| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Libertades de la Constitución de 1978

Creo que cada ataque a los valores de la Constitución producen en la sociedad el efecto contrario, despertando la consciencia de los ciudadanos españoles sobre sus derechos actuales

| Sagrario Sánchez Edición Valencia

Acabamos de celebrar la Fiesta de la Constitución de 1978, la carta magna que nos dimos hace más de cuarenta años y que ha servido para garantizarnos convivencia, prosperidad y paz entre los españoles. Aunque no la voté por mi falta del requisito legal de la mayoría de edad, llegaba a apreciar su importancia y significado, así como recuerdo las conversaciones de esperanza de mis padres, familiares y amigos sobre los nuevos tiempos que se preveían.

 

Siento, como muchos españoles que sólo hemos vivido en esta época constitucional, que vale la pena preservar su espíritu y su vigencia, por mucho que en este momento político parezca que no sirve para mucho, o está desactualizada.

Esa es la gran consigna que el actual gobierno del presidente Sánchez y sus socios están extendiendo en nuestra sociedad, ya que se están encargando de erosionar sus derechos y sus símbolos. Sinceramente, creo que cada ataque a los valores de la Constitución producen en la sociedad el efecto contrario despertando la consciencia de los ciudadanos españoles sobre sus derechos actuales y los que nos pretenden quitar.

 

Por mucho que la pandemia, sus riesgos mortales y su facilidad de propagación hicieron que durante los primeros meses, durante el confinamiento,  los españoles asumiéramos las restricciones de movimiento como una medida estrictamente sanitaria, transcurrido el tiempo, y con los abusos reiterados del Gobierno y sus socios a nuestra sociedad, el criterio ha ido cambiando: con la transformación permanente en leyes, presupuesto, diálogo con terroristas, falta de independencia judicial, estrategia con la Corona, agresión a nuestra lengua materna, ….

Algo así como si nuestro corazón nos lo estuvieran queriendo separar del cuerpo, y eso nos duele, y nos revela, de muchas maneras, a muchos sectores, cada vez a más personas.

 

Y ahora afortunadamente está llegando la Navidad, esa época en la que los vínculos familiares y de amistades se hacen más estrechos, y estamos faltos de abrazos. Añoramos a los nuestros, y tenemos muchas dudas de que las medidas que nos imponen sean las adecuadas. Nos han engañado demasiadas veces. Y por si fuera poco, estamos todos más sensibles, con los contagios, los fallecidos, la distancia, el futuro, los miedos, y en general todos los derechos perdidos.

 

La economía también contribuye a darnos cuenta de nuestra propia realidad, las empresas, los autónomos, los parados, los estudiantes, el sufrimiento es unánime.Todos preparamos unas Navidades diferentes, como nos dicen, y por supuesto con menos recursos.

 

Siento que la Constitución, con su vigencia, sus derechos y el sistema de libertades que consagra en su Título I,  nos va a ayudar a salir mejor de esta situación, y sobre todo nos va a guiar en el restablecimiento de nuestra vida y nuestros derechos, que como ya he dicho, más allá de la crisis sanitaria en la que la carta magna sólo ayuda, nos hará reafirmarnos en nuestra identidad como pueblo, y sobre todo reaccionar con la democracia en la mano a decirles a nuestro Gobierno que el suyo no es nuestro camino.