| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Los participantes en el debate "Repercusiones de la invasión de Ucrania: un análisis desde las fronteras de la Unión Europea”
Los participantes en el debate "Repercusiones de la invasión de Ucrania: un análisis desde las fronteras de la Unión Europea”

Ucrania a debate en el Club de Encuentro

Residen unos 35.000 ucranianos en la Comunidad, y ya se han procurado 17.000 tarjetas sanitarias entre los desplazados forzosos que han llegado recientemente.

| José María Lozano Edición Valencia

Buena parte de la sociedad civil valenciana, académicos y militares también, se dieron cita ayer a la llamada del Club de Encuentro Manuel Broseta, que fiel a su liderazgo en esta materia y a la figura de su tan recordado y querido mentor, con el título “Repercusiones de la invasión de Ucrania: un análisis desde las fronteras de la Unión Europea”, reunió a los cónsules honorarios de Ucrania, Polonia y Hungría, quienes junto al Secretario Autonómico para la Unión Europea y Relaciones Externas, Joan Calabuig, respondieron a los tres grandes bloques temáticos -geopolítico, intereses locales y éxodo- planteados y moderados por el profesor Martín Cubas, socio del Club. Pocos o ningún político esta vez entre el auditorio.

Pese a que la principal -y casi única- obviedad de este jodido conflicto de efecto mundial es que la invadida es Ucrania y Rusia la invasora, el debate aportó cifras y datos contrastados y, eludiendo con elegancia otros aspectos críticos relacionados con nuestro propio Gobierno, dejó sobre la mesa reflexiones profundas más allá de la natural condena de la invasión y la decidida solidaridad con el pueblo invadido, que fueron precisamente las palabras con las que la Presidenta del Club inició la sesión.

No hubo discrepancias entre los ilustres ponentes en cuanto a causas, hechos y valoraciones de esta salvajada que dura ya mes y medio,  y sí un denominador común que pone los pelos de punta en boca de los expertos: de imprevisibles consecuencias.

No se apartó Calabuig del argumentario oficial -incluido ese cierto y forzado optimismo endémico- que destilan Borrell y Sánchez en sus respectivas posiciones institucionales. Personalmente celebro ese regreso a la sensatez que representa, valga por todas, el aumento racional y razonable del gasto de defensa, que es lo mismo que protección de la soberanía territorial. No le dolieron prendas para calificar de “agresión a valores y a la libertad” la actitud del invasor y del propio Putin. En el  capítulo de las cifras tres datos a considerar: el éxodo alcanzará los 5 millones de personas -fundamentalmente mujeres y niños-, se estima que residen unos 35.000 ucranianos en la Comunidad, y ya se han procurado 17.000 tarjetas sanitarias entre los desplazados forzosos que han llegado recientemente. Y entre las reflexiones, la apuesta por la independencia energética, y el refuerzo de defensa, seguridad cibernética y de la propia OTAN.

Fue tajante el Cónsul de Ucrania, Pablo Gil, con su ecuación: sanciones a Rusia por valor de 1.500 millones, subvención de la guerra por compra de gas, 35.000. También en su reto a Alemania, recordando que supondría una constricción de su PIB no mayorde un 2%. “No hay espacio para la crítica en el agradecimiento”, proclamó. Y relató, exhausto y satisfecho, el sinfín de colaboraciones, ayudas y gestos, sin ahorrar sentido común y realismo. Me sorprendió su planteamiento distinto al resto sobre la bondad de la eliminación de cupos en la recepción de refugiados. Y no le falta razón.

Aprovechó Andrés Goerlich, Cónsul de Hungría, para repasar hechos históricos relevantes que debieran ayudar a entender las raíces de esta locura, y que aumentan sin embargo el desconcierto. Con agudeza, recordó como la URSS se ocupó durante su hegemonía comunista de que toda la Europa del Este dependiera de ellos de por vida, “de que todo llegara de Rusia”. Y así es.

Es sabido que Polonia, por su condición fronteriza acoge la mayor cantidad de refugiados, 2,5 millones recordó Ramón Sentís, Cónsul de Polonia desde 1998, reconocido y condecorado por diferentes gobiernos polacos. Él y mi amigo Adam Ligierko saben que también porque el pueblo polaco es generoso cuánto ha padecido históricamente, y se crece ante la adversidad. En algo nos parecemos. Su cuidadoso análisis geoestratégico, su profundo conocimiento de las relaciones económicas y comerciales entre España y Polonia, más concretamente con la CV, le permitieron hilvanar un discurso riguroso -cita de Clausewitz incluida- desde la Paz del 45, el bombardeo de Yugoslavia, hasta el anhelo de seguridad, prosperidad y libertad, un llamamiento a la Reconstrucción de Ucrania, y una apuesta por su entrada en la UE.

Tras un coloquio animado de una sala repleta, quedaron profundas y muy humanas incógnitas. Algunas dejan “un agujero en el alma”, que son palabras de Sasha, periodista ucraniana acogida en casa de unos amigos.

 

(*) José María Lozano es socio del Club de Encuentro