| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Juicio a Camps en la Audiencia Nacional ¿farsa o proceso?

En el arranque del proceso judicial (el décimo) contra el expresidente Francisco Camps se detecta por el momento más indicadores de relleno, más representación y más farsa que proceso.

| Fernando García Bonet Edición Valencia

Cuando se van a cumplir tres semanas del inicio fallido del enésimo (décima pieza judicial) emplazamiento procesal al ex presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, las cinco jornadas efectivas de un procedimiento penal que amenaza con resolverse en plena contienda electoral, arrojan un balance desolador de concepto.

El sobresalto, o el documento sobrevenido, son ya costumbre que inició el abogado contratado por la Generalitat para representarla como perjudicada, con un escrito firmado de madrugada e incorporado a la causa diez minutos antes de su inicio. Este lunes lo hacía Pablo Delgado -la defensa de Camps- apenas con media hora de antelación, amparado en la actualidad de las declaraciones recién publicadas de Villarejo sobre Garzón y el objetivo político de Rubalcaba. Bastaron cinco minutos para que fuera desestimada la pretensión de anulación que el madrugador escrito contenía. Ya había amagado Correa un victimismo impostado para cargar en la mochila del obsesivamente inculpado ex presidente popular. De inmediato lo despachó la Sala -más tarde lo haría la Fiscalía también- puesto que no estaba presente en el presunto rifirrafe entre ambos el día de las declaraciones del empresario en prisión que aspira al tercer grado.

La jornada de ayer martes tuvo de telonero al letrado que patrocina a Álvaro Pérez con nueva intervención de queja, entre dolida y afectada, por la altanería -según él; lo negó otra letrada- del señor Camps, rayana en el improperio. Papel mojado que provocó sin embargo la tan paternal como insólita decisión del Presidente del Tribunal de cambiar de pupitre (a primera fila) al presunto revoltoso. Veloz estuvo Delgado reclamando, togado por su condición de letrado en activo, a su patrocinado a su vera. A lo que accedió la Sala sin mayor objeción.

Se reanudaron entonces las declaraciones de los firmantes de conformidades con la Fiscalía Anticorrupción (sin instrucciones, presiones, ni reuniones, machaconamente repetido por ésta) en un rosario de emociones, arrepentimientos, expertizaciones en prisión, confesiones de principios religiosos, juramentos vanos, amenazas recibidas, y hasta crisis cardiovasculares (suena cruel, pero así fue), espoleado con las preguntas y documentales exhibidos por la Fiscalía, y sin aceptar preguntas del resto de las partes.

 

El verbo farcire (farcir en valenciano) del olvidado latín, está en el origen de la palabra farsa. Que es relleno. También es el nombre que se dio a una suerte de comedia introducida en los Autos Teatrales eclesiásticos, llamados Misterio. Y resulta que, apenas iniciado el desarrollo -accidentado- de este procedimiento judicial que tiene a Camps como protagonista, este cronista detecta por el momento más indicadores de relleno, más representación y más farsa, que proceso. No en vano buena parte de sus actores exhiben su experiencia y maestría en el arte de la comunicación, la marca, la imagen, el logotipo, el evento, la promoción, la mercadotecnia, y su razonable traducción en beneficios empresariales. Sus categóricas afirmaciones -habitualmente ayunas de argumentación probatoria pero abundantes en adornos buenistas- son naturalmente compatibles con su derecho a mentir en su propia defensa.

Ya me extrañaría que al experimentado, pedagógico y paciente magistrado José A. Mora Alarcón pasara desapercibido y tuviera una percepción distinta a la de este modesto observador. El obligado mutismo de otras defensas -algo intentó sin éxito Delgado- ante el derecho a no responder de los acusados, aplaza a futuras intervenciones la glosa -que la harán- de las declaraciones efectuadas. Y se reiterará el testimonio solicitado por la defensa de Camps, sobre la falsedad de la presunta agresión verbal de éste a un letrado. Tal vez entonces se reduzca asimismo el protagonismo de la Fiscalía y esta modere sus, en ocasiones, nerviosas o dubitativas intervenciones. Tal vez entonces comience de verdad el proceso.