| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Agua y agricultura: ¿qué pasa? Hay que organizarse y gritar

| Sagrario Sánchez* Edición Valencia

Pertenezco a una zona y un pueblo, eminentemente agrícola por tradición, con un peso específico de este sector muy fuerte más allá de los años que yo pueda recordar. No en vano, en Cheste se fundó La Cooperativa Vinícola en 1918, que subsiste hasta nuestros días bajo la denominación ( tras fusiones y transformaciones) de La Cooperativa Cheste Agraria.

Así intento hacer hincapié en la gran sensibilidad con la que siempre he convivido, entre mi familia y amigos, y por supuesto posteriormente en la gestión municipal con los problemas derivados de la falta del recurso básico para la subsistencia: el agua.

Cierto es que el consumo humano es prioritario en cualquier abastecimiento. Pero es también una realidad que gran parte de nuestra riqueza como pueblo valenciano depende del sector primario, o sea del agrícola. Y nuestra producción de cítricos, principal cultivo en cuanto a rendimiento económico en nuestra Comunidad, (1.216 millones de euros ingresados en 2016) necesita agua.

De la misma manera que en la industria dependen del sector energético, en la agricultura se depende del agua, su recurso básico para producir, y éste es deficitario desde hace muchos años, y parece que la naturaleza no pretende solucionar este problema, por lo menos de momento, y si las previsiones y por lo tanto los efectos del cambio climático se cumplen, no tendremos recursos suficientes, en nuestra zona por lo menos.

Otra cosa sería analizar por qué hemos llegado hasta aquí, cómo hemos transformado la naturaleza ( o intentado por lo menos), y el mal uso, poco cuidado y respeto de nuestros recursos naturales. Pero no es éste el objeto de esta reflexión, ni yo estoy capacitada para hacerlo.

Me gustaría sí es cierto, volver a poner esta realidad sobre la mesa, ya que la oigo poco en los noticieros actuales. Lejos quedaron las contiendas del mal logrado, y peor derogado Plan Hidrológico Nacional, su dotación económica devuelta, y las dudas de su poca eficacia ( yo nunca me aclaré, creo que como mucha gente, “pero intentaba solucionar algo”). Luego llegaron las desaladoras, pocas, y algunas hasta en desuso. Y luego,….nunca más se supo.

La realidad es que la situación se agrava, los cultivos se secan o no producen, y no existen soluciones de futuro sobre la mesa, y yo me pregunto, ¿qué pasa? Hay que organizarse y gritar!!! Esto es un problema que excede a una legislatura y a un gobierno, es una cuestión de Estado, como suele decirse, que nos implica a todos.

¡Hasta qué punto los acontecimientos nos desbordan y el día a día dirige nuestras vidas! Volvamos a lo importante y aquí en Valencia y en España, el agua lo es.

 

(*) Abogada y expolítica.