| 19 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Embajada: Cerrazón marxista

Prefieren acostarnos bajo lonas que darle un uso social a las obras emblemáticas de la época del PP.

| Fernando Ferrando Edición Valencia

El Ágora es un edificio hermoso pero fantasmagórico, por vacío, que nadie sabe muy bien para qué sirve. La Feria de Valencia es una instalación enorme e igual de fantasmagórica que el ágora porque desde hace años no hay quien dé uso a sus miles de metros cuadrados. No tanto, pero también algo fantasmagóricos están los hoteles de Benidorm y del resto de la costa valenciana.

Cabe preguntarse si de verdad los enfermos de la pandemia van a estar más cómodos en un hospital de campaña que en cualquiera de esos edificios infrautilizados. El tiempo ha demostrado que, como dice el constructor del hospital de campaña, eso no deja de ser una tienda de campaña, una solución de emergencia para situaciones desesperadas que no tienen alternativa.

¿Por qué entonces no se habilitaron el Ágora, la Feria o los hoteles para alojar a los enfermos? Pues porque el Ágora y la Feria las construyeron el PP y el Gobierno “compro-socialista” prefiere vernos tirados por las esquinas antes que poner en valor alguna de las obras faraónicas del PP. Prefieren acostarnos bajo lonas que darle un uso social a las obras emblemáticas de la época del PP.

En cuanto a los hoteles, la respuesta puede ser aún más desoladora: se atisba una obcecación del Consell por evitar la colaboración público-privada. Lo público, sólo lo público y nada más que lo público puede salvar a la población de esta pandemia. Apoyarse en lo privado sería un atentado contra su ideología política, con tintes marxistas, según la cual la iniciativa privada sólo piensa en ganar dinero y nunca en prestar un servicio a la sociedad. Sólo lo púbico, según la cerrazón izquierdosa, tiene vocación de servicio. Ese es su monopolio. Y esclavos de esa ideología, el Consell no concibe que un médico ejerciendo en la sanidad privada pueda tener tanta o más vocación de cuidar a sus pacientes, que el funcionario que trabaja en un hospital público.

Esperamos que esa sinrazón izquierdosa entre en razón y no retrase la vacunación de todos los valencianos por la estupidez de no querer contar con los hospitales y médicos privados, con las farmacias, los veterinarios o cualquier otro colectivo que, estando capacitado para hacer se preste a ello.