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El general cheroqui

Se cumplen 150 años de la muerte del general del ejército confederado Stand Watie. Fue un líder del pueblo cheroqui que abrazó la causa del sur durante la Guerra de Secesión de los EEUU

| Juanjo Crespo * Edición Valencia

 

El 12 de diciembre de 1806 nacía en Georgia, EEUU, un niño cheroqui que creció en una familia comprometida con sus raíces y con su tribu: Stand Watie. Su hermano mayor, Elias, fue el editor del primer periódico nativo en lengua cheroqui donde Stand pronto se animó a escribir involucrándose cada vez más en el destino de su pueblo.

En 1830 el Congreso de EEUU dictó varios decretos “realojando” a diversas tribus indias que “impedían” el desarrollo del país. Desde su periódico, el “Cherokee Phoenix”, los dos hermanos Watie criticaron estas resoluciones que expulsaban a los cheroquis de sus tierras. Lo único que consiguieron fue que les cerraran el periódico.

Pocos años después, en 1835, Stand Watie pensó que era mejor negociar con el gobierno que enfrentarse a él, así que firmó un acuerdo por el cual los cheroquis se desplazarían al oeste del país ocupando algunas reservas fértiles donde continuar su modo de vida. Este pacto no fue comprendido por algunas familias de su tribu y se desató una especie de “guerra civil” entre los cheroquis en la que murió su querido hermano Elias.

Finalmente, y tras meses de enfrentamiento entre los indios, más de 20.000 cheroquis fueron sacados a la fuerza de sus casas por el ejército de EEUU en lo que se llamó el “sendero de lágrimas”: más de 4.000 indios murieron en aquella salvaje travesía que los convirtió en apátridas.

Stand Watie sufrió al  ver a su pueblo traicionado y oprimido por el gobierno de la Unión, así que cuando años después –en 1861- estalló la Guerra de Secesión, entendió que era el momento de la venganza y se unió a los estados rebeldes.

Pronto entró en acción, siendo su primera batalla importante la de Pea Ridge en Arkansas en  1862. Aunque los confederados sufrieron una derrota, los jinetes de Stand Watie se hicieron con las piezas de artillería enemiga permitiendo una retirada ordenada. Sin esta acción de los cheroquis, los cañones yankees habrían provocado una auténtica carnicería.

En 1863 los jinetes de Watie actuaron a modo de guerrilla detrás de las líneas del ejército del norte. Sus acciones de sabotaje a las líneas de suministro en rápidos ataques a caballo hacen de Watie un mito y es ascendido a general.

En 1864 ya está al frente de una brigada entera: la “Cherokee braves” (la brigada de los valientes cheroquis). El 16 de julio, con esta fuerza, organizó una emboscada contra un convoy de barcos de suministros yankees en el río Arkansas, capturando además uno de ellos. Este fue el momento de mayor gloria y fama del jefe cheroqui.

El 19 de septiembre de ese mismo año, esta vez durante la segunda batalla de Cabin Creek, los jinetes de Watie capturaron un tren con toda la logística del ejército del norte (que tuvo que retrasar su ofensiva): animales, munición, cañones, ropa de abrigo… Un golpe de mano que truncó –por varios meses- los planes de la Unión.

Cuando los yankees veían frente a ellos la enseña de los “Cherokee braves” sabían que estaban en peligro: sobre la primera bandera confederada, Watie añadió cinco estrellas rojas (representando las cinco tribus hermanas) con la del centro de mayor tamaño (como símbolo de la nación cheroqui). Aquel estandarte fue el emblema más temido del ejército confederado, y aún hoy es todo un símbolo en aquella cultura india.

La guerra acabó con la derrota confederada y su comandante en jefe, el general Robert E. Lee se rindió en abril de 1865. Sin embargo los “Cherokee braves” no lo hicieron hasta meses después: el 23 de junio, Stand Watie entregó su sable, siendo el último general confederado en capitular.

Intentó, años después, continuar defendiendo los derechos de su tribu, pero el gobierno de EEUU no le perdonó nunca haber tomado partido por “los traidores del sur”, así que abandonó toda actividad política y pública y se retiró a su plantación de Honey Creek en 1871.

Al conmemorarse los 50 años de su muerte, en 1921 en la ciudad de Tahlequah (Oklahoma), capital de la “nación cheroqui”, se erigió un relieve de bronce -con su esfinge- para recordar a este líder y general. En junio del año pasado, 2020, y dentro de la ola vandálica de ataques contra imágenes y estatuas de generales confederados, se decidió retirar su imagen para protegerla o esconderla según se mire.

Y así es como me imagino yo a Stand Watie, encerrado en un examen de conciencia perpetuo. “¿Por qué escribí aquel primer artículo? ¿Murió mi hermano por mi culpa?” Condenado al ostracismo y con un remordimiento perpetuo, no para de hacerse mil y una pregunta “¿Me equivoqué al aceptar llevar a mi pueblo a una reserva? ¿Y al unirme al ejército del sur? ¿Condené a mi pueblo a un “sendero de lágrimas” eterno?”

Son preguntas retóricas. En el fondo, el viejo general cheroqui sabe que ganó alguna batalla, pero que perdió todas las guerras. También después de morir.

 

*Experto en Seguridad y Geoestrategia.