| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Compañeros de trabajo

Los celos, envidias y otros sentimientos perniciosos juegan malas pasadas y los malos entendidos van a la orden del día entre cotilleos de salón

Todos queremos el trabajo ideal, en el lugar más cercano a casa, con un buen sueldo y, ya puestos a pedir, los mejores compañeros con los que podamos dar. Ya decía Goleman la importancia de llevar cualquier trabajo y en la práctica constante de la inteligencia emocional, es decir, un clima adecuado para que el propio trabajo se desarrolle de un modo lógico, positivo, colaborador, interconectado, agradable, con el que el resultado será muy seguramente sobresaliente… 

Todo perfecto si eso fuera así.  Hay muros de hormigón armado.

No siempre encuentras los apoyos necesarios para realizar tu función con diligencia. Esto por una parte. Los celos, envidias y otros sentimientos perniciosos juegan malas pasadas y los malos entendidos van a la orden del día entre cotilleos de salón, descalificaciones en modo de crítica o simples miradas de abajo hacia arriba o viceversa haciéndote una radiografía basada en la descalificación con un odio que no puedes entender… ¿por qué? 

Hay de todo, menos mal, compañeros de verdad, esos seres que tienen empatía, y que comprenden los problemas, esos que inteligentemente piensan y actúan con congruencia.

También están los de “mentira”, esos que con una cara simpática (hipócritas) y buenas palabras en un principio, pero que pronto están elaborando la maquinaria de llevarte al límite, eso sí, con buenos modos y una agresividad pasiva que no se puede explicar ni en los libros. Una vez puestos los pistones de esos motores en marcha ya se encargan de desprestigiarte con todos los tipos de acciones habidas y por haber. Observan, y se centran en hacer que cualquier cosa sea un motivo para que te echen a los perros, te tiren por un acantilado, al cubo de basura o te peguen una bronca sobresaliente para que se te salga el corazón por la boca y te hundas en tus propias lágrimas.

Sociópatas hay más de lo que parece. Maldad.   

Es algo a lo que te tienes que acostumbrar ineludiblemente y lidiar con ello día a día e intentar que no te afecte, curtirte y no caer en el “síndrome del quemado”. Tienes que acostumbrarte a ese hábitat de tiburones, de hienas, de buitres, de seres de la oscuridad que sabes desde un inicio que “van a por ti”… Coger fuerzas. Coger aire y empezar a observar cada debilidad de las alimañas. Así te aseguras la defensa.

Por otro lado están los “compañeros”, los que no trabajan día a día contigo, la coordinación entre otros departamentos y con otras administraciones, esos que a través de oficios y llamadas telefónicas estamos en contacto diario por mil asuntos que van surgiendo y que es necesaria la colaboración entre todos. Ya lo decía Coleman. Entendimiento, información, estrategia y buscar los resultados positivos.

El refranero dice: Hace más el que quiere que el que puede.

Tengo que decir que en estos casos, y como siempre sucede, va en la propia persona con la que hablamos, en su carácter, su aguante y su implicación en el trabajo, pero al final, que quede claro que hay muchísima gente extremadamente competente e implicada, pero hay otros muchos que con cubrir el expediente parece ser que tienen bastante, con éstos, se complica, y mucho la labor cotidiana.

Esa labor que tenemos como profesión en la que trabajamos con personas y en la que nuestra responsabilidad es enorme y recae sobre nuestros hombros cual losa de mármol… Que importante son esas piezas del ajedrez organizativo. Cada uno con su labor, unos alfiles, otros caballos, otros torres, algunas reinas, pero todos al unísono y esperando el momento para llegar a la meta. Eso se llama organización. 

Otra cuestión es cuando nos pedimos ayuda en algún tema determinado y es entonces cuando te das cuenta de que cada uno somos hijos de una madre y un padre, y que el término “compañerismo” no existe. Es triste tener ese pensamiento de “soldado en territorio enemigo”, en vez de hacernos todos la vida lo más agradable que podamos. Fastidiar a los demás no es un deporte. Conciencia limpia y tranquila es lo recomendable.

No iría mucho mejor cuando todos colaboremos y vayamos remando en la misma dirección. Ser un batallón, ser el séptimo de caballería, ser espartanas, ser un grupo que salva las circunstancias y los obstáculos del camino. El camino del opositor es durísimo, pero tenemos que entender que en el trabajo interesa la eficiencia y eficacia de todos, y no ver al otro como a un enemigo al que hay que eliminar.           

No podemos saber qué destino tendremos.

Unos seguirán y otros no llegarán ¿Quién lo sabe?...

Hagamos de la actividad laboral un modo de vivir en paz. Disfrutemos de la actividad laboral por poco que dure en estos tiempos en los que la gente no tiene ni para comer y están pasando calamidades para cubrir el mes.

Si lo haces difícil tienes un problema.

*Grupo EmeDdona.