de EEUU airea teorías conspiratorias
El presidente de EEUU airea teorías conspiratorias

Entre tontos anda el juego

Creía que pocas cosas podían superar a los justicieros de balcón, pero cada vez tengo más claro que el confinamiento saca lo más mezquino del ser humano

Creía que pocas cosas podían superar a los justicieros de balcón, pero cada vez tengo más claro que el alargamiento actual del confinamiento y la poco halagüeña perspectiva de que éste se prolongue casi sine die, está comenzando a sacar lo más mezquino del ser humano.

 

Que un profesional de la salud, un empleado de supermercado o cualquiera que tenga que estar forzosamente cara al público en servicios esenciales estos días, llegue a su casa y se encuentre con verdaderos sabotajes, cuando no amables notas (anónimas, claro está, y hablando, presuntamente, en nombre de todos los vecinos) que invitan al aludido a abandonar su vivienda, es algo que debería de llenarnos a todos de vergüenza.

 

¿Cuál es la causa? El miedo irracional y una suerte de percepción perversa, amén de egoísta y poco humanitaria, de estar protegiendo así a sus propias familias. No debería de sorprendernos, en los tiempos de la Alemania nazi, perfectos padres de familia, gente buena en tiempos de paz y afectuosos con sus familias, fueron capaces de las mayores crueldades con otros a los que habían cosificado y dejado de considerar personas. A menor escala y de modo más burdo, se está repitiendo.

 

Esta irracionalidad es la que, por otro lado, contribuye sobremanera en la propagación de bulos y de absurdas teorías de la conspiración. A estas alturas hay quien sigue manteniendo, pese a las evidencias y los informes de los expertos, en la creación en laboratorio del Covid-19 y su posterior diseminación intencionada; teoría que, lamentablemente, el propio presidente de los Estados Unidos se ha encargado de volver a poner sobre la palestra esta semana.

 

Trump no cuenta con más información en este sentido que los demás, lo que cuenta es con muchos más prejuicios, un absoluto desprecio por todo aquello que se opone a su autoridad y sus decisiones; sólo busca ocultar el coste, en término de vidas, que la pandemia está dejando ya y seguirá dejando en el país por su obcecación en negar la magnitud del problema cuando en toda Asia y Europa era ya evidente que sólo el confinamiento podía resultar efectivo para frenar la expansión del virus.

 

En el fondo, tanto el vecino cobarde como Trump (y de Bolsonaro, mejor ni hablar), comparten una actitud arrogante y prepotente, arrogándose el derecho a decidir que es válido y que no, e incapaces de reconocer sus fallos y aplaudir el trabajo duro de los demás.

 

De esta crisis sólo se saldrá trabajando en equipo y dejando aparte las rencillas y diferencias políticas, lo que no exime en ningún caso el derecho a la sana crítica. El confinamiento por la declaración del estado de alarma en nada afecta a los derechos fundamentales ni debe de emplearse como invitación a restringirlos.

 

Da miedo el amplio apoyo popular que consta en la última encuesta del CIS en relación a prohibir por ley la difusión de bulos. Si bien no soy precisamente partidario de las noticias que carecen de veracidad, también creo que lo que debe hacerse es dotar a los ciudadanos de las herramientas críticas necesarias (vamos, educación y sentido común) para que no sean tan rápidos en reenviar alegremente noticias de contenido demasiado bueno o conspiranoico como para ser verdad.

 

En fin, entre tontos anda el juego, señores.

 *Abogado y politólogo.