| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un encuentro con hosteleros, en el restaurante Dársena, en Alicante
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un encuentro con hosteleros, en el restaurante Dársena, en Alicante

A la chita callando

A la chita callando, tengo para mí que el electorado ha ido fraguando su voto. Veremos, veremos,

Me pide el director que haga pública mi reflexión personal en este día de meditación colectiva. Y acepto el encargo. Confieso no ser imparcial -¿quién lo es aparte de un CIS hipotético sin Tezanos?-, me reconozco mejor, en palabras de Martín Quirós, como librepensador (de derechas; añadía y añado).

Desde ese “bocoi” (ver Albufera) me dispongo a disparar verbalmente, tras una observación cuidadosa -escucha se llama hoy- de datos y actitudes que, a mi parecer, arrojan dos hipótesis provisionales que he repetido recientemente: i) hay más moral de derrota en el bloque de izquierdas que seguridad de victoria entre la derecha; y ii) mucho me temo que en el capítulo de indecisos -haciendo un roto al lenguaje- hay mayoría de los que “no dicen” lo que votarán, sobre los que no han tomado a estas alturas tal decisión.

Es obvio que la larga sombra de las generales y del sanchismo -un término artificial que, al contrario de lo que fue el felipismo, cosecha sólo connotaciones negativas- planea sobre los comicios de mañana. Y, en consecuencia, este asunto tan grave, tan peronista y bolivariano del menudeo del voto, impensable en la España de hace sólo una década, se cobrará su saldo. También esa acrasia gubernamental, esa utilización impropia del poder, contraria a la sensatez y la lógica que tantos practican.

No le hacía falta a Feijóo ese largo -rajoyano- circunloquio sobre el cambio. Con decir “cambiar para”, en vez de “cambiar por” se hubiera entendido. Derogar lo ha aclarado el otro con crudeza de depredador. Pues sí, hay mucho por derogar entre tanto decreto caprichoso y tanta ley fracasada. Y la cultura de la subvención indiscriminada y de la compra de voto crónica y sistémica (por utilizar su lenguaje).

Volvió Feijóo a Valencia a “certificar el éxito de la plaza de toros”, a darse un paseo por el Mercado Central, a fotografiarse con Sorolla en la Fundación Bancaja y a contraer noblemente una cara deuda con su amigo Mazón (“entre presidentes”, dijo): resolver definitivamente el desdichado déficit económico.

María José Catalá -alguien ha escrito que su niño viene con la alcaldía bajo el brazo- dice que “no dejará de correr” (bonita alegoría) por encima de la melancolía. Y así lo ha hecho a últimos de campaña. Su estado de doble buena esperanza la mantiene enérgica. No será una alcaldesa “desnatada” …

Desnatado o no, poco ganó Ribó con su desplante a Las Provincias y la COPE. O, mejor, no ganó nada. Más bien perdió, evidenciando una vez más su sectarismo y la hipocresía de su escuálido gesto en el Centenario de la Coronación de la Virgen. Más ufano parecía en las bucólicas fotos de la Yolanda matinal en su socorro marino (menos festiva, la Yolanda vespertina con Podemos). Y Baldoví -100% valenciano “avui”- entre el sí y el no con la Coalición melillense. Illueca es un hombre rudo que no se sale de su papel. Sin tintes ni cortes fashion con los que disimular su pasado, y sabe que su techo peligra, tanto como que no ha llamado al constructor apropiado para consolidarlo. Tengo serias dudas sobre la supervivencia parlamentaria de su proyecto autonómico.

Ximo Puig, el President, y Sandra Gómez hacen un buen ticket. Se complementan. El primero todo lo fía a su impronta personal, la segunda justo a la de otros (no es muy sólida la propia). La que aspira a la alcaldía que los socialistas perdieron hace treinta y dos años tiene difícil superar siquiera las sillas de Compromís. No le ayuda su actitud agresiva y la permanente descalificación del contrario (tampoco la inclusión de un prematuro dimisionario en sus listas). Y el actual titular de Generalitat -el de los bonos de 90 a tres días de las urnas- depende de la supervivencia de los comunistas, además del karma y de su hermano. Y de la fuerza real de Vox, que es una incógnita.

Tampoco es mal ticket el de los dos catedráticos de derecho que encabezan las listas de este partido. Badenas y Flores representan sus papeles con cierta moderación (más el primero) y con idéntico cuidado en el mantenimiento de su suelo electoral, conscientes del posible regreso de hijos pródigos a la casa familiar.

Poco se puede añadir ya sobre la más que factible desaparición de Ciudadanos.

A la chita callando, tengo para mí que el electorado ha ido fraguando su voto y, aunque nunca vi en la rigurosa liturgia de la mesa electoral a nadie tapando sus fosas nasales a la hora de depositar la papeleta en la urna, no deja de ser muy español el gesto de disimulo, que a menudo se invoca en este sentido. Veremos, veremos.

Hoy veremos a los candidatos descansando y relajados tras la contienda. Mañana expectantes. El lunes victoriosos o frustrados. Que Dios reparta suerte.