| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La periodista Hanna Liubakova muestra en esta imagen a Andriy Kulik tratando de consolar a su perro, paralizado en medio de la calle por el miedo, en la ciudad de Irpin (Ucrania).
La periodista Hanna Liubakova muestra en esta imagen a Andriy Kulik tratando de consolar a su perro, paralizado en medio de la calle por el miedo, en la ciudad de Irpin (Ucrania).

Las otras víctimas de la guerra

No sólo son los seres humanos quienes sufren las consecuencias de una guerra propiciada por otros de su misma especie. Los otros animales son los otros seres sintientes muy perjudicados

| Raquel Aguilar Edición Valencia

Hace prácticamente un mes que las tropas rusas iniciaron la invasión de Ucrania. Un mes de bombardeos y de ataques que dejan ya miles de personas civiles muertas y otras tantas heridas, de distinta consideración.

Un mes que ha supuesto que más de tres millones de personas abandonen sus hogares y sus vidas y deban refugiarse en otros países, sin saber hasta cuándo...tal vez para el resto de sus vidas. Desgraciadamente no está al alcance de todos huir del horror. La guerra mantiene rehenes.

Personas mayores, que no se ven con fuerzas para empezar de nuevo en otro lugar. Personas dependientes, que no pueden ni siquiera desplazarse a los refugios cuando suenan las sirenas antiaéreas que anuncian la inminente explosión de artefactos. Personas que se ven obligadas a coger armas para defender a su país del ejército de invasores,…

Sin embargo, no sólo son los seres humanos quienes sufren las consecuencias de una guerra propiciada por otros de su misma especie. Los otros animales son los otros seres sintientes enormemente perjudicados por ésta y otras guerras.

Nunca sabremos el número de granjas bombardeadas o que han quedado atrás con sus animales confinados entre vallas que les han imposibilitado huir.

No conoceremos el número de animales que han muerto por los estallidos de las bombas por las calles o en edificios, o los que han sido abandonados a su suerte

Del mismo modo, no conoceremos el número de animales que han muerto por los estallidos de las bombas por las calles o en edificios, o los que han sido abandonados a su suerte, algunos de ellos encerrados sin la más mínima posibilidad de escapar.

Ni los que han muerto aplastados por los árboles que contenían sus nidos, enterrados en sus derruidas madrigueras o por inanición.

No obstante, donde el dolor, el sufrimiento y la muerte campan a sus anchas, surgen héroes que son capaces de aportar luz y esperanza.

Del mismo modo que hay ONG’s y particulares que se están desviviendo por ayudar a las personas que huyen del horror, hay organizaciones y personas que a nivel individual se están, literalmente, jugando la vida por rescatar y mantener con vida a todo tipo de animales.

Ejemplos de ello son Andrea Cisternino, junto con los tres voluntarios que siguen encerrados junto a los más de 400 animales rescatados de distintas especies (vacas, ovejas, cerdos, caballos,…) a los que cuidan en un santuario cercano a Kiev, y que a estas alturas no disponen ya ni de agua potable y apenas tienen comida. Pese a todo, siguen acogiendo animales, como los tres caballos y cinco perros llegados ayer que, de otra forma, estarían ya muertos.

O Angelina Rybchenko, responsable de dos refugios en que sobreviven más de 700 perros y gatos en las ciudades de Jerson y Oleshki y que sigue con su furgoneta buscando animales abandonados para intentar, al menos, darles una oportunidad de sobrevivir en sus instalaciones (mientras el poco alimento siga llegando y ningún proyectil lo destruya).

Algunos de estos héroes, desgraciadamente han volado con sus capas muy, muy alto. Como el grupo tres de voluntarios cuyo vehículo fue acribillado a balazos mientras volvían de alimentar a animales que deambulaban abandonados por las calles de Kiev.

En las fronteras, la solidaridad también llega a los animales abandonados y a quienes huyen sin haber dejado atrás a ningún miembro de su familia multiespecie.

Reparto de pienso y otros alimentos, medicación y utensilios, además del importante apoyo emocional para las personas que escapan de la guerra con sus animales.

También se están haciendo cargo de los animales que no tienen a nadie, aunque les suponga una saturación que veremos cómo se resuelve en un futuro.

Ante una situación tan grave, parece que los gobiernos han relajado los requisitos para quienes huyen de la guerra con sus animales, pero los impedimentos para que las ONG’s pueden sacar a los animales de los refugios ucranianos continúan, motivo por el cual reclaman corredores verdes, por no hablar de las trabas para poder acceder en países de acogida a los albergues con los miembros no humanos de las familias refugiadas.

Nuevamente, asistimos con horror a una situación en que las organizaciones y particulares dan una lección de empatía y trabajo organizado a quienes nos gobiernan, sin apenas recursos.

No obstante, me reconforta el cambio social generalizado, a nivel mundial, que se percibe en este conflicto respecto a los no humanos y es la naturalidad con que los medios han asumido que toda vida importa y que una familia la componen quienes conviven unidos por una relación de afecto, independientemente del género, la orientación sexual, la etnia o la especie.

Esperemos que esta maldita guerra acabe de una vez y todos, humanos y no humanos, puedan volver a sus hogares y reiniciar la vida que nunca debieron dejar atrás.

Todo mi respeto y admiración para quienes se juegan cada día la vida por ayudar a los demás, independientemente de la especie. Estas personas hacen que en el mundo, pese a todo, siga alumbrando la esperanza.