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Vainilla: una condena a muerte evitada

Si convives con un animal y estos días te vas de vacaciones, recuerda que hay mil alternativas para viajar con ellos. Tú eres su familia. Confían en ti. Si lo abandonas, lo condenas a muerte

| Raquel Aguilar * Edición Valencia

Su historia conocida comienza en la autovía. Volvía de trabajar un día de lluvia y de pronto, sin apenas tiempo de reacción, vi un bulto beige que se confundía con el color de la tierra de la estrecha medianera que separa los dos sentidos de circulación de la A35.
Tomé la primera salida para hacer un cambio de sentido, pues no me dio tiempo a parar sin comprometer la seguridad de otros vehículos y me encontré con una furgoneta del servicio de conservación de carreteras. Pedí ayuda para coger a la perra y tras seguirme, paramos en el arcén, justo frente al lugar en que se encontraba.
Su mirada reflejaba terror, agotamiento y una tristeza infinita.
Cogimos una correa y, con cuidado, uno de los operarios se acercó a ella. Este es un momento crucial pues el animal, presa de pánico, puede salir corriendo, ser atropellado y provocar un accidente.
Pero en este caso, lejos de huir, Vainilla agachó la cabeza y se dirigió a su rescatador, en un último intento de luchar por su vida.
Con dificultad, debido a una gran cojera, atravesó la carretera andando hasta llegar al coche.
Casi a la vez que terminaba de cruzar la autovía Vainilla, llegó un coche de la policía local. Y su llegada trajo una grata sorpresa: en ese pequeño municipio, por convenio con una modesta entidad de protección animal, los animales abandonados no terminan en una empresa exterminadora.
Subimos a Vainilla en mi coche (se dejó manipular sin dificultad alguna) y la llevamos a un pequeño almacén municipal en que descansaría y podría comer y beber hasta que llegase personal de la protectora a recogerla.
Me despedí de sus preciosos ojos, tristes y abatidos, y reanudé la vuelta a casa, sin dejar de pensar en ese pobre animal y en qué hubiese sido de él si nadie hubiese parado para rescatarlo.
Desde entonces tengo contacto con la protectora que se hizo cargo de ella. Son un reducido grupo de personas voluntarias que con mucho sacrificio sacan adelante animales maltratados como Vainilla. Ella, una perra muy cariñosa y noble, tras varias operaciones y la amputación de una pata, vive feliz y agradecida en un hogar donde tiene los cuidados y el cariño que merece. Los que nunca debían haberle faltado.
Pese a todo y por dura que parezca, la de Vainilla es una historia que, inusualmente, tiene un final feliz.
Esta concatenación de circunstancias pocas veces se da y no es este el final para la mayoría de los perros que son abandonados.
Según la fundación Affinity unos 140.000 gatos y perros son recogidos por entidades de protección animal cada año en nuestro país.
Si contamos que la mayoría de municipios tiene el servicio de recogida de animales contratado con perreras (empresas que, tras expirar el plazo determinado por ley, si no ha aparecido el propietario legal del animal, o ha sido adoptado, proceden a su ejecución), se estima que, como mínimo, la cifra de animales recogidos podría ser el triple.
Pero la cifra real es superior porque una gran parte de los animales abandonados, antes de ser recogidos termina, como Vainilla, en la carretera y a diferencia de esta podenquita, la mayoría mueren atropellados, algunos tras días de agonía en cualquier cuneta, en absoluto anonimato.
Esta es la cruda realidad del abandono de animales en nuestro país.
Así que, si convives con un animal y estos días te vas de vacaciones, recuerda que hay mil alternativas para viajar con ellos y si deben quedarse en casa, siempre puedes encontrar a alguien que les cuide (familiares, amistades, profesionales con experiencia,…). Tú eres su familia. Confían en ti. Dependen de ti.
Si lo abandonas, lo estás condenando a muerte. Las historias con final feliz, como la de Vainilla, son una excepción.

*Coordinadora del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal en la provincia de Valencia.