| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La ciudad no es para mí: El gobierno airado

Hay que ver la mala leche que destilan estos ministros con la prensa. O mejor, con las preguntas incómodas de la prensa

| JM Felix Edición Valencia

Menos mal, querido lector, que se me ha ocurrido rebuscar en Internet antes de mandar el artículo a “rotativas” y he podido cambiar el título inicial (Del gobierno bonito al gobierno airado) al comprobar que numerosos opinadores de prestigio han escrito sobradamente en los últimos treinta días recordando el singular adjetivo del “sietemesino” primer gobierno de Sánchez.

Me ahorro, en consecuencia, la glosa de aquél para ocuparme del corto recorrido que llevamos del vigente. Por mor de empezar por las formas me quedo, para éste con el calificativo de airado. Porque hay que ver la mala leche que destilan estos ministros con la prensa. O mejor, con las preguntas incómodas de la prensa.

Iglesias sigue tirando de manual bolchevique resumido y se ha puesto el disfraz de pastorcito

A excepción del vicepresidente Iglesias, que sigue tirando de manual bolchevique resumido y se ha puesto el disfraz de pastorcito para, en un rasgo de estilo propio y novedoso –irónico también-, llamar don Teodoro al portavoz de la oposición.

No deja de sorprenderme la de Exteriores. Primero en Bruselas a propósito del fugitivo Puigdemont como huésped de la “embajada” catalana en su justificación de blanqueo de la falsa oficina diplomática. Ahora en Nueva York, cuando en inverosímil ejercicio de soplar y sorber, califica a la vez a Guaidó de presidente encargado y líder de la oposición. Y luego la iracunda frasecita de “he
dicho todo lo que tenía que decir”. Toma talante y transparencia.

Marlaska, que ha sido un tipo tan amable y sosegado como firme en su etapa profesional, desde que se le atragantó la hamburguesa tiene el careto agriado y no puede soportar que le pregunten por la Guardia Civil o por Navarra.

Ribera, tan decepcionada (sic) con Jordi Sevilla que antes de largarle de Red Eléctrica, ya ensayaba malos modos a la mañana siguiente del tierno encuentro venezolano de Ábalos

Y hay que ver cómo se las gasta otra vicepresidenta, Ribera, tan decepcionada (sic) con Jordi Sevilla que antes de largarle de Red Eléctrica, ya ensayaba malos modos a la mañana siguiente del tierno encuentro venezolano de Ábalos. Digo yo que será una penitencia diferida por no haberle explicado
economía a Zapatero (tal vez Maduro lo esté haciendo ahora) en dos tardes, como prometió.

Y no se queda atrás, sino todo lo contrario, la vicepresidenta portavoz, Montero, que atiende siempre regañando. En su defensa hay que recordar que ya exhibió modos arrabaleros en el debate de “portavozas” previo a los comicios.

Hasta la Calviño, para terminar con el segundo escalón, siempre discreta y sonriente hasta ahora, frunce el ceño y sube la voz cuando se le pregunta por sumas y restas elementales, más difíciles de cuadrar, claro está, que las cuentas fiscales de Adael Consultores (la mercantil de su esposo).

Compensa, aunque no equilibra, la bonhomía de Duque (ya sin escaño) y el pasotismo de Castells. El primero se ha prodigado estos días en Valencia. En el CVC con Puig con motivo del homenaje a Margarita Salas, y en la UPV acompañando a la Reina en la proclamación del premio de investigación científica de la Fundación Princesa de Girona. El segundo de viaje privado a EEUU directo desde la toma de posesión. Con un par.

Miedo me da el Consejo del martes en Zarzuela como vayan tan excitados. Hay que ver lo que le toca aguantar al Monarca.