| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Sycet en Valencia en la exposición que ha coordinado sobre Carlos Berlanga.
Pablo Sycet en Valencia en la exposición que ha coordinado sobre Carlos Berlanga.

Pablo Sycet, la mirada lúcida de La Movida: Mis letras han motivado a multitudes

De la Movida madrileña a llevar una exposición sobre Gil de Biedma por los cinco continentes, Pablo Sycet no ceja en su capacidad productiva que es memoria del presente.

| Álvaro Errazu Edición Valencia

Pablo Sycet, el polifacético artista, memoria y visión de aquel paraíso de libertad y transgresión que hoy sería imposible de reproducir sin acabar detenido, no ceja en su capacidad productiva. Autor de textos sensibles para Luz Casal o irreverentes para Fangoria, Pablo Sycet no pierde la pasión tamizada con la reflexión que permite ser protagonista de la historia.

El hilo conductor de la conversación deambula entre las exposiciones de la Galería del Tossal de Valencia: ‘Carlos Berlanga. Único y poliédrico’ y el Instituto Cervantes de Manhattan: ‘Gil de Biedma. Según sentencia del tiempo’, dos rebeldes con causa. El reino de los cielos no se alcanza sin la desobediencia debida.

La experiencia y el trabajo de Pablo Sycet reflejan, como si de un espejo se tratase, la memoria de un pueblo rebelde y creativo, que vende cara su libertad. Con  este protagonista principal y artífice cultural de la Movida Madrileña, nos preguntamos: ¿es posible crear sin transgredir? Si la respuesta es no, estamos muertos, o no. Mejor que nos lo diga él. Él estuvo allí, y sigue aquí, reflejando aquel espacio de libertad, escribiendo letras de canciones, con su obra plástica o montando exposiciones.

- ¿Qué se le ha perdido por Estados Unidos?

-Pues mira, la idea surgió después de un trabajo que llevé a cabo en Málaga y Sevilla: «La persona y el verbo: 25 años después de la la muerte de Jaime Gil de Biedma». En aquella ocasión le propuse al Instituto Cervantes la posibilidad de trascender nuestras propias fronteras de la mano de quien, probablemente, sea el poeta español con más influencia dentro y fuera de nuestras fronteras; además de ser, para nuestras generaciones posteriores, el poeta del cambio de siglo.

Le sugerí al Instituto una exposición que visitase algunas de las ciudades que fueron clave en la vida de Jaime. Por eso hemos elegido Nueva York para inaugurar la ronda -ampliada de la de Málaga-, porque en sus diarios encontramos importantes episodios de su biografía que transcurren en Manhattan. Aquellos que hacen alusión a una discoteca que refleja la locura de los años 80 y en la que sus espacios representan, alegóricamente, los 9 círculos del Infierno.

También tenemos previsto viajar a Alejandría, dado que la biblioteca del Centro Cervantes en la ciudad lleva su nombre, Jaime Gil de Biedma; a Roma, para rescatar algunos de esos poemas inspirados en su relación con María Zambrano y las visitas a los exiliados; a Manila, a donde viajaba cada año en su condición de alto ejecutivo de la Compañía de Tabacos de Filipinas.

Creo que se hace necesario que un poeta de esta solvencia emocional y literaria tuviese la posibilidad de llevar el castellano, el idioma en el que eligió expresarse en todo momento, por todo el mundo, a pesar ser catalanohablante. Creo que es muy importante resaltar este aspecto porque, ¿no sé si sabes?, que la placa conmemorativa que tiene en Barcelona, su ciudad natal, está redactada en catalán por normativa y, sin embargo, Jaime que, entones pudo elegir, no dudo en que su expresión literaria se diese a conocer en castellano, porque le gustaba mucho más; porque amaba su lengua materna y la sentía vinculada a sus veraneos y estancia durante los años de la Guerra Civil, a un pueblecito de Segovia, Nava de la Asunción, donde tenía una casa.

Carlos Sycet con Luz Casal

-Ya que ha sacado el tema y aprovechando la triste polémica de los últimos días ¿Qué te parece que el Gobierno catalán se niegue a impartir el 25% de la enseñanza en castellano?

-Pues a mí me parece un soberano disparate, aunque no conozco suficientemente el paño y no soy una autoridad en el tema. Te puedo contar, eso sí, llevándomelo al plano de lo personal de mi experiencia: El pasado noviembre , cuando inauguramos en Valencia la Exposición sobre Carlos Berlanga con las obras de la Fundación Olontia, estuve atendiendo a una televisión. La locutora comenzó a dirigirse a mí en valencià, —entiendo que no sabía si yo lo hablaba o no—, pero cambió de registro en cuanto se aclaró la situación y ambos coincidimos en que el castellano  era la única lengua posible para llevar a cabo la entrevista. Sin embargo, el cámara estuvo muy reticente, siguió dirigiéndose a mí en valenciano y me pareció que se pasó de castaño oscuro. Pero es que, además, luego alguien me comentó que se pasó la tarde quejándose de que yo no hablara valenciano. Y eso ya me pareció que es rayar en lo esperpéntico.

¿Cómo puede ser que se exija a alguien, da igual de donde venga, que hable valenciano? ¡Por favor!, debería de haber sido más condescendiente y entender que, si su ciudad  y su región son para él las más maravillosas del mundo, existen otras sensibilidades, otros pareceres, otros lenguajes a los que hay que dar acogida, recibir con el mismo grado de cordialidad, entre otras cosas por educación, dado que yo le estaba dedicando mi tiempo a ellos. Permitiéndole que se ganara el sustento. Definitivamente, me pareció una falta de respeto, dado que a pesar de que sabía que yo no hablaba valenciano ni lo entendía, siguiese insistiendo en hablar en valenciano. Francamente, me pareció una agresión absolutamente innecesaria, de una frivolidad intolerable.

 La Movida: El tránsito del tiempo y la perspectiva nos están permitiendo comprobar que aquello fue mucho más importante de lo que parecía

-Disfrutó de «La Movida», fue un protagonista de «La Movida madrileña», ¿Hay en estos momentos, a nivel cultural, algo si quiera someramente parecido? ¿Fue «La Movida» algo único?

-Así es. Fue algo único. Absolutamente visible, un algo imprevisto. Hasta el punto que, ni siquiera los que estábamos viviendo aquello de primera mano, éramos conscientes de lo que estaba ocurriendo. Date cuenta, no teníamos experiencia, ni criterio por nuestra juventud, para analizar, más allá de nuestras puras vivencias, con la profunda perspectiva que requería. Como ocurrió, por ejemplo, con la Generación del 27 —a la que reconocemos como Edad de Plata de las Letras Españolas, a posteriori, y no en el momento en que se estaba desplegando en toda su magnificencia—, así creo que ocurrió también con «La Movida». El tránsito del tiempo y la perspectiva nos están permitiendo comprobar que aquello fue mucho más importante de lo que parecía, mientras estábamos ocupados, como los del 27, en vivirlo y disfrutarlo.

Ni siquiera fuimos conscientes del gancho que tuvo «La Movida» para la prensa internacional. Para ellos, lo que estaba ocurriendo en España iba mucho más allá de lo exótico. Si la prensa internacional acudía a Madrid en masa, era porque en Madrid estaban ocurriendo muchas locuras que no se daban en otras partes del globo. Y es que, a día de hoy, hay que reconocer que el hecho de que todo el mundo se atreviese a probar de todo, haciendo suyo el reclamo de la Filosofía punk: «Hazlo tú mismo», de algún modo nos capacitó, nos libró de complejos y la transgresión hizo el resto. Experimentamos y le sacamos provecho al Arte, a la Música y a otras disciplinas. Con Pedro Almodóvar, como banderín de enganche todo lo que vino después hubiera sido inexplicable en otro momento. Después de cuatro décadas de dictadura, todo el mundo estaba dispuesto a saltarse la linde.

Me he sentido pintor, fundamentalmente. Otra cosa es que, a ratos, haya sido letrista

Pablo Sycet con Olvido Gara, 'Alaska'

-La movida de Valencia ¿la llegó a conocer?

-Solamente como referencia, porque yo entonces no venía por Valencia. Pero junto con la de Madrid, Vigo y Sevilla, la de Valencia fue una «Movida» de las de mayor peso. No se puede decir lo mismo, creo, de la de Barcelona. Supongo que porque justo acababa de cambiar el péndulo. Barcelona venía de ser la capital cultural de España en los 70.  Aglutinaba, prácticamente, todo lo referente al mundo de la Edición, muy importante desde el punto de vista cultural. Sin embargo, en el momento en que Madrid toma el relevo, incluso algunos artistas de «La Movida», que se habían mudado a Barcelona, como Ouka Leele o El Hortelano, pensando que era lo más, vuelven a Madrid, conforme se van sucediendo y desarrollando los acontecimientos.

-Y ahora, ¿cuál es la capital cultural de España?

-Yo creo, que después de lo que hemos vivido y de la atomización de todos los registros culturales, es mucho más difícil establecer un punto de capitalidad indiscutible. No digo que Madrid no siga teniendo mucho peso específico, sin duda los grandes museos, por ejemplo, están allí; pero Barcelona también mantiene su personalidad y su fuerza. Respecto a Bilbao ¿qué se puede decir de todo lo que ha generado el Guggenheim a su alrededor? También Valencia tiene mucho peso específico, esa es mi impresión, por ejemplo, con los centros de Arte, Bombas Gens o el IVAM y todos los proyectos que tienen en su haber. Incluso este señor de Mercadona va a crear un museo en breve. También Málaga, de golpe, parece darle sopas con hondas a Sevilla.

Hay que entender que Cultura y Turismo van de la mano, sin tener necesariamente que despertar sospechas de oportunismo. Observarlo con calma y perspectiva, como una especie de hermanamiento natural que han provocado los tiempos.

Sycet, durante el programa de TVE que dedicó a Luz Casal el pasado mes.

- También hace obra plástica

- Yo me he sentido pintor, fundamentalmente. Otra cosa es que, a ratos, haya sido letrista. Porque, bueno, en escribir una letra se tarda relativamente poco, sobre todo si tiene uno las musas de su parte; o que se me de bien organizar exposiciones, dada mi facilidad para inventarme conceptos y títulos atractivos. De hecho, ésta ha devenido mi profesión en el último tramo de mi vida: organizar exposiciones con obras ajenas, como algunas de las que ya hemos hablado aquí:la de Carlos Berlanga o la de Gil de Biedma.

Carlos Berlanga, por su amplitud de registros como creador, pasó por “La Movida” magnificado como cantante y compositor — con canciones que se convirtieron en himnos—, pero condenando al lado oscuro su faceta de pintor y grafista. 

-¿De qué letras de música se siente más orgulloso?

-Pues, si te digo la verdad, de las que he escrito para un grupo más bien desconocido de mi pueblo, por la sencilla razón de que las he escrito siendo yo mismo, sin la obligación de tener en cuenta a quien las va a cantar, como ocurre en el caso de Fangoria o Luz Casal, en las que la notoriedad de los artistas influye, más de lo que se cree en un principio. Por otro lado, da mucha satisfacción el hecho de que mis letras hayan motivado a grandes multitudes. Y lo digo sin olvidar que algunas de esas letras las he escrito a medias con Luz o con Nacho, las de Fangoria.

- ¿Cómo se llama ese grupo de tu pueblo?

 Aviate! Un grupo de un pueblecito de Huelva que se llama Gibraleón. En esas letras es donde yo cuento mi visión real del mundo, saco mis sentimientos, y por eso mi voz está con ellos. Aunque la recaudación no sea tan importante y la proyección como grupo nada tenga que ver con Luz Casal o Fangoria.

- Hablando de fama, ¿qué protagonistas de “La Movida” han quedado en la sombra?

-Sí, hay demasiados mártires de “La Movida”. Gente que estuvo marginada, o que murió por el camino. Por ejemplo, Joaquín De Molina, un pintor malagueño de mucho talento y cuya capacidad de liderazgo natural, francamente, fue sorprendente. Murió muy joven de sida. Otro tema sería el caso del mismísimo Carlos Berlanga, que por su amplitud de registros como creador, pasó por “La Movida”, magnificado como cantante y compositor —el más puntero de aquellos años, con canciones que se convirtieron en himnos—, condenando al lado oscuro su faceta de pintor y grafista. Es otra forma de ser un damnificado.

 -¿Estuvo ensombrecido por su padre?

- No, creo que su faceta de músico brillante ocultó su talento como pintor. De ahí, precisamente, la reivindicación que yo hice en 2009, con la producción: “Viaje alrededor de Carlos Berlanga”, en el que recuerdo cómo se ninguneó su faceta de pintor, a pesar de recibir el premio Ícaro. Ya te digo, fue siempre a rebufo de su fama de músico y se fue de este perro mundo teniendo la sensación de que no se le hacía justicia como pintor.

 -¿Se refleja en la actualidad, en nuestro cine, en las series, en nuestra cultura, la notoriedad que supuso “La Movida”?

-Bueno, hay presencia en series como Cuéntame, en la que se ha editado un disco de canciones de los 80. Precisamente ayer me pidieron permiso para usar una de las canciones que escribí con Luz para esa serie en concreto. También creo que hay cierto reflejo en anuncios publicitarios de multinacionales, que llevan fragmentos de canciones de Fangoria, o de Alaska y Dinarama, como por ejemplo, El rey del Glam” o también Ni tú ni nadie”, canciones que se han universalizado y que fueron transgresores en su momento. Creo que son temas que se han convertido en eternos y que están en la memoria de varias generaciones.

 

Pablo Sycet ha escrito canciones con Luz Casal desde 1988. Hoy sigue trabajando adoptando distintas fórmulas de trabajo, permaneciendo a su lado en esta última pandemia, aprovechando las nuevas tecnologías, que acortan distancias. Ha sido un pilar fundamental para Fangoria, con los que hace unos cinco años que ya no colabora, después de ventimuchos haciéndolo. Los tiempos cambian para todos. Tiene previsto seguir escribiendo canciones y haciendo exposiciones. De hecho, en el año que entra, la conmemoración de los 20 años de la muerte de Carlos Berlanga y una próxima exposición que se inaugurará el próximo enero en el Centro Niemeyer de Avilés y que será itinerante, son sus proyectos más inmediatos. Según sus propias palabras: Aprovechando que la sala lo permite, habrá hasta 27 o 28 obras de otros artistas como Alaska, Pedro Almodovar, Nacho Canut, Paco Clavel o Victor Coyote, para dar la dimensión de lo que significó la amistad en aquellos días de La Movida.