| 07 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso.
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso.

Belarra y sus coleguis

La verborrea Belarra ni tiene el temperamento, ni mucho menos el talento y el brío verbal de Dolores para cantarle “sus” verdades ideológicas, nunca personales, al adversario político-social

Ione Belarra va a número diario como el cupón de los ciegos. Su última arcada, poniendo a caldo a los empresarios en general, pero particularizándolos en la persona de Juan Roig, propietario de Mercadona, ha puesto perdido de vomitera comunista al Gobierno de Sánchez.

Esta “niña mona”, con perdón del grupo Mecano, se ha creído la reencarnación de Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, pero no le llega ni al engarce de los sempiternos pendientes de azabache que lucía la revolucionaria vasca. Aquella tenía una oratoria marxista, fuerte y clara contra el capitalismo, pero sin faltar a nadie, ni personificar, salvo contra el General Franco cuando se levantó contra la Segunda República española. Ione, que cobra un sueldazo gracias a los Presupuestos Generales del Estado, ni tiene el temperamento (basta comparar las imágenes de una esculpida en lo profundo de la mina, con la otra meliflua vividora a costa de ONGs varias); ni, mucho menos el talento y el brío verbal de Dolores para cantarle “sus” verdades ideológicas, nunca personales, al adversario político-social.

La portavoz Belarra monta el pollo mediático, que es a lo que iba

Nuestra ministra de Derechos Sociales, ni ella podía llegar más alto, ni el Gobierno más bajo, supongo que después de una ronda noctívaga (birras y algo más) por Malasaña con sus coleguis podemitas, se les calienta la boca para, a la mañana siguiente sin despejarse, mantener el tono tabernario y canutero, soltando boutades e improperios ante cualquier cámara o micrófono que se les ponga por delante como si estuvieran en una clase de “tormenta descerebradas” conducida por el insigne profesor  Iglesias. Y, como es natural, la portavoz Belarra monta el pollo mediático, que es a lo que iba, no a estudiar ni, mucho menos a aprender desde sus perjudicadas entendederas.

Y aquí, en la Comunidad Valenciana, la verborrea Belarra nos ha sentado como una patada en sálvense las partes, pues Mercadona nació y empezó a extenderse en estos pagos manteniendo una actitud social (sueldos y derechos laborales) muy superior a otras cadenas, y no sólo de alimentación, para ir extendiéndose después por toda España hasta estar presente en las 52 provincias dando trabajo a unos 95.000 empleados directos, más cerca de medio millón indirectos. Algo que a cualquiera que supere un test de inteligencia media, sería digno de agradecer, pero que a esta ministra capaz de creerse convincente diplomática como para hacer que Putin se retire de Ucrania con el rabo entre los tanques, al tiempo que España le regala los suyos a Marruecos, pongamos por caso, no es menos atrevida y corta al calificar a Juan Roig de “capitalista despiadado”, cercano a un negrero esclavista, a usurero y acaparador sin escrúpulos, y a feroz enemigo de la clase obrera a la que y como demuestra su propio currículum, desde luego Belarra no representa.

Y claro, hasta el propio presidente de la asociación de empresarios valencianos, Vicente Boluda, manda la ministra que no siga diciendo “barbaridades”, y se serene porque se le ha ido la pinza a tiempos de la Revolución rusa (1917), y que ya hemos visto como acabó la Unión Soviética volviendo a un capitalismo post-zarista, y el camino revisionista que lleva a la China de Mao convirtiendo al camarada Xi Jinping en el nuevo mandarín del país más rico del mundo, donde los Ferrari llevan el Libro Rojo en la guantera.

Tener componentes curiosos y diferenciales viene con la época que vivimos, pero meterlos en un ministerio ya implica riesgos, no sólo innecesarios, sino promotores de una mayor división entre españoles/as, azuzada de cara a unas inmediatas elecciones, donde mucho me temo que el insulto soez y cañero esté muy por encima de los programas.