| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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De orden de protección a orden de protección

Esta situación de varias órdenes de protección para una misma víctima de agresores diferentes es más habitual de lo que pensamos

| Eva García Lara * Edición Valencia

Cuando a una víctima de violencia de género le constan tres órdenes de protección en vigor de tres maltratadores diferentes, ¿no piensan los lectores que algo en el sistema está fallando? ¿Ha recibido la ayuda y apoyo necesario de las instituciones encargadas para salir de ese círculo?...

En el caso de Sonia, nombre ficticio, de 45 años, denunció a su última pareja sentimental por maltrato habitual físico y psicológico, decretando el juez una orden de alejamiento a su maltratador, para protegerla a ella. Su vida en pareja pasaba por dos parejas anteriores en las que también había sido maltratada y a las cuales también había acabado denunciando, siendo el detonante una situación muy extrema, todos con perfiles similares: hombres violentos con numerosos antecedentes penales, dominantes, celosos, manipuladores, adictos a las sustancias estupefacientes y consumidores habituales de bebidas alcohólicas con ella, si, con Sonia, también adicta.

A todos los había conocido en ese submundo y ambos provenían de familias desestructuradas. Sucede más frecuentemente de lo que podamos imaginar.

Sonia había normalizado la violencia ejercida sobre ella, adoptando una posición sumisa debido a su gran dependencia emocional, según nos contaba entre lágrimas se sentía muy sola, él era todo su mundo porque su familia y amigos no querían saber nada de ella y por eso aguantaba, hasta que llega esa acción límite, en la que piensa que puede no ver otro amanecer y reacciona por miedo, da el paso...

Esta situación de varias órdenes de protección para una misma víctima de agresores diferentes es más habitual de lo que pensamos. Para intentar evitarla, hay que actuar de inmediato y de “forma multidisciplinar”, sobre todo trabajar sobre su baja autoestima y adicciones.

Los maltratadores detectan con suma rapidez esa debilidad y para poder dominarlas, en un principio, les dan cariño, regalos e incluso dinero, y en la mayoría de las ocasiones se convierten en sus propios suministradores de ese tipo de sustancias para así atraparlas que es una forma de control absoluto sobre la persona. Una dependencia tan básica para ellas que dejan de tener decisiones propias al someterse a la voluntad del controlador.

La cosa se complica cuando por falta de recursos personales y materiales el apoyo y ayuda de las instituciones a la víctima se demora en el tiempo, la victima se siente sola y desamparada. Por ello la inmediatez sería un forma de atención inmediata que ayudaría a la verdadera protección de la persona.

Pero todo se complica todavía más cuando es la propia víctima la que rechaza de forma rotunda toda ayuda psicológica, de atención a su problema a la vista de las circunstancias, para no repetir perfil, y de intentar que asistan a programas de rehabilitación en sus adicciones para que no debiliten su personalidad: unas veces porque quieren volver con su maltratador, otras porque no creen en el propio sistema y otras porque piensan que no necesitan ese tipo de recursos, desde mi punto de vista debería ser prioritarios y obligatorios en su propio beneficio.

También ocurre que la mayoría de los maltratadores condenados por violencia de género que han tenido varias órdenes de alejamiento sobre víctimas diferentes, debería de ser obligatorio para todos desde mi punto de vista “un programa de rehabilitación sobre el maltrato”, que además, está comprobado que después del mismo, los resultados suelen ser positivos para un número importante de personas que gestionan mal la ira, u otras emociones impulsivas.

El organigrama de instituciones que trabajan al unísono con un protocolo por lo menos básico de colaboración entre departamentos debe de ser la clave para analizar todos los casos y en qué medida trabajar los mismos.  

 *Policía Local. Grupo EmeDdona.