| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sentirse del PP: clave en el duelo Soraya-Pablo

El apoyar a "uno de los nuestros" constituye una causa emotiva de primera magnitud para decantar el voto. Casado lo es para el afiliado del PP; en cambio, no percibe tan cercana a la exvice

| Héctor González Edición Valencia

"Soraya está en el PP como podría estar en el PSOE si la hubiera fichado Zapatero. Ella siempre ha preferido mantenerse alejada del partido", me comentaba esta semana una militante del PP y votante en las primarias. Por edad y por ser mujer, podría considerarse que empatizaría más con la exvicepresidenta; no obstante, esta afiliada lo tiene claro: Pablo Casado representa más al partido y por él vota.

Otra militante de bastante más edad coincidía en esa premisa en otra de las múltiples conversaciones que he mantenido al respecto para pulsar el corazón de los populares, el sentir particular del militante de base. Ella prefería a María Dolores de Cospedal. Ya eliminada, se decanta claramente por Pablo Casado porque también le transmite los valores que representan al PP, o que el PP representa. Y, del mismo modo, considera claramente a Casado "uno de los suyos", mientras que Santamaría es alguien que ha fraguado su trayectoria política a la sombra de Mariano Rajoy, no bajo la gaviota del PP.

Ese factor de identidad puede inclinar la balanza. El sociólogo Narciso Michavila, en un artículo recogido por EsdiarioCV, explicaba que "resulta fundamental que el votante se sienta parte de la comunidad. La identidad es clave en la comunicación”. Esa apelación a la identidad se percibe en el alma de numerosos afiliados populares. Y en estas elecciones internas el corazón, "los matices" -como me comentaba otro militante del PP- impulsan el voto.

También los valores y, sobre todo, la empatía y la capacidad de comunicación. Poco más, porque estamos hablando de comicios internos en un partido, no de programa de gobierno, ni de grandes postulados ideológicos ni de otras cuestiones teóricamente más trascendentes. Al final el voto es por simpatía, por cercanía emocional. En unas primarias más que en cualquier otra contienda electoral.

Y el apoyar a "uno de los nuestros" constituye una causa emotiva de primera magnitud para movilizarse, más si cabe si se trata de defenderlo frente a alguien que "quiere imponer el aparato". Doble causa: defensa de alguien propio, de la comunidad, y ataque de los fuertes al débil. Como en una competición deportiva: el equipo revelación, que gana a base de mucho esfuerzo, siempre despierta más simpatía que aquellos que gozan de más presupuesto y que, encima, han tenido algún apoyo arbitral para disputar una final. Otra cuestión es que la contundente Francia ganara a Croacia y se quedara con el mundial de fútbol.

En una de las  primeras entrevistas de la campaña Soraya Sáenz de Santamaría intentó tapar esa brecha de "no ser una de las nuestras" afirmando que el PP "se lo había dado todo excepto su oposición". Desde entonces apenas ha vuelto a apelar al corazón del militante ni del compromisario por esa vía. Peor aún, se ha metido en el fango del discurso feminista mal entendido, del insistir en su singularidad como mujer entre gobernantes. Quizás ese argumento ´vendería´más si participara en alguna elección telemática de Podemos. En el PP llega a chirriar, aunque, como el tema está de moda, ningún referente del partido se atreve a criticar públicamente ese recurso de campaña de la exvicepresidenta.

El militante de base del Partido Popular no simpatiza, en general, con las denominadas listas cremallera ni con la imposición de género. Apuesta más por el mérito personal, como en el libre mercado. También, en momentos de debilidad de la formación como los actuales, descabalgada del Gobierno y a la baja en las encuestas, tiende a refugiarse más en lo propio, a rodearse de los suyos de confianza y a buscar a alguien que no se corte en decir que es del PP o en declararse admirador de los expresidentes del PP.

En el fuero interno de ese militante, le reconforta, sobre todo después de años de ligar la imagen de su partido con corrupción, derrotas o recortes. En el fondo, como cualquier persona, trata de que alguien le haga sentir un poco de orgullo, y sentirse, a la vez, orgulloso de "uno de los suyos". Y en un congreso tan igualado como el que comienza mañana, ese factor emocional puede decantar.