| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Actúa como un minero asturiano

Esos mineros, con paso firme y gesto serio, lo único que querían era sacar al chico vivo. No estaban satisfechos con su esfuerzo extremo, pero han hecho todo lo que podían

| Enrique Arrúe * Edición Valencia

Después de los acontecimientos en prensa y televisión con el dramático tema del niño Julen, todos aprendemos cosas al observar a las personas. Primero, reconocer la movilización de todos aquellos que estuvieron trabajando por y para intentar salvar al menor, que no descansaron con un tremendo esfuerzo que iba más allá del dolor, del cansancio, del agotamiento, incluso de la frustración.

Cada día se presentaban nuevos problemas, mayores dificultades, complicaciones, obstáculos que desesperaban a los equipos de salvamento y a sus organizadores, teniendo que crear nuevos objetivos porque el tiempo corría en contra, con estrategias pensadas aun con la opinión de los expertos y la velocidad de actuación que les requeríamos todos (nosotros como espectadores abrumados ante esa responsabilidad) todo para sacar a la criatura de ese lugar.
En violencia de género y violencia en el ámbito familiar, si tuviéramos todos el “espíritu de los mineros asturianos” muchas cosas cambiarían en materia de prevención.
Los sentimientos de las familias estaban a flor de piel en este caso tan conmovedor del que hemos hablado, pero, ¿no me digan ustedes que no se emocionaron al ver a esas personas que “no querían hacer declaraciones”? Que estaban en lo que estaban (completamente concentrados) y que su máxima premisa era sacar a la criatura “viva” junto a los expertos en salvamento.
Eso era lo que pensaban esos hombres, su mente estaba en el trabajo, en el cuidado de que todos pudieran salir vivos del agujero, que no corrieran peligro sus vidas, pero aun así estaban cavando y cavando, arriesgando en cada segundo, trabajando con todas sus fuerzas. Saliendo y entrando, sacando piedra, arriba y abajo. Fusionándose con los rescatadores, bomberos, con los expertos en explosivos, un trabajo en equipo de alto rendimiento… ¡Todos a una!...
La gente decía: son héroes. Ellos, ni se giraban, solo alguno sonreía. Ellos no atendían a esos halagos, ya lo han hecho otras veces sin que se entere nadie. Han sacado a compañeros vivos y a otros sumidos en el sueño de Morfeo. Otros, heridos y lisiados de por vida.

Han arriesgado tantas veces sus vidas que no entienden qué es ser un héroe. Han sufrido tantas veces faltas de oxigenación que podían haber perdido la vida. Han estado sepultados llenos de carbón, de tierra, de rocas, de piedras, de gases, de agua, incluso de ratas y han tenido en sus bocas, en sus ojos, trozos de arena que les dejaban ciegos y mudos.

Sin embargo, esos mineros, con paso firme y gesto serio, lo único que querían era sacar al chico vivo. Por eso sus caras delataban sus sentimientos, la rabia de no haber podido hacer nada más, el pensamiento de los que tienen hijos pequeños se derrumbaban, pero sin mostrar a nadie sus entrañas, sus emociones.
Lo hemos sacado de un pozo de oscuridad y humedad, pero ya no está el pequeño aquí, en este mundo. No estaban satisfechos con su esfuerzo extremo… pero han hecho todo lo que podían.
Mínimas esperanzas de localizar almas a veces imposibles de rescatar no les pararon, nada les podía parar. Estos trabajadores son capaces de meterse en las Termópilas sin la compañía de Leónidas y no lo necesitan porque son como Hércules cuando cavan. Siempre lo han hecho, con sus equipos de protección cubierto de barro y los músculos tensos como como las cuerdas de una guitarra llenos de sudor y de cicatrices.
Esos mineros Asturianos son un ejemplo para todos nosotros. Esa forma de proceder, esa seriedad para asumir los riesgos, esa templanza, serenidad, sus miradas desafiantes para el trabajo, ese coraje de silencios que transpira por los poros de la piel.

Creo que todos nos sentimos asturianos. Por un momento, nadie pensaba dónde había nacido, no pensábamos en nuestra propia bandera, por un momento creímos que llevábamos la bandera celeste de los asturianos en el corazón.
Tengo que deciros que aquellos profesionales de la seguridad que pueden trabajar como los “Mineros Asturianos” en temas de violencia de género, en temas relacionados con la violencia familiar, son afortunados, son seres de otro planeta que decidieron un día hacer todo lo que está en su mano para proteger a los demás. Esas personas merecen el más alto honor, el respeto más profundo. Esas personas existen y son muy parecidos a estos héroes que a todos nos dejaron sin habla y con cierta congoja.

*Grupo EmeDdona.