| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La paciencia de la sociedad se agota en tiempos de pandemia

Existe un aumento de la violencia y de las explosiones súbitas de las personas que están encerradas en su ámbito diario de existencia, y que además, están al límite

| Enrique Arrúe * Edición Valencia

Este fenómeno mundial de la pandemia y las medidas de los gobiernos nos hace tener que sobrevivir en muchos frentes de los que se habla absolutamente todos los días y en los que no puedo aportar nada que no sepan ustedes. El virus se come las otras noticias, obviamente.

 

La inestabilidad laboral, la falta de recursos económicos, actuar contrarios a la sociabilidad relacional con otros tal y cómo la entendíamos, también otros muchos problemas derivados de esta crisis mundial existencial. Unos no quieren perder su forma de sobrevivir, otros indican que somos unos irresponsables por no quedarnos en casa.

 

En la materia de psique humana cada persona actúa de un modo diferente ante la frustración, la ansiedad, el nerviosismo, y cada uno de nosotros elabora un tipo de respuesta ante lo vivido y todo dependerá no solo de la propia persona, sino de las circunstancias que le rodean, del tipo de problemática en cuestión.

Con ello queremos decir que existe un aumento de la violencia y de las explosiones súbitas de las personas que están encerradas en su ámbito diario de existencia, y que además, están al límite. Los expertos dicen que mucha gente está aguantando lo inaguantable por la situación y no olviden que los fuertes se comen a los débiles, a los vulnerables.

 

Tenemos unas leyes permisivas que permiten ocupar casas, viviendas como morada, al objeto de hacer lo que les da la gana, molesten a quién molesten

Por otra parte, tenemos una realidad de falta obvia de seguridad de cualquiera, unas leyes permisivas que permiten ocupar casas, viviendas como morada, al objeto de hacer lo que les da la gana, molesten a quién molesten, y claro, no pagan un duro a nadie mientras esos sinvergüenzas se dedican a cualquier cosa que no es el trabajo, amenazando por doquier, agrediendo y blandiendo la espada del miedo entre las personas normales que tras aguantar lo inaguantable se dan cuenta de que no les protege nadie y que llamen a quien llamen su problema sigue, desamparados.

 

Una falsa justicia

 

Luego ves la televisión o la prensa y sale una noticia de que desahucian a una anciana de más de ochenta años y no entiendes nada, pero la abuela o el abuelo acaban solos. Te das cuenta de que gana el impostor, que gana la mentira y la publicidad engañosa de los políticos, y que la Ley del más fuerte impera en el calle, el más maleante consigue lo que quiere y ahora es mucho más descarado que antes.

Cada vez que ves lo que ocurre en España en los medios de comunicación te da vergüenza, y es que se les escapa de las manos los asuntos importantes que dejan de lado con la excusa del virus destructivo que tenemos en circulación. En el resto de países europeos alucinan en colores con lo que ocurre aquí, como diría cualquier niño.

 

Aquellos que luchan por la justicia siempre estarán y hacen que lo buenamente pueden, siempre hubo gente con principios que intentarán todo por el interés general, aunque créanme que lo tienen muy difícil. 

 

Todos estamos aguantando, todos estamos ante una carga de incomprensión que no se entiende. A todos nos encanta la libertad pero… ¿a qué precio?... La seguridad, la protección es imprescindible para garantizar la paz ciudadana para que los Agentes de la Autoridad puedan ejercer sus funciones en protección de los ciudadanos y del entorno en general, con leyes claras y sin ánimo de confusión para que cada vez que se demande una patrulla de policía se pueda garantizar una eficaz garantía de justicia.

 

Con todo lo que está pasando, cada cual se protege como puede, grupos de vecinos saliendo a las calles para proteger sus propiedades y a sus familiares, vecindades enteras que actúan ante la ineficacia de los gobiernos… ¿Dónde estamos?, ¿Qué está sucediendo?...

 

En las residencias de ancianos nunca se supervisó lo que ocurría realmente y ahora sale a la luz (lo sé por una persona que trabajó en eso mucho tiempo) y parecen sorprenderse de los maltratos y conductas vejatorias por sociópatas y psicópatas. Tiene que morir gente para que el tema llame la suficiente atención y ha tenido que pasar una pandemia para que se dieran cuenta.

 

Funcionarios de prisiones que les pegan una paliza de vez en cuando los presos revolucionarios o aquellos que son el alarde de la violencia y el miedo y no pasa nada, que hay pocos y que están desprotegidos, olvidados, pues no pasa nada, que están sin materiales precisos y necesarios pues no pasa nada. Que nadie les apoya, pues no pasa nada.  Que desastre de cosas que no le importan a nadie.

 

La gente de la salud que creen en su trabajo y que son de vocación cansados, agotados, algunos asustados y otros se los llevo el microorganismo del demonio. Criticas a los polis que intentan que todo se cumpla y que se respeten normas, cuando no se sabe cómo gestionarán al final todo esto, porque nos tienen para reñir.

 

Líos, peleas, resistencias, detenciones por todas partes por la mascarilla, cuando nos faltan datos precisos e información científica. Gente que colabora en las medidas y gente que se opone porque le da la gana.

 

Líos, peleas, resistencias, detenciones por todas partes por la mascarilla, cuando nos faltan datos precisos e información científica

En los debates de la nación observas cuestiones que salen ahora y que ahondan en el pasado, y unos pocos recuerdan lo que se les está escapando de las manos que esta actualidad, que es el presente, y que está sucediendo, con la sorpresa del resto del mundo que cree que somos un país sin organización en el que quitarle al otro algo es legítimo para algunos. Un país de paja.

 

Ponerse malo o enfermo ahora es mala suerte. Largas llamadas a tu ambulatorio sin que cojan el teléfono ni por la tarde ni por la mañana que conlleva a aguantar, aguantar hasta explotar… y dicen en tertulias abiertas que la gente se espera demasiado para ir al médico cuando es grave. Hay cada ilustrado que debería de callar la boca y guardarse esa inconsciente opinión.

 

Todos estamos aguantando…

*Oficial de Policía Local y Grupo EmeDdona