| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Bestiario gubernamental. Salvador Illa

Este robinson crusoe de su propia isla, sin viernes conocido que le acompañe, ha puesto en la supervivencia su meta permanente.

Me disculpará el lector impaciente por ver en escena al paladín de este bestiario contemporáneo, el más rico del gobierno, el inimitable Castells. Pero otro, más piadoso, me traslada la injusticia que supondría prescindir de quien tanto ha brillado, y tan inopinadamente, en el ministerio de Sanidad (que tras los tiempos de Ana Pastor, pasó a ser como el de la Marina de Azaña, el que precisamente ocupó Companys). He sabido además, de buena tinta, que Salvador Illa gusta de que sus cercanos le sigan llamando cariñosamente ministre, en su particular travesía del desierto nacionalista. Está haciendo un pan como unas tortas.

Lo cierto es que el personaje, ha hecho hoja de ruta de tan apropiada máxima como “primum vivere deinde philosophary (e)” en un largo recorrido político de segundón caritriste, no exento de ventajas y prebendas. Este robinson crusoe de su propia isla, sin viernes conocido que le acompañe, y en cumplido homenaje a como le nombraron sus señores padres, ha puesto en la supervivencia su meta permanente.

He indagado, sin éxito ninguno, en los planes de estudio de los ochenta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona, cuando a finales de esa década el joven Illa alternaba sus estudios con los modos de concejal de cultura de su pueblo, La Roca del Vallés, por si encontraba como extravagancia curricular algo así como “la ignorancia como método”. También me choca que de una enseñanza universitaria bien complementada con la disciplina militar del grado de alférez en El Bruc y un máster en Economía en el IESE de Navarra, no haya quedado más que el elemental procedimiento de prueba y error. (En su práctica gubernamental, de error tras error).

Chúpate esa, Carolina (Darias)” debiera haberle espetado a su sucesora, de ser más castizo y ocurrente, en vez de aquel enigmático y casi cínico “lo vas a disfrutar”

Tres veces fue alcalde después. Primero por sustitución, después por mayoría absoluta, y la tercera la cambió a mitad de mandato por una dirección general (Gestión de Infraestructuras de Justicia) en la Generalitat tripartita del pacto del Tinell de Pasqual Maragall en 2005. También en la cosa pública lo acogió Jordi Hereu, el último alcalde socialista de Barcelona, como Director de Gestión Económica. Luego fue coordinador del grupo municipal socialista. Gestión, gestión y gestión … parece mentira.

Poco duró, sin embargo, un desafortunado paseo laboral por la privada como director general de la mercantil de audiovisuales Cromosoma, que acabó indemnizando a la escritora de cuentos infantiles Roser Capdevila con una elevada cantidad por sentencia judicial, por apropiación de derechos de autor y propiedad intelectual en su producción más conocida. ¡Vaya!

Pero a decir de los que entienden, la clave está en la secretaría de organización del PSC que ocupa desde 2016. Ahí y en su papel de muñidor (mamporrero) en el pacto de su señorito con los independentistas para gobernar. Sanidad fue su remedio.

Capaz de recordarme lo más disparatado de Tip y Coll, aunque sin gracia alguna en sus comparecencias conjuntas con Simón, este pobre diablo ha encarnado la peor gestión imaginable durante su finalmente accidentado mandato. “Chúpate esa, Carolina (Darias)” debiera haberle espetado a su sucesora, de ser más castizo y ocurrente, en vez de aquel enigmático y casi cínico “lo vas a disfrutar”.

Este pobre diablo ha encarnado la peor gestión imaginable durante su finalmente accidentado mandato

Quedan enterrados, como lo están las decenas de miles de muertos, los informes preventivos ignorados a sabiendas, las llamadas inconscientes a manifestarse el 8M, los contratos oscuros con mercantiles del textil vecinas, la ridiculización del uso de las mascarillas cuando no las había, el titubeo y la duda diarios, el comité de expertos inexistente, las adquisiciones fallidas, el abandono del personal sanitario, el desprecio a la privada, la manipulación de las cifras, el reparto de ventajas territoriales partidistas, los ataques dirigidos a Madrid, la opacidad jurídica y económica, las
vacunas perdidas o mal administradas … y la incógnita (alimentada por sí mismo) de su propia vacunación. Ese, entre otras lindezas, es su indigno legado.

Ministro filósofo le llamaron los más indulgentes -o los más hipócritas- a quien todo parece ignorarlo, salvo como salvar su propio pellejo.

(Dice Martínez Almeida -siempre ocurrente- que cada hipotético acto de apoyo de Illa a Gabilondo en la campaña de Madrid serán votos para Isabel Díaz Ayuso. No sé si es una provocación interesada, pero lo cierto es que dos sosos juntos es ya mucha sosez, y el chotis no lo es).