| 14 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Luz al final del túnel

La reconstrucción será dura y el único consuelo que queda es recordar que no partimos de una situación de devastación bélica; el tejido productivo sigue ahí, así como sus trabajadores

Se comienza a ver la luz al final del túnel, aunque sea una luz débil que amenaza con apagarse de nuevo al mínimo soplido. El estado de alarma comienza a relajarse con el inicio de la fase de desescalada y las concesiones a una ciudadanía que, con su encierro y un cumplimiento generalmente riguroso de la distancia social y unas estrictas medidas de higiene, han permitido reducir la cifra de contagios y muertes de este insidioso virus.

 

Toca aplaudir el esfuerzo de todos aquellos que se han mantenido en primera línea, curando a los enfermos y asegurando el suministro de bienes y servicios básicos, y de los ciudadanos que se quedaron en casa. Sin embargo, lo que más añoramos, es la normalidad perdida.

 

Tras permitir desde el domingo pasado que los niños salieran a la calle una hora, lo que hicieron generalmente con más alegría que los propios padres, ha llegado el momento en que los adultos pueden hacer lo propio para hacer deporte o simplemente pasear, sin necesidad de justificar su presencia en la calle como hasta ahora.

 

Más tímida y restrictiva es la primera fase de la desescalada en relación al comercio minorista, pues la exigencia de cita previa, un cliente cada vez y acudir a comprar artículos previamente pactados, dejan sin margen de operación a muchos comercios. Tocará esperar al día 11 para poder dar rienda de nuevo a nuestros impulsos consumistas, que muchos hemos cubierto estas semanas a través de internet, de modo presencial.

 

Resulta duro hacerse a la idea que, pese a todo, la situación de anormalidad será visible, duradera y palpable a corto y medio plazo; ninguna garantía existe de no tener que volver a tomar medidas extremas, como otros países han hecho ya al tener rebrotes. Mamparas de separación, mascarillas, guantes y colas por la limitación de aforo en establecimientos comerciales y oficinas de atención al público serán inevitables.

 

Confiemos en que la curva de la pandemia siga bajando, que el esfuerzo combinado internacional en la búsqueda de una vacuna y tratamientos efectivos para los enfermos tengan éxito, y que, pese a los errores cometidos en la gestión de la pandemia, nacionales e internacionales, se aprenda como se debe (o no se debe) hacer frente a un peligro mundial.

 

La reconstrucción será dura y el único consuelo que queda es recordar que no partimos de una situación de devastación bélica; el tejido productivo sigue ahí, así como sus trabajadores. Toca que las ayudas nacionales y europeas generen un sustento y confianza suficiente para que el mayor número de empresas posibles vuelvan a subir la persiana y se recupere la senda del crecimiento y la prosperidad económica.

* Abogado y politólogo.