| 04 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Un hogar para Lengüi

Estas historias reflejan el día a día del sufrimiento a que se enfrentan los animales que viven en la calle y el de las personas que se preocupan por aportar dignidad a sus vidas

| Raquel Aguilar Edición Valencia

Esta preciosidad de la imagen es Lengüi.

El origen de su nombre es evidente: saca la lengua a menudo, no porque se burle de nadie, sino debido a que le faltan dientes.

Y es que Lengüi es una superviviente.

Tiene unos 6 años y hasta ahora ha sobrevivido en las calles del Parque Tecnológico de Paterna.A

Y lo ha hecho gracias a un grupo de voluntarias que se ha estado ocupando de cuidarla.

No ha habido un sólo día que le haya faltado agua y comida. Es más, últimamente no podía comer pienso, porque tenía problemas con los dientes y la alimentaban a base de latitas.

Hace unas semanas, las voluntarias comenzaron a ver cómo su aspecto iba empeorando, hasta que un día Lengüi no resistió más, decidió jugársela, fiarse de las voluntarias y dejar que la cogiesen. El dolor había superado al miedo.

La llevaron a una clínica veterinaria, hubo que realizarle una intervención quirúrgica y extraerle todos los dientes que tenía dañados.

Esta intervención le ha cambiado la vida a Lengüi. Imagina tener un insoportable dolor de muelas, que de pronto desaparece ¿quién no sentiría alivio?

La pequeña ha estado en una casa durante el post operatorio, que ya no puede acogerla durante más tiempo y sería una pena que, habiendo probado el calor de un hogar, volviese a la dureza del asfalto.

Así que la preocupación de las voluntarias es ahora buscar un hogar para ella, donde pueda vivir tranquila y querida el resto de su vida.

Lengüi esterilizada. Esterilizar a las gatas que malviven en la calle es imprescindible por varios motivos.

El primero es evitar que nazcan más animales en la calle y deban enfrentarse a todo tipo de penurias. Desde hambre y sed hasta la crueldad del ser humano.

En segundo lugar por la salud física de las gatas. Estar continuamente pariendo no es sano para nadie, tampoco para ellas.

Finalmente, esterilizarlas es evitarles sufrimiento emocional. Es muy duro tener hijos y ver cómo mueren atropellados, envenenados o enfermos por falta de alimento.

Estas líneas tratan de resumir, de manera muy somera, una historia desgraciadamente poco excepcional.

No es uno de esos acontecimientos que son portada en los periódicos, ni de los que abren el telediario. Sin embargo, cualquiera que se asome a la redes sociales de protectoras de animales, asociaciones de defensa animal o personas que realizan voluntariado de forma individual, podrá encontrar miles de relatos similares al de Lengüi.

Estas historias reflejan el día a día del sufrimiento a que se enfrentan los animales que viven en la calle y el de las personas que se preocupan por aportar dignidad a sus vidas.

Ellos se enfrentan a todo tipo de miserias. Porque, no nos equivoquemos, la calle es muy hostil y esa idílica imagen de gatos viviendo felices en nuestro barrio que durante años se ha incrustado en el imaginario colectivo está muy alejada de la realidad.

¿Imaginas vivir debajo de los coches, entre sus ruedas? ¿Y lo difícil que debe ser encontrar comida o agua? Por no hablar del dolor y la mella que causa la falta de asistencia veterinaria ante cualquier dolencia, enfermedad, o accidente.

Por otra parte, quienes cuidan de las colonias se enfrentan cada día, con el corazón en un puño, a la incertidumbre de saber si aparecerán “sus” gatos cuando lleguen a ponerles la comida. En la mayoría de ocasiones llega el día en que no vuelven a verlos más, tras años de cuidados. Y ese día, el dolor de la ausencia y la angustia de no saber cuál ha sido su destino, les roba un trocito del alma.

Otras veces los encuentran malheridos, moribundos o incluso muertos. Las causas: el ser humano la mayoría de veces. Unas por accidente, el resto, por pura maldad.

A ese desasosiego deben añadir, en demasiadas ocasiones, la preocupación de conseguir dinero para pagar, no sólo el alimento, sino las costosas facturas veterinarias de esterilizaciones, operaciones y tratamientos que puedan necesitar los gatos. Esos gatos que son responsabilidad de nuestros ayuntamientos.

Por no hablar del riesgo de que algún impresentable te insulte, amenace o incluso agreda.

 

Así que, la vida de estos felinos, depende casi siempre de que haya cerca personas que se preocupen por ellos.

 

Sin estas cuidadoras, Lengüi seguramente ya no estaría viva. Y habría muerto de inanición, tras una larga agonía y con un dolor insoportable.

El primer paso, que Lengüi haya sobrevivido tanto tiempo y que ahora esté en perfecto estado, ya está dado.

Sólo nos queda otro para que esta historia tenga un final feliz.

Un hogar para Lengüi.

¿Te animas a escribir un bonito final, al menos, para esta historia?

 

 

Si te animas a dar un hogar a Lengüi, puedes contactar con http://www.patitascasasdeacogida.com/