| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El perfil psicópata del maltratador de animales

La práctica violenta sin límites hace de una persona un monstruo que es capaz de pasar su límite ético y moral por cualquier motivo y es un peligro para los demás

| Enrique Arrúe Edición Valencia

Puede que usted haya visto en televisión a aquel necio que atropellaba “canguros” con su camioneta a la vez que reía seguidamente con una especie de euforia que rayaba la locura, un joker asesino, un anormal endiablado.

Al tipo, al ver cómo impactaba el hierro y el acero con la carne y la piel de esos inocentes seres, le saltaban las lágrimas con emociones de alta adrenalina, de poder sobre la vida, del control absoluto de esos inconscientes animales atolondrados, que lo último que intuirían es toparse con un psicópata idiotizado que juega a ser un bufón de internet, pensando irracionalmente que sus actos son de risa, que hacen gracia, que matar no solo divierte, sino que además, parece una práctica mortal real más parecida a un video juego de la PlayStation.

¿Que llama la atención de este absoluto cretino, botarate, fantoche? En primer lugar, esa mente completamente desequilibrada, digna de estudio. Ese comportamiento salvaje, sin límites y que se atreve a decir “aquí estoy y eso es lo que hago”.

Imagínense a ese ser humano en su comunidad de vecinos, andando por la calle y saludando como si no pasara nada. Imagínense que le puede pasar por la cabeza a un tipo así cuando se le lleva la contraria o si usted discute con él, porque su perro ha defecado en la calle

¿Cómo reaccionaría?... Eso pensamos también nosotros, que la práctica violenta sin límites hace de una persona un monstruo que es capaz de pasar su límite ético y moral por cualquier motivo, siendo un peligro para los demás…
Muchos estudios de la criminología indican que maltratar animales, torturarlos, quemarlos, incluso matarlos sin sentido es una práctica que contribuye a un individuo acostumbrarse a hacer daño, y consecuentemente a la muerte, es un entrenamiento y que, tras repetir esos actos inverosímiles hace que una persona tenga un sentido violento concreto en su comportamiento…

¿Hasta qué punto haría daño un maltratador de animales a otro ser humano?... La línea que traspasan va más allá de las normas, de la Ley, o del sentido común, por lo tanto su pensamiento es otro.
¿Qué me dicen del otro energúmeno que lanza un zorro por los aires y lo mata con sufrimiento a base de golpes contra el suelo?... Pues miren, se repite el perfil psicopático de una persona que disfruta de la agonía de un ser vivo mientras va perdiendo la vida, una forma de disfrutar con la tortura, de ver como ese animal no puede defenderse, no tiene ninguna oportunidad de escapar, no tiene ni una sola oportunidad de sobrevivir.

La permisibilidad de la Ley es obvia, todo queda en una simple multa que teniendo dinero pues se paga, ese es el problema, matar de esa forma a esos seres es barato, mostrar a todo el mundo esas acciones macabras es barato, y por consiguiente no es una pena, pues no actúa el reproche penal como una verdadera represión legal social. Esto es en cuanto a aquellos inconscientes que “lo cuelgan en redes”, pero…

Imagínense las atrocidades que se cometen por ahí y que se desconocen, o que las conocemos pero impera el miedo al humano, esos fantoches que hacen alarde de su poder, esos bellacos caciques que creen que son los amos de su entorno, que creen que están en la selva por la permisividad de las leyes ¿Qué hace ahí la administración?, ¿Qué hacemos los demás?... Todo dependerá del nivel de maldad del malote y del miedo que proyecta a los demás. Es decir, “No hay denuncias”.
¿Qué les parece aquellos cazadores que cuando el perro no sirve lo ejecutan de un disparo?... ¡Haga otra cosa descerebrado pero no sacrifique al animal! ¿A usted le gustaría que lo sacrificaran por ser un lerdo?... ¿le gustaría que le hicieran una lobotomía cerebral por ser un tipo violento?...
Hace unos diez años aproximadamente, vi como un tipo adulto le pegaba una patada a un gato que cruzaba por la calle sin ningún motivo, porque pensó que estaba lanzando un “penalti” a un balón de fútbol, o solo puede que eso realmente le divirtiera y muy probablemente lo había hecho otras muchas veces, tal era la precisión de aquella patada.

El felino obviamente hizo un sonido desgarrador mientras surcaba el aire y se giraba, se retorcía tras esa fuerte y poderosa patada, que muy probablemente le rompió las costillas, el animal voló unos cinco o seis metros y cuando cayó no podía andar.

Hace años vi cómo un tipo propinaba una patada a un gato. De inmediato, llegó un joven, dio un guantazo al agresor y se llevó, entre los aplausos de los transeúntes, al gato para que lo atendiera un veterinario

Apareció entonces de la nada otro individuo corriendo, un joven fuerte de un metro ochenta con el cabello a lo Johnny Deep, que no era Jack Sparrow, pero este chaval le propino semejante guantazo con la mano izquierda al maltratador de animales que el sonido hizo girarse a todos los que estaban en ese momento en la calle, lo tumbó y lo dejó sentado en el suelo, el maltratador no sabía que le había pasado, no reaccionaba.

El joven, cogió una caja de cartón de un contenedor rápidamente y pidió unos guantes en una tienda de los chinos, para que el gato no pudiera arañarle o morderle, lo puso en la caja con cuidado y lo llevo al veterinario en un vehículo que paró solo para ayudar a ese joven.
Los aplausos de todos los viandantes ponían la piel de punta, y se saludaban unos a los otros, algunos hasta se abrazaron. El tipo malhechor, el villano por excelencia, una vez de pie, corrió para salir de allí de la vergüenza que tal vez le daba y la gente lo abucheaba con energía, con la palabra “cobarde”, eran gritos de todos al unísono plantándole cara.
Aquel joven salvador mezcla del Rey Salomón y Charles Bronson ni siquiera se dio cuenta de aquello, tan solo le preocupaba la salud del animal.
Puede que aquel chico sea admitido en el Cielo de los animales, en la Valhala de los gatos.

*Grupo EmeDdona.